Usted, como alcaldesa, presidió el Consejo de Administración de Emalsa entre 2003 y 2007. ¿Fue testigo de alguna irregularidad en ese periodo?

Lo que recuerdo muy bien es que los socios privados de la empresa, Saur y Sacyr, presentaron una vez a un Consejo una factura inflada por una especie de estudio que se había hecho para explicar un incendio en la depuradora de Barranco Seco y que no tenía más de 12 folios. Pues por ese informe intentaban cobrarle a Emalsa, y al Ayuntamiento por la parte que le corresponde, una cantidad desorbitada. También recuerdo que me enfadé mucho y que les dije que ni hablar. Lo que no sé es si al final la cobraron o no cuando yo ya no estaba.

¿Era una práctica habitual que se inflaran facturas en el tiempo que duró su mandato?

No, no puedo decir que fuera constante, porque lo hubiésemos denunciado, pero sí que paramos varios intentos de subidas de tarifas o de cobros que nos parecían poco ajustados a la realidad.

¿Le ocasionó esa actitud algún enfrentamiento con los socios privados de Emalsa o algún perjuicio para las arcas municipales?

No especialmente. Sí recuerdo el caso de ese estudio, la no subida de tarifas y el dejar las cuentas sobre la mesa en dos ocasiones, y que no aprobamos hasta la tercera vez, como puntos de fricción con ellos. Me quedé con la sensación de que era incómoda para esas empresas porque lo que nosotros buscábamos era defender el interés general y para eso ejercíamos el control. Emalsa puede ganar dinero, pero lo que no puede es cobrar obras de alcantarillado y tuberías por encima de lo normal.

¿Por qué Saur y Sacyr tienen tanto interés en obras si el negocio de Emalsa es el del agua?

Los beneficios de Saur y Sacyr no vienen por las facturas que cobran a los ciudadanos, porque con eso amortizan los gastos de explotación, el verdadero beneficio de ellos es de esas obras que Emalsa les subcontrata a ellos, ahora a través de Sercanarias. Emalsa en los años que yo presidí el Consejo ya daba beneficios, pero una cosa es que dé beneficios y otra que se beneficien por encima de lo lógico.

¿Por qué acusa su sucesor en la Alcaldía, el socialista Jerónimo Saavedra, de ser uno de los responsables de la denuncia de Saur Internacional contra dos directivos de Emalsa que adelantaron dinero de la empresa para asegurar una opción de compra?

En el mandato anterior no hubo control ninguno sobre las operaciones de Saur y Sacyr en Emalsa. No sé si no hubo control porque no quiso Saavedra o porque no pudo. ¿Es que Jerónimo Saavedra sólo iba a Emalsa para cobrar las dietas y no controlaba lo que pasaba en la empresa? A mí lo que me sorprende es que sea ahora el PSOE el que salga a denunciar y a exigir que se controle a Emalsa y a Sercanarias de una operación que se realizó cuando ellos eran los responsables.

Pero Saavedra ha declarado que él no firmó ninguna factura y que no tenía conocimiento de lo que hacían los socios privados.

Yo tampoco firmé facturas, las facturas las firmaban el gerente y el director financiero, pero eso es una cosa y otra es que en un Consejo de Administración que tú presides y donde tienes la facultad de sacar, si quieres, a concurso el mantenimiento del saneamiento de la ciudad lo que hizo fue dárselo a dedo a los dos socios a los que tenía sentados al lado en la misma mesa. Eso es lo que yo denuncié en su momento y lo sigo denunciando, porque no es fácil para la empresa que quien revisa las facturas por los trabajos realizados es el mismo que presenta esas facturas. Los dos socios privados de Emalsa son los mismos que hacen la obra y la cobran. ¿Qué control se ejerce ahí? Y estamos hablando de una partida de unos cinco millones de euros al año del Ayuntamiento. Todo ese dinero para que luego siga oliendo mal la ciudad y siga habiendo tuberías tupidas por falta de mantenimiento cada vez que llueve.

Usted ha llegado a insinuar que Saavedra tenía contactos tanto con los socios de Emalsa como con la empresa de seguridad que luego quiso venderles una nave en Los Tarahales.

Reconozco que no sé cómo Saur y Sacyr llegaron a tomar contacto con Seguridad Integral Canaria para esa operación de venta, porque, al fin y al cabo, son sociedades privadas, pero sí que digo que ese negocio comenzó cuando Saavedra presidía Emalsa y que antes de ser alcalde, el socialista fue presidente de honor de la empresa de seguridad. No sé si tienen alguna relación directa esas circunstancias.

¿Considera poco fiables a los representantes de Saur y Sacyr que se sientan en Emalsa?

No sé si son fiables, pero cuando uno está en una empresa con el 34% del capital, es una sociedad mixta y defiendes el interés general lo que tengo claro es que los otros dos socios que tengo al lado los voy a controlar todo lo que pueda. Lo que sí sé es que en muchas ocasiones hice preguntas y cuestionamos varias cuentas y cuando no te dan la respuesta a la primera es motivo para preocuparse. A medida que fueron pasando los meses fuimos controlando más y siendo más incómodos para las empresas privadas. Esa es la impresión que me queda.

¿Cree que Saur y Sacyr realizaban negocios poco claros a la sombra de Emalsa?

Eso no lo puedo afirmar pero sí digo que todo lo que hagan estas empresas hay que vigilarlo y mejor con cuatro ojos que con dos, porque el negocio no estaba en el agua, estaba en las obras que hacían. Ellos siempre nos planteaban unas cuentas para justificar la subida de tarifas y nosotros teníamos la obligación de revisarlas para ver si tenían razón o no. Y yo recuerdo que en tres años no se subieron las tarifas y no pasó nada. A veces hay que apretarlos también a ellos.

¿Cree que Cardona ha adoptado una posición demasiado tibia ante esta polémica?

Cardona está haciendo lo que tiene que hacer en este asunto. Tampoco es este el único problema que tiene sobre la mesa. Yo creo que ha hecho bien encargando una auditoría externa como ha dicho y ahora habrá que esperar a que pasen las semanas que hagan falta porque una auditoría de cuatro años a una empresa como esta no se hace de un día para otro. Supongo también que una vez tenga los resultados de la auditoría tomará las decisiones oportunas si revelan alguna irregularidad.

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