"¿Han puesto una bomba en el Ayuntamiento?" Las dos señoras que pasaban casualmente, o no, por el parque Romano no podía ocultar su desconcierto ante el desfile de funcionarios que ante ellas acontecía. La alarma suena a poco más de las 11.20 horas de la mañana, si bien antes, los más precavidos desalojan las oficinas municipales, no vaya a ser que no sea un simulacro y vuele el edificio por los aires de verdad. O más dramático aún, que se acabe el desayuno. No obstante, la gran mayoría, cauta y tranquila en sus movimientos y obediente con las directrices de sus jefes de intervención, sale del inmueble según lo previsto: por la derecha, en una fila que deja de ser india nada más salir del inmueble.

"Quítense que me quemo", grita en tono jocoso una de las empleadas, antes de reunirse con sus compañeros para continuar con el proceso preventivo. Lo cierto es que no cunde el pánico, pero sí el desconcierto entre algunos que no terminan de tener clara su salida. "Ha estado un poco descoordinado el tema", apunta Mercedes Rodríguez, a lo que añade entre risas Gara Vega: "el mes que viene vamos a tener que hacer otro".

Una vez están los casi 700 empleados de las oficinas del Metropol en el parque Romano, llega el turno de unos 300 profesionales de la Policía Nacional- unidad canina incluida-, la Policía Local, el Servicio Municipal de Prevención y el de Extinción de Incendios, Protección Civil y el Servicio de Urgencias Canario.

Hasta la Unidad de Explosivos (Tedax), el Servicio de Información, la Unidad de Intervención Policial (UIP) y un helicóptero acuden a la simulación por amenaza real de bomba, que se enmarca en la segunda semana de Prevención de Incendios. Tan real es, que los vecinos de la zona se agolpan en los límites marcados por las cintas que impiden el paso. Las mismas que casi se llevan por delante cuando por fin levantan el veto, para ser de los primeros en entrar y no tener que perder más tiempo mientras esperan en la cola para realizar sus gestiones.

Más lenta fue la llegada de los trabajadores del Ayuntamiento parecían ir en una procesión, como así bromea una de las funcionarias. Han tenido que esperar más de una hora para que los efectivos desactiven el supuesto artefacto que se encontraba en un "paquete sospechoso", tal y como se avisó al comienzo desde la Oficina de Atención al Ciudadano (OAC). "Mírala, mírala, si la estoy viendo yo detrás de esa palmera, aquí en el Romano", comenta divertido por teléfono José Juan González, quien se ve envuelto en el asunto debido a su cita con una edil. Un par de "petardazos" festejados con aplausos marcan el punto y final del ensayo, para alivio de muchos.

"Lo importante de esto es que si pasa, salga todo bien", observa González. Hoy le toca ponerse a prueba al personal del Hospital Perpetuo Socorro y al de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, donde se celebrarán simulacros de incendio con su respectiva evacuaciones.