No corren buenos tiempos para los profesionales de la construcción, comenzando por los propios arquitectos. ¿Pero qué sería de las ciudades sin edificios y espacios públicos singulares? Muchos de ellos convertidos ya en iconos inseparables del imaginario colectivo de sus ciudadanos y de los turistas que la visitan. Qué sería de París sin su Torre Eiffel o Nueva York sin sus rascacielos. Tres arquitectos canarios -David Rodríguez González, José Luis Gago y Esther Azpeitia Soto- nos descubren algunos de los edificios que para ellos ya son emblema de esta ciudad.

David Rodríguez González, arquitecto, interiorista y paisajista -autor del proyecto de regeneración de La Laja junto a Miguel Castro Duque, entre otros proyectos- elige entre sus edificios preferidos el Gabinete Literario, el Cabildo insular y el bloque de viviendas conocido como Inakasa entre las calles Alférez Provisional y Harald Flick, entre Los Tarahales y Siete Palmas.

"El Gabinete es de una gran belleza. Uno de los pocos edificios modernistas que se encuentran en Canarias y que, aunque ha cambiado su uso, pasó de ser el teatro Cairasco a la sede del Gabinete, no ha perdido su esencia", afirma.

El edificio fue construido en 1883 por López Echegarreta, aunque posteriormente tuvo una reforma. De esa época es la fachada principal, obra de los arquitectos Fernando Navarro y Rafael Massanet. Rodríguez, propietario del estudio Fabrika, destaca la luz que entra en el vestíbulo a través del lucernario y "la escalera majestuosa" que eleva a los visitantes hacia el salón principal, antiguo patio de butacas del teatro Cairasco.

Del Cabildo insular, obra de Miguel Martín Fernández de la Torre y cuya piedra se puso un año después de iniciarse la Guerra Civil española, destaca la composición de volúmenes que como si fueran cajas de zapatos se "elevan sobre el suelo con movimiento y ligereza" a pesar de la simplicidad del edificio, de estilo racionalista y muy vanguardista para la época.

Respecto al bloque de viviendas conocido como Inakasa, el arquitecto resalta el uso de hormigón en la fachada pero con un tratamiento diferente que le da ese aspecto rugoso y, por tanto, de "brillantez y calidez". "Es como una roca horadada en la que se ha compensado la frialdad del hormigón con ese aspecto rugoso, los verdes pistachos de las terrazas y con el juego de ventanas", apunta.

El arquitecto José Luis Gago, académico de Bellas Artes y profesor titular en la Universidad y que en la III edición de los premios Oraá fue galardonado por su trabajo de la rehabilitación de la Biblioteca Insular, se decanta por edificios del siglo XX. La Gasolinera de Tomás Morales, los apartamentos Las Palmeras en Ciudad Jardín, el edificio rojo de El Polvorín, la Torre Yaiza y la plaza de la Feria.

La gasolinera de Disa es para Gago una "pieza excepcional de arquitectura de la época" con forma de piano que bebe de las corrientes alemanas y expresionistas.

Del edificio de apartamentos Las Palmeras, del arquitecto Manuel de la Peña y una de las primeras inversiones privadas en turismo en la ciudad, apunta su línea cuadriculada, muy modernista para una España en pleno apogeo franquista. "Es la primera obra canaria reconocida a nivel nacional de esa época", indica.

Para el arquitecto, el bloque de viviendas Yaiza, en Mesa y López, y el edificio rojo de la reposición de El Polvorín son ejemplos de que la calidad de los edificios va ligada al "diseño y no al dinero". La Torre Yaiza destaca por su estructura de hormigón, que como "una gran escultura con relieves" se eleva hacia el cielo, mientras que el bloque de El Polvorín lo hace con su rojo intenso.

En el caso de la plaza de la Feria, las dunas que enmarcan la figura de Benito Pérez Galdós realzan "el espacio público, al ciudadano" mientras esconde a los dos poderes -el militar y el del Estado- presentes en la plaza con sus dos edificios.

La arquitecta Esther Azpeita Soto, que trabaja en el área de planeamiento urbanístico del Ayuntamiento capitalino y que ha ejecutado el proyecto Piel de la Ciudad en la que las medianeras de algunas calles del Puerto son usadas como telón artístico, se decanta por el antiguo hotel Bardinos y la Casa de los Tres Picos, en el barrio de San Roque. "El hotel se ha convertido en un icono de la ciudad. Fue muy innovador para la época por su forma circular y esbeltez. Respecto a la Casa de los Tres Picos es una casa muy singular, con una gran historia detrás, aunque no se ha respetado el entorno en el que se encuentra". Ella también elige la plaza de la Feria como espacio público así como la zona del Auditorio y la Catedral. Edificios emblemáticos que han generado vida a su alrededor porque la arquitectura está viva.

Azpeita pide que se potencie a los arquitectos locales, Gago que los ciudadanos sean respetuosos con las fachadas que diseñan los arquitectos, mientras que Rodríguez solicita más cultura en este ámbito para ser más exigentes como clientes.