Si le plantean mudarse a otra zona de la capital, María José Morón lo tiene claro: "Me niego". Esta toledana, casada con un canario, lleva 14 años afincada en una de las viviendas del edificio Trocadero, en el paseo de Las Canteras. Este inmueble de seis plantas acogió en sus inicios las habitaciones de un hotel residencia, hasta que en la década de los 90 se transformó en apartamentos independientes para darle uso doméstico privado. Actualmente, su exterior es objeto de obras de rehabilitación desde el pasado abril.

El Trocadero, en primera línea de Las Canteras, goza de un espectáculo visual envidiable desde el que se aprecia el mar y, en ocasiones, el Teide. María José Morón recalca la ubicación de la construcción ya que se halla en un punto privilegiado en cuanto a la rica diversidad de organismos que ofrece el agua a esa altura del litoral: "Es la zona de la playa donde hay más vida animal y marina; cuando baja la marea o si está alta pero tranquila, se pueden coger las gafas y el tubo e ir a mirar".

"Cuando mi marido se enteró de que esto lo iban a vender negoció con la persona que compró el edificio [Julio Gutiérrez Bayon] ya que lo conocía", dijo la actual residente. Esta familia compró una cantidad de metros cuadrados para hacer la casa a su gusto. Lo cual supuso un trabajo que afrontaron "con mucha ilusión".

El origen del inmueble se remonta a julio de 1967, fecha en la que abrió el hotel residencia Trocadero. Se trataba de un alojamiento turístico en régimen de explotación entre cuatro familias: Zabaleta, Chesa Padrón, Chesa Ponce y del Nero. Posteriormente, en 1997, lo compró Julio Gutiérrez Bayon, quien encargó las reformas para dividirlo y crear apartamentos independientes. Así, vendió las viviendas a personas particulares.

El edificio también cuenta con una parte misteriosa. En los años 70 tuvo lugar un crimen en el hall que acabó con la vida de un recepcionista. El abogado Paulino Montesdeoca fue quien llevó la acusación.

Tras este feedback, las fachadas lucen hoy en día un mosaico de azulejos como elemento decorativo. La obra se realizó en 1998 por el artista canario José Antonio García Álvarez. El promotor Julio Gutiérrez le encargó los murales para el exterior cuando el Trocadero pasó de hotel a viviendas. "Después de estudiar el entorno hice una serie de estudios para integrar mi trabajo en el paisaje que está a su alrededor, de esta forma trabajo con dos elementos centrales", señala García Álvarez.

El cielo, el color turquesa del mar y las palmeras situadas en el paseo de Las Canteras parece que "se reflejan" en la fachada. La técnica utilizada es el trencadis -azulejos que posteriormente se rompen y construyen el mosaico-.

La obra de este creador no se ha visto afectada y no es objeto de la rehabilitación que se ejecuta hoy en día. La constructora encargada de las reformas es Infraestructuras y Obras Canarias, quien subcontrató a la empresa majorera Inversiones Matorral, responsable de aplicar las medidas protectoras en parte de la estructura. Los vecinos fueron quienes solicitaron las labores de mejora debido a unos pequeños desprendimientos en una de las fachadas. A ello se suman "los efectos que el mar y su entorno causaban en la armadura del edificio", señala José Castro Suárez, dueño de la compañía procedente de la isla vecina de Fuerteventura.

Está previsto que las obras de mejora finalicen a lo largo del mes de julio. Cuatro meses de trabajo en un edificio con historia, ubicado en una zona privilegiada del litoral.