El iphone de Emilio Moya no paró ayer de sonar y de recibir wasaps, desde los amigos que conserva tras su breve paso por la política, hasta sus colegas en el día a día judicial. Todos querían felicitar al nuevo presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

Y es que Moya es un personaje muy conocido a este lado de la Administración de Justicia, quizá por su cercanía al ciudadano y porque ha sabido cultivar como nadie las relaciones sociales con los formalismos de su profesión.

De hecho, desde fuera, su rostro barbado curtido en mil canas, casi tan rebelde como los rizos de su pelo alborotado, siempre llamó la atención de los no asiduos a los tribunales. "¿Quién es el juez hippie del caso kárate?", preguntaban con frecuencia en las redacciones de los periódicos y en los salones de algunos hogares, cuando las televisión rompían el tedio de la sobremesa con una de esas escandalosas sesiones del juicio por abuso sexual más importante celebrado en España.

Pero ese look informal esconde muy poco o nada de hippie, al menos en su concepción del trabajo, donde Emilio Moya es meticuloso hasta el exceso, riguroso hasta la manía en la resolución de los casos. Y como prueba dos botones: en su etapa de juez instructor no sólo usaba coches de juguete para que le explicaran cómo ocurrió el accidente de tráfico investigado, sino que pegó dos pegatinas al lado del banquillo, una verde y otra roja, para que así los acusados supieran dónde ponerse durante los juicios de faltas.

Trayectoria

Anécdotas aparte, Moya nació en un pueblo de Cuenca, Santa María de Los Llanos, en 1956, pero su carrera judicial se ha desarrollado íntegramente en Canarias, desde que en 1988 debutó como juez en Guía hasta su nombramiento como presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas. Entretanto fue decano de los juzgados de la capital grancanaria, miembro electo de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) en dos mandatos y viceconsejero de Justicia del Gobierno regional, entre otros logros. "Guardo un buen recuerdo de esa etapa, pero ya está olvidada", confesaba ayer sobre su paso por la política.

Moya está contento, su asociación, Francisco de Vitoria, ha hecho triplete en el decanato de la capital, en la Audiencia de Las Palmas y en el TSJC. Está contento por eso y por su nuevo reto profesional.