Como un apasionado del fútbol. Así recuerdan familiares y amigos a el Tarrala, el cariñoso apodo con el que se conocía a Agustín Ortega Montesdeoca, vecino del Polígono Cruz de Piedra durante más de 30 años. Hizo mucho por este deporte a nivel insular y su figura se convirtió en referente para otros que siguieron sus pasos, entre ellos, algunos descendientes.

A la edad de 18 años, el Tarrala comenzó a dar sus primeros pasos profesionales en un equipo de fútbol de su barrio natal de La Isleta. Inició su andadura en el ya desaparecido Real Artesano Fútbol Club. Sus habilidades con el balón se hicieron rápidamente visibles y proyectó su carrera futbolística en otros conjuntos de la zona, como en el Hespérides Fútbol Club o en el también extinto Racing.

Aproximadamente a los 25 años de edad aparcó el juego para trabajar desde la otra cara del deporte y ejerció de entrenador en clubes como en el Unión Grupo. Este equipo le reportó un gran logro en su carrera profesional, ya que ascendió a primera regional sin que el propio Tarrala tuviese el título de instructor. La cuadrilla se reconvirtió y es lo que se conoce en la actualidad como el Unión Pedro Hidalgo.

Posteriormente se implicó como masajista y encargado del material de conjuntos como el Hespérides, el Ferreras CF y de la agrupación de fútbol sala Disoft Informática. Sus responsabilidades abarcaban un amplio abanico de funciones: "Desde limpiar las botas de los jugadores hasta inflar balones, hacía de todo", expresa su hija Lali.

Deportistas de élite pasaron por clubes que dirigió el Tarrala, como Antonio Betancor, portero que defendió la meta del Real Madrid en 1961 después de una gran campaña en equipos isleños.

Agustín Ortega Montesdeoca tuvo seis hijos: Lali, Mari Pino, Tino, Encarni, Sergio y Yeyo. Estos dos siguieron su estela y se adentraron en las entrañas futboleras del equipo isletero del Racing.

"Un monstruo del deporte"

Su hijo Sergio Ortega lo califica de "un monstruo" del deporte a nivel insular. "Además, señala, "todo el mundo lo quería porque era amigo de sus amigos". Cuando falleció, en el año 2004, muchos fueron los que lloraron su pérdida, entre ellos, los más pequeños con los que el Tarrala se comprometió. "Era una calculadora del fútbol", concluye Sergio la semblaza de su padre.

Agustín Ortega estuvo siempre acompañado por amigos y colaboradores en su vida profesional. Incluso algún colega, como a quien llamaban Miserias, vecino del Polígono de Cruz de Piedra, viajó junto a él para compartir las vivencias de las competiciones en territorios fuera de Gran Canaria. O Miguel Ángel Mora, un joven que se involucraba con el Tarrala y este se desvivía por aquel. Colaboraron conjuntamente en equipos como en el Sumarsa Fútbol Sala o en el Disoft Informática.

Su hija Lali asegura que su padre se sintió orgulloso de su nieto, el Tutu, quien se emprendió en el deporte y empezó en el equipo benjamín del Juan Guedes. A día de hoy permanece dejando su huella en el terreno de juego.

Forofo de la UD y el Valencia

El Tarrala era forofo de la Unión Deportiva Las Palmas y del Valencia Club de Fútbol, sus dos equipos preferidos. "Era una persona abierta, alegre, que se implicaba con la gente: hacía suyo el problema de los otros", asegura Francisco Maye, vecino del Polígono Cruz de Piedra. Acudía al negocio de este como punto de encuentro con otros residentes de la zona.

Varios homenajes le rindieron tributo una vez que Antonio Ortega falleció hace ocho años. Entre ellos, el del Racing en el Estadio Pepe Gonçalves. Su persona y sus recuerdos siguen vivos en el barrio de Cruz de Piedra. A día de hoy son muchos los vecinos que le recuerdan y no quieren dejan morir su contribución futbolera, que dejó una marcada huella de su trayectoria en el barrio y en los equipos en los que jugó o entrenó durante tantos años.