Yaiza, Carmen y Nacha son hermanas, jóvenes emprendedoras y las encargadas de mantener vivo el legado de una empresa de carpintería naval que heredaron de su padre en 2004. En un mundo de hombres, han conseguido afianzarse, con una filosofía basada en la modernización del negocio.

Sacsa es una carpintería naval instaurada en Las Palmas de Gran Canaria, que lleva desde 1982 trabajando en el Puerto de la Luz. Las hijas de su fundador, Yaiza, Carmen y Nacha de la Mora, heredaron en 2004 el negocio de su padre, una empresa cuyo funcionamiento apenas conocían, y que se vieron dirigiendo de la noche a la mañana. Hoy asumen las reparaciones, la sustitución de elementos y el diseño de otros nuevos en los barcos que recalan en el muelle.

Los comienzos no fueron fáciles, en eso coinciden las tres. A lo repentino de la situación hubo que sumarle la juventud e inexperiencia de las hermanas, que nunca habían intervenido en la gestión de ésta ni de ninguna otra empresa. "Yo estaba cursando los estudios de Ingeniería Naval, pero una carrera universitaria no te prepara para asumir de un día para otro la responsabilidad de tener bajo tu mando a 25 trabajadores", señala Yaiza, la mayor de las socias.

Llegaron al puerto siendo "unas extrañas" y teniéndolo todo en contra. Mujeres, muy jóvenes y con apenas una idea aproximada de lo que entrañaba la industria de la carpintería e aislamiento naval, tuvieron que andar a marchas forzadas para hacerse con el negocio. La asistencia de los operarios de la compañía fue crucial para que la empresa mantuviera el rumbo. "Tuvimos mucha suerte con ellos", apunta Yaiza, "no es fácil que un día llegue una veinteañera con poca idea del negocio a decirte cómo tienes que hacer tu labor. Pero le tenían mucho cariño a nuestro padre, y fueron ellos los que nos ayudaron a ir familiarizándonos con todo el entramado de la empresa".

Mitad autodidactas, mitad estudiosas, hoy en día controlan tanto las tareas en las zonas de trabajo como la parte administrativa. Aunque el de ellas no ha sido un oficio elegido y a pesar de la dureza del ambiente portuario, admiten haberle tomado el gusto a la dinámica del muelle. Han cogido el ritmo, pero ser tres jóvenes mujeres empresarias en un mundo tradicionalmente tan masculino como el Puerto y la industria naval les sigue suponiendo más de un inconveniente. "Cuando llegas a un barco y hablas con el capitán no cree que seas tú la que vaya a solucionarle la faena, sabes que preferiría hablar con otro señor de su quinta, y eso se nota", conviene Carmen.

El puerto de La Luz destaca hoy por su actividad en reparaciones navales: todo el mundo quiere entrar en el mercado. La clave, insisten las empresarias, ha sido la modernización y diversificación de sus servicios. Manejar idiomas y aplicarse en innovaciones tecnológicas a pesar de la crisis han sido vitales para afianzarse en el sector. "Cada vez llegan más y mejores barcos al Puerto de la Luz, y es normal que el nivel de exigencia aumente", subrayan. Invertir en la calidad del entorno portuario es, según ellas, la clave para mantener la buena trayectoria en los muelles.