Más de 6. 400 personas han pasado por el local de la iglesia presbiteriana Seobana de Corea -en español La Paz- de La Isleta en búsqueda de un plato de comida en estos seis primeros meses del año. El coreano Hweng Kwon Lee Kim, encargado de la misión -abierta en septiembre de 2011- asegura que su único objetivo es devolver a la comunidad canaria lo que ésta le ha dado a él y a su familia.

Lee Kim llegó a Gran Canaria siendo capitán de un pesquero hace cerca de 40 años desde Corea del Sur, cuando La Luz era uno de los principales puertos comerciales de la flota asiática. En Las Palmas de Gran Canaria formó una familia y crió a sus tres hijos. Ahora con más tiempo libre desde que todos abandonaron el nido familiar ha decidido ayudar a los canarios que lo necesitan en una de las barriadas con más problemas sociales de la capital: La Isleta.

En la calle Antidana alquiló un local y abrió en 2011 una misión de la iglesia presbiteriana Seobana coreana, a la que pertenece. Allí comenzó a dar un plato de comida caliente los martes, jueves y sábados a todo el que se acercaba. El boca a boca funcionó tan bien y las necesidades en este barrio tan cercano al puerto son tan amplias que ahora ha tenido que ampliar el reparto de comida al resto de la semana, aunque solo da un tentempié de fruta, café o zumo por la mañana.

"Gran Canaria me ayudó en mi negocio y a mi familia. Mis hijos pudieron estudiar, se graduaron y están casados, aunque ahora no viven aquí. Quiero devolver todo eso a los canarios", cuenta Lee, que aún no habla bien el castellano, mientras aclara que en la misión no se evangeliza a nadie. "Sólo comida, sólo comida", subraya.

El presbiterianismo tiene su origen en el protestantismo y en el calvinismo. Esta doctrina religiosa llegó a Corea a principios del siglo pasado, fortaleciéndose durante la invasión japonesa.

Lee Kim, que desde hace seis años da cursos de coreano en la Universidad y es intérprete de la policía nacional, acude cada mes a por comida al Banco de Alimentos, aunque también pone de su bolsillo.

En este martes se ha servido potaje a cerca de 45 personas que se han acercado a comer entre las diez y las once de la mañana. Ese es el promedio de vecinos que acuden los tres días entre semana, la mayoría de ellos hombres. Algunos son indigentes pero otros son personas a los que no les llega la pensión, el subsidio o no tienen recursos.

Su mujer y dos voluntarios le ayudan a que no haya ninguna incidencia en el local, donde también se cocina. Sobre una de las paredes se puede ver un collage con las fotos de las personas que acuden a este comedor social improvisado.

Lee Kim asegura que desde hace tiempo tiene que poner su dinero para hacer frente a los gastos porque el boca a boca ha funcionado con tanta rapidez que no basta solo con los productos que le dan en el Banco de Alimentos. "Al principio venían pocos, pero ahora damos de comer a unas 45 personas cada día que abrimos. Hay que pagar la luz, el agua, el alquiler. Son muchos gastos, pero no importa", explica, mientras saca una libreta en donde él mismo registra a las personas que van a comer.