La crisis económica y el mal tiempo de esta semana han hecho mella al negocio de las flores. Los comerciantes esperaban compensar ayer, Día de Todos los Santos, las bajas ventas de las jornadas previas, puesto que se vieron perjudicados por el temporal que azotó a las Islas. Aránzazu Rodríguez y Marisol Caballero, dos vendedoras cuyos puestos se ubican en el cementerio de Vegueta y de San Lázaro respectivamente, aseguraban que este año la demanda de flores ha sido la más baja de los últimos años.

A pesar de la amenaza de algunas gotas de agua, miles de personas se acercaron ayer a los cementerios ubicados en Las Palmas de Gran Canaria para honrar a sus seres queridos. En los alrededores del camposanto de Vegueta había un gran gentío. Mientras unos buscaban aparcamiento, otros compraban flores y, entre tanto, la entrada al recinto se veía colapsada en determinadas ocasiones. Aránzazu Rodríguez, una de las vendedoras de flores que ocupa uno de los puestos frente al cementerio, aseguraba que "las ventas han estado flojas en estos días". "El tiempo ha influido", apuntaba, "pero parece que hoy [por ayer] va mejor". La mayor demanda entre su clientela fueron los claveles y los crisantemos, "pero también porque son los más económicos", sostuvo Rodríguez.

Por su parte, Marisol Caballero, vendedora de flores en un puesto a las puertas de San Lázaro, lamentaba también la baja demanda de este año. "No se han vendido tantas rosas", manifestó, "en otras ocasiones, los días anteriores al de Todos los Santos hay más ventas", matizó la comerciante. Sin embargo, Cristóbal Cabrera sí hizo negocio ya que no paraba ayer de asar castañas delante de San Lázaro para atender la alta demanda que le exigía el momento. Este comerciante, con cinco lustros en el sector a sus espaldas, aprovechó para criticar los casi 600 euros que paga entre Hacienda, autónomo y a un empleado. Aún así, sus hermosas castañas, procedentes de Galicia, se rifaban entre los que se sintieron atraídos por el olor que desprendía desde su puesto.

Ya en el interior del cementerio más antiguo de la ciudad, el de Vegueta, las imponentes esculturas de San Juan Evangelista y la Dolorosa, realizadas en bronce y que presiden el pasillo del patio antiguo, lucían claveles de color lila en sus manos. Por su parte, los ciudadanos se preocupaban por limpiar las lápidas y llenarlas de flores. Como Micaela Cruz, que acude desde hace 60 años a homenajear a su madre, enterrada en una fosa común en una de las zonas ajardinadas.

En otro punto de la ciudad, concretamente en el cementerio de San Lázaro, varios agentes del cuerpo de la Policía Local organizaban el tráfico. Mientras dirigían a quienes se acercaron con sus vehículos a un terreno habilitado para el aparcamiento, daban prioridad a las guaguas que hacían su parada en la misma entrada de la necrópolis. Entre los ciudadanos que hacían cola para hacer uso del servicio público destacaron comentarios acerca de la acertada frecuencia con la que pasaban las guaguas. Sin embargo, Isabel de Luis se quejó. "A pesar de lucir un cartel que dice 'Cementerio', las guaguas no especifican a cuál de los cementerios van", señala esta ciudadana del municipio capitalino.

Ya entre los muros limítrofes del cementerio, una muchedumbre llenaba de vida cada uno de los pasillos. Grandes ramos, unos preparados con antelación y otros in situ, daban color a cada rincón.

El obispo de la diócesis de Canarias, Francisco Cases Andreu, también visitó el cementerio y se encargó de la homilía en la misa que se improvisó en medio del camposanto para conmemorar el día festivo. En los alrededores del acto litúrgico se encontraba Yanelys Mujica, una estudiante de Magisterio. Acudió con su familia para recordar especialmente a su abuelo. "Siempre traemos un ramo precioso, pero tenemos miedo de que nos lo quiten", apuntaba la joven, ya que en otras ocasiones se han visto en esta situación. El Día de Todos los Santos es una jornada familiar para Mujica, ya que después de acudir para recordar a los difuntos se va con sus seres cercanos a disfrutar del almuerzo.