A pesar de los recortes y las dificultades de la crisis económica, el barrio de San Lorenzo disfrutará este año de más fuegos artificiales. El Ayuntamiento capitalino y la pirotecnia San Miguel han encontrado la fórmula para que los ciudadanos disfruten de más voladores con el mismo presupuesto que en la edición anterior. Los diez minutos de estallidos se convertirán en veinte el próximo jueves cuando los 315 kilos de pólvora preparados suban al cielo.

Los fuegos de San Lorenzo ya están listos en los almacenes de la pirotecnia San Miguel. El jueves a la una de la madrugada cobrarán de nuevo protagonismo. En la fiesta, a la que se espera que acudan miles de personas, se quemarán 12.000 euros en luz y color, el mismo presupuesto que el pasado año.

Para que todo esté perfectamente preparado, cinco personas trabajan sin descanso estos días en la pirotecnia. El quinteto es el encargado de todo el proceso. Desde la preparación del material, la disposición de los fuegos y hasta el disparo de los mismos.

Este año, la empresa San Miguel ha preparado unos voladores con una nueva gama de color, que brillarán con más intensidad y nitidez en el cielo ya que llevan un color más puro y harán menos humo. Los tubos en los que irán insertados los voladores tendrán diferentes calibres llegando hasta los 150 milímetros de ancho. El equipo también sorprenderá con nuevas figuras.

La fábrica San Miguel se encargó este año d el espectáculo pirotécnico de la noche de San Juan en la capital y del Gran Canaria Summer Festival del pasado viernes. Tras las fiestas de San Lorenzo, la empresa se dedicará de lleno a las de la Virgen de La Cuevita en Artenara, entre otras.

La compañía lleva cinco generaciones de trayectoria en su tradición familiar. Ramón Martel Dávila, a sus 79 años de edad, reúne varias decenas de premios por su trabajo. Asegura que se "ha pasado toda una vida al lado del mortero" y que aún tiene "corazón para seguir". La empresa, en manos de su hijo desde hace cuatro años, tiene como prioridad la seguridad y que esa noche discurra sin ningún incidente.

Tras el gran espectáculo pirotécnico, los vecinos pondrán la traca final.