El viejo cementerio de Las Palmas, situado en el límite sur del barrio de Vegueta, acoge el descanso de prestigiosos personajes de la historia isleña que fallecieron a partir de 1811, el año de su apertura. Poetas, médicos o artistas, autóctonos y foráneos, fueron enterrados en este camposanto a los que diversas obras escultóricas rinden homenaje en sus tumbas. El recinto surgió tras la necesidad del momento de crear un espacio donde albergar al gran número de personas que perecieron a causa de la fiebre amarilla. El acceso era a través de un camino rodeado de plataneras desde la plazoleta de los Reyes.

La portada neoclásica fue obra de Luján Pérez. Aunque el pórtico de acceso, realizado en piedra con una puerta de hierro, corrió a cargo de Manuel Ponce de León. Este último artista canario realizó múltiples obras, públicas y privadas, dentro del cementerio. Otro ejemplo es la cruz goticista de diez metros de altura, situada en el llamado patio antiguo. Este elemento arquitectónico se realizó en cantería azul, mármol blanco y madera y se compuso en tres cuerpos.

El camposanto tiene una planta trapezoidal dividida en dos partes. Tras la entrada se ubican los mausoleos y panteones más significativos pertenecientes a la sociedad de clase alta, es decir, aquellos que podían permitirse erigirlos. En el pasillo de este espacio inicial nos podemos encontrar con dos bustos: en el flanco izquierdo se sitúa el doctor Gregorio Chil y Naranjo (1831, Telde- 1901, Las Palmas de Gran Canaria). Importante médico, historiador y antropólogo, que fundó el Museo Canario.

Frente a él se ubica el otro busto con pedestal y lápida de granito natural negro del doctor Antonio López Botas (1818, Las Palmas de Gran Canaria- 1888, La Habana). Este abogado y político tuvo interés en el fomento cultural. De ahí que impulsase la creación del Gabinete Literario, así como la construcción de un instituto de segunda enseñanza en la ciudad, que derivaría en el colegio San Agustín. López Botas fue director del mismo. Posteriormente, en el año 1849, se proclamó alcalde de Las Palmas de Gran Canaria.

Los restos mortales del tenor Alfredo Kraus (1927, Las Palmas de Gran Canaria - 1999, Madrid) se trasladaron, junto a los de su mujer, Rosa Ley Bird, desde el cementerio de Boadilla del Monte (Madrid) al de Vegueta por el deseo expreso de la familia. Están acompañados de una escultura que realizó la artista Lourdes Umérez. El gesto de la obra alude a la pose que le hizo famoso en el mundo entero gracias al papel en Werther.

Frente al cantante de ópera descansa el poeta canario Tomás Morales (1884, Moya- 1921, Las Palmas de Gran Canaria). Se trata de uno de los representantes del modernismo lírico a nivel insular, así como uno de los iniciadores de la poesía canaria moderna. Estudió en el colegio San Agustín, donde coincidió con el también poeta Alonso Quesada y el pintor Néstor Martín Fernández de la Torre. Una figura realizada por el palentino Victorio Macho aparece en lo alto de unos escalones sobre su tumba. La obra se llama el Implorante, y llegó a exponerse en la I Exposición de Artistas Ibéricos.

En 1888 sucedió una desgracia marítima cerca de la costa capitalina: se produzco el hundimiento del transatlántico Sud - América. Esta embarcación procedía de Buenos Aires ( Argentina), y su destino era la ciudad italiana de Génova, su puerto base. Transportaba a 75 pasajeros de primera clase, 52 de segunda y 750 emigrantes, además de los 70 miembros que componían la tripulación. La intención del vapor era hacer una parada en el puerto de La Luz para carbonear, embarcar y desembarcar pasajeros.

Pero en ese mismo instante fue alcanzado por el vapor La France, el cual se dirigía a Río de la Plata con más de 1.300 personas a bordo. A menos de 600 metros del litoral, el barco italiano se hundió ocasionando desgraciadamente la muerte de 74 pasajeros, cuatro tripulantes y el primer oficial de la nave, Tommaso Gallucci, quien falleció al intentar salvar la vida de otro pasajero que estaba aterrado. Muchos pescadores y marineros isleños se implicaron para ayudar en el incidente y salvar la vida de las personas que viajaban en el barco Sud - América.

