Manfred Kerstans sestea tomando el sol en la proa de su yate de 20 metros atracado en el Muelle Deportivo a la espera de que llegue su tripulación desde Alemania. "Este barco es muy grande, tenemos que llevarlo entre diez y yo ya estoy un poco mayor aunque me conservo bien".

Y no lo dice por decir. El hombre, de Berlín él, se mueve por la cubierta del yate y salta al pantalán con la agilidad de un gato a sus 76 años. "Siempre he sido muy deportista, todavía me hago alguna maratón, y este barco es muy grande y muy complicado, hay que estar en forma para patronearlo", chapurrea Kerstans medio en español medio en inglés. El alemán tomará la salida el próximo domingo en su 18ª ARC, una prueba que se conoce al dedillo y en la que ya figura entre los datos curiosos de la misma como el patrón más longevo de todos los inscritos este año.

"Yo participé en la primera ARC en 1986, la que organizó el fundador, Jimmy Cornell, y quedé primero en la categoría de barcos de más de 60 pies", recuerda mientras muestra orgulloso la foto en la que aparece con la copa en la mano en un libro que refleja su periplo como navegante en los últimos 30 años. "Esta es mi 18ª ARC, haré dos más para llegar a las 20 y ya me retiro", anuncia Kerstans, "cruzar el Atlántico hasta Santa Lucía es muy cansado y muy caro porque los vientos son muy fuertes y las velas se suelen romper con facilidad".

Kerstans es un veterano lobo de mar. De jovencito, en la Alemania de posguerra, se sacó el título de patrón de barco en la escuela naval de Kiel. Ya en la madurez, y sin pensárselo dos veces, Kerstans se embarcó en una larga vuelta al mundo que inició en 1979 y acabó en 1985. "Me acuerdo muy de lo bonito que eran Tahití y Nueva Zelanda". Para cruzar el Atlántico, este berlinés da los últimos retoques en Las Palmas de Gran Canaria a su tesoro particular, el Albatros, un velero de 20 metros de eslora con el que ya ha dado el salto a América, y viceversa, varias veces. "Yo soy el patrón pero también el cocinero, me gusta cocinar y se me da bien", asegura el veterano navegante. Como experto culinario que también es, Manfred Kerstans alaba la calidad de los alimentos que compra en esta ciudad para dar de comer a toda la tripulación durante la travesía. "Aquí, en Canarias, hay muy buena comida, la carne, las papas, la sopa, la pasta... y sobre todo la fruta y las verduras. Me gusta mucho ir al mercado a comprar, además; aquí es bastante más barato que en otras ciudades de España y Europa".

El alemán está escarmentado de los precios que le cobran por el atraque en otros puertos del Mediterráneo como en Palma o Valencia, donde el Albatros pasa gran parte del año. "En Las Palmas es mejor". Kerstans, que trajo el barco desde Valencia hace unas semanas, reconoce que la travesía desde el Mediterráneo hasta Gran Canaria fue costosa. "Cogimos mal tiempo y el viento en contra, llegamos haciendo zigzag".

Para la aventura atlántica, el navegante espera la llegada esta misma semana de diez amigos de Berlín y Bonn, excompañeros de Volkswagen, empresa de la que se jubiló como ingeniero hace unos años. "Somos diez hombres y una mujer, y la mayoría ya ha venido otras veces conmigo". Kerstans asegura que su familia prefiere esperarlo a la llegada en Santa Lucía. "Uno de mis hijos me ha acompañado tres veces en la ARC pero ya se cansó", ríe. De su esposa, cuenta, prefiere coger un avión desde Alemania y esperar su llegada en las playas de Santa Lucía. "Luego nos quedamos allí a pasar la Navidad, al calor del Caribe".