"Es un favor, no una obligación". Ésta es la frase que un grupo de inmigrantes, procedentes de países como Ghana, Senegal o Sierra Leona, lanza a la población isleña con el fin de buscar apoyo. Se trata del medio centenar de personas que lava los vehículos de aquellos que acuden a la zona industrial de Miller Bajo. Desde hace más de un mes, la Policía Local acude a desalojarlos. Ellos piden auxilio porque no tienen dinero con el que pagar el alquiler de sus alojamientos, ni la comida con la que alimentarse.

Princewill Okeah, natural de Nigeria, explica que hace aproximadamente un año recibieron el aviso de no lavar los coches en la vía pública. Los implicados se adaptaron a la norma y por ello se alojaron en una esquina privada, localizada en la misma vía empresarial y perteneciente a una compañía cuyo dueño, según señala, no ha aparecido en ningún momento para desocuparles.

Pero la situación dio otro vuelco hace unas semanas, cuando los agentes volvieron a presentarse para comunicarles que no pueden desempeñar estas funciones en ningún punto de la zona. Esto ha provocado que estos jóvenes, que no disponen de los papeles que regularizan su situación, ya que carecen de contrato laboral, no se hagan con ingresos que les permitan enfrentarse a los gastos. Incluso, algunos de ellos tienen familiares en la Isla a los que mantener. Los afectados no entienden la medida y alegan que "nunca" han recibido denuncias por robo.

Además, insisten en que no hay centro de acogida en la zona que pueda responder a sus necesidades. "Incluso, la iglesia de aquí atrás no nos ayuda con comida", exclama uno de ellos. Están preocupados por buscar una solución y muestran en todo momento una actitud abierta al diálogo.

El primero que llegó a la ciudad y comenzó con la limpieza de coches lo hizo en 2002. Aseguran que nunca han tenido problemas con los empresarios de Miller Bajo. Además, cuentan con una clientela fija que va expresamente a buscar sus servicios. Pero ahora, "la policía los echa y los multa si los coge", declara otro.

El grupo no sabe dar una cifra de cuántos clientes atendía al día. No obstante, las tareas de limpieza de un mismo vehículo se realizaban entre cuatro. Se esmeraban por asear tanto el interior como el exterior del vehículo y el precio oscilaba entre 10 y 12 euros. Esta cantidad se compartía entre todos los que se empleaban en el mismo coche. Y admiten que no se volvían a casa con grandes cuantías.

"Ahora yo dormir en la calle, no puedo pagar 150 euros por la habitación", expresa indignado uno de los afectados. En su caso, su familia reside en África y lleva un año sin hablar con ellos por no disponer de dinero suficiente para llamarles.

Okeah señala que acudieron al Ayuntamiento capitalino para entender qué sucedía y en esta Administración les dijeron que "no hay orden a la policía para que no lavemos aquí", matiza. Por su parte, el Consistorio expone que los empresarios de la zona han manifestado dos quejas: por un lado, la suciedad que resulta a causa de la actividad en la vía pública y en el entorno. Y en segundo lugar, la consideran una práctica ilegal. A raíz de ello, el Ayuntamiento ha desplegado unos operativos de la Policía Local como de la Nacional para desalojarlos. Para calificar a la actividad de infracción se apoya en los artículos 13.4 de la ordenanza de Tráfico, norma que sostiene que "no se podrán lavar los vehículos en la vía pública"; y en el 27 de la ordenanza de Limpieza, que recoge que "las comunidades de propietarios de los edificios (...) están obligados a mantener limpias (...) todas las partes de los inmuebles que sean visibles desde la vía pública".