En abril de 1969 en el Puerto de Las Palmas no se hablaba de otra cosa que la próxima llegada del nuevo coloso de los mares, el Queen Elizabeth 2, el barco más grande y más moderno de la época y que llegaba a la Isla en su viaje inaugural desde Southampton. Las expectativas eran tales que los periodistas grancanarios pidieron a la propietaria del trasatlántico, la Cunard, permiso para embarcarse en el trayecto entre esta isla y Tenerife para comprobar sus comodidades y prestaciones. La Cunard se negó en redondo pero hubo un cronista que no se conformó y consiguió viajar en el Queen Elizabeth 2 como polizón, una experiencia que contó en exclusiva para LA PROVINCIA el domingo 27 de abril de 1967.

"Quiero aclarar que no se hallaba en mi ánimo el viajar furtivamente, Fueron las circunstancias las que me obligaron a dar este paso", se excusaba al comienzo de su crónica José Vera Suárez, el redactor de LA PROVINCIA que tomó tan temeraria decisión. Según explica en la misma información Vera, se hicieron gestiones con la Cunard para que les dejasen embarcar junto a unos periodistas norteamericanos que habían llegado a la Isla en avión sólo para viajar en el crucero. "Pero la Cunard le puso todas las pegas del mundo y Pepe [Vera] decidió colarse y vivir la experiencia para contarla luego en el periódico y así lo hizo", rememoraba ayer el cronista oficial del Puerto y antiguo redactor de LA PROVINCIA, Juan Francisco Fonte.

Lejos de los severos controles de acceso a los actuales cruceros que atracan en el Puerto, con acreditación o carné con foto del pasajero y código de barras y arcos para detectar armas, José Vera pudo colarse mezclado con los cientos de turistas ingleses que volvían al barco tras pasear por el Catalina Park y Vegueta. "Él hablaba un poco de inglés y con dos palabritas se mezcló con la gente y entró", cuenta Fonte.

El periodista canario cuenta como fue testigo del desatraque del Queen Elizabeth 2 desde la popa de la nave, una maniobra que entonces se realizaba pasadas las dos de la mañana. "¡Ni siquiera un triste cohete, pese a lo anunciado, despidió a este nuevo y gigantesco coloso de los mares!", se quejaba Vera criticando a los responsables de la Autoridad Portuaria de entonces.

También relata el periodista en su crónica cómo cuando los pasajeros comenzaban a marcharse a sus camarotes eligió un cómodo sillón en el Salón Noble de la nave para pasar la noche. Eso sí, para disimular que era un turista más sacó un libro y lo leyó intentando no cerrar los ojos para no llamar la atención. Vera relata cómo cerca de las cuatro de la mañana oyó los pasos de un vigilante. "Las pisadas fueron aproximándose hasta que dejamos de oírlas, muy próximas. No se me ocurrió volver la vista atrás. Proseguí enfrascado en mi lectura como si fuese lo más normal del mundo. ¿Qué otra cosa podía hacer?", escribió el periodista polizón.

La aventura terminó en Santa Cruz de Tenerife varias horas después, cuando el Queen Elizabeth 2 atracó y pudo bajarse como un turista más. Sin embargo, no contento, Vera volvió a visitar el barco como si fuera un periodista tinerfeño y entrevistó al capitán del barco, pero esta vez sí se bajó.

El cronista remataba su artículo glosando las comodidades del barco. "Tengo la completa seguridad de que ninguna persona es capaz de afirmar con los ojos cerrados si el Queen navega o por el contrario se halla fondeado. Este es el milagro de sus maravillosas condiciones de flotabilidad". La Cunard retiró este trasatlántico en 2008 y lo sustituyó por el moderno Queen Elizabeth, que visita con asiduidad el Puerto.