Un monumento en memoria de los náufragos que perdieron la vida en este accidente, calificado como la mayor catástrofe marítima en las Islas Canarias hasta aquel momento, se erige en el cementerio de Vegueta. Según señaló el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet, el Gobierno italiano envió el conjunto escultórico en recuerdo de esas personas que perecieron. El artista genovés Paolo Triscornia di Ferdinando fue el encargado de trabajar la escultura. En esta hay una inscripción en la que se puede leer en italiano: "La carità della Patria lontana ai suoi figli", es decir, "La caridad de la Patria lejana a sus hijos".

Aún en este primer departamento del cementerio yacen los restos de Pedro Bravo de Laguna y Joven de Salas (1832- 1896). Fue un general, senador del Reino y diputado de las Cortes. En su insignia se percibe que fue "Caballero Gran Cruz de mérito militar de las reales órdenes de Carlos III e Isabel la Católica y de la legión de honor de Francia". Junto a él descansan sus esposas, Sebastiana (1838- 1869) y María del Carmen Manrique de Lara del Castillo (1840- 1925), así como sus hijos.

El fútbol de Pepe Gonçalves

La familia León y Castillo reposa en un panteón. "Aquí es donde está Juan (1834- 1912) porque Fernando (1842- 1918) se ubica en la catedral", matiza Laforet. Juan de León y Castillo estudió en la Escuela de Ingenieros, Caminos, Canales y Puertos de Madrid. Su hermano, Fernando, fue un destacado abogado, político y diplomático canario. Ambos fueron los impulsores del proyecto del puerto de La Luz, el cual ha formado un papel crucial en el desarrollo económico y social de la ciudad. En la actualidad, uno de los muelles recibe el nombre de los apellidos de estos hermanos.

El mundo futbolístico también tiene su rincón en este camposanto del casco histórico capitalino. Pepe Gonçalves (1894 - 1934) se enterró aquí a la edad de 39 años. Educado en Inglaterra, fue el pionero del fútbol canario y fundó el Sporting Club Victoria con la participación de algunos jugadores del puerto de La Luz. El escudo de este conjunto deportivo le acompaña en su tumba.

La familia inglesa Nelson también tiene aquí su lecho de descanso. "Eran unos comerciantes que se asentaron en la Isla y se casaron con los Quintana, familia del Marquesado de Acialcázar", informa el cronista oficial de la ciudad. Un gran panteón cobija sus restos.

Por otra parte, los propietarios de la primera farmacia del Archipiélago también tienen un hueco en este cerco de ilustres difuntos de la ciudad. Se trataba de la familia Vernetta. Luis Vernetta Luccini la abrió en la calle Remedios, pero fue su hijo, Luis, quien la trasladó a la vía Muro. Popularmente fue conocido por el nombre de la Botica de las Cadenas.

La forma de enterrar a los seres queridos ha variado a lo largo de la historia. "En el siglo XIX estos acontecimientos se hacían al atardecer", apunta Juan José Laforet. "Los más ricos tenían alguna carroza fúnebre que les llevaba hasta el cementerio", explica el cronista, pero la estampa habitual era llevarlo a hombres por zonas como "Vegueta o Triana y con la caja descubierta", apunta. También era común ver hachones de velas acompañando este escenario.

Estas costumbres aludían a "un concepto romántico, el cual viene influido por la literatura medieval y nórdica", sintetiza el experto en la historia isleña para aludir a esta pasada estética. En el siglo XX este tipo de enterramientos se pierde y pasan a ser de día. Los horarios de entrada y salida a los camposantos se regularizan para una mayor organización y evitar cualquier acto que vaya en contra de la armonía celestial de estos espacios.

En el cementerio de Vegueta reposan decenas de personajes ilustres, quienes esconden a sus espaldas una diversidad de historias vitales. Todos ellos destacaron por sus profesiones así como por la implicación en el desarrollo económico y social de la Isla.

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