Es bien sabido por casi todos los vecinos de esta ciudad, incluso los menos playeros, que Las Canteras cuenta con una serie de características que la convierten en una playa especial y única en su género: un clima privilegiado durante todo el año, una barrera natural a la entrada de la bahía, que la preserva de corrientes y grandes oleajes, entre otras cosas, y una geografía propia, una orografía de roca y sal, tallada a lo largo de los siglos a golpe de viento y olas, arena y sol, que ofrece a los que la contemplan un paisaje inigualable y lo graba en sus recuerdos para siempre. Pero lo que no todo el mundo sabe es que esta peculiar geografía cuenta con su propia toponimia, apodos, en su mayoría, basados en su estructura y su forma, que otorga a cada piedra, cada rincón, una personalidad única e inigualable.

Lo primero que llama la atención al observador fortuito es la hendidura que parte en dos la estructura de roca viva que separa la bahía del mar abierto. Son la Barra del centro y la Barra grande, monumentos erigidos por la naturaleza, vestigios de lo que una vez fue la playa y que alberga grandes tesoros: Sinuosas morenas, pulpos esquivos y toda clase de peces, endémicos o no, que encuentran en la Barra, como todos la conocemos, su hogar y su medio de sustento. Tras ella, el océano, azul e inabarcable, pero dentro del pequeño refugio de Las Canteras hay todo un mundo por descubrir.

Sin embargo, lo que pocos saben es que la siempre presente Barra tiene una hermana pequeña que se asoma cuando el mar se retira: La Barra Chica. Está, y no podía ser de otra manera, frente a la zona de la Playa Chica, y la separa de Los Lisos, explanada de roca resbaladiza de musgo que, en dirección a la Cícer, precede al Charcón, una piscina natural en la que, si la marea está baja, se puede nadar en aguas limpísimas, entre salemas, sargos y hasta alguna vieja.

En el Charcón los niños se lanzan al agua desde la peña de La Bandera, una piedra casi plana, como una banderola, ubicada frente al Piano, que realmente se asemeja al instrumento. Más allá, las peñas del Balcón, con forma de mirador, el Camello, con sus dos jorobas, y la Galleta, redonda como el dulce que le da nombre. Un dato curioso es que tanto la peña del Camello como la conocida peña de la Vieja son las dos únicas formaciones volcánicas de la zona, ya que el resto son de arenisca.

Y hay más. Muchísimas más. El Pastel, el Descanso, el Peligro, la Resbaladiza, el Peñón, los Perros?