Con la marcha de Calzados Lurueña se cierran 49 años de un trocito de la historia de Triana. Su aterrizaje en la calle Mayor constituyó un hito en aquella ciudad provinciana que comenzaba a levantar cabeza a mediados de la década de los 60 del siglo pasado, pero después de casi medio siglo su presencia en el casco histórico tiene los días contados. Los dueños de la cadena española han decidido cerrar las dos plantas de la calle Arena, esquina con Triana, y han establecido el 31 de marzo como fecha tope de cierre, aunque no descartan echar la persiana antes, si se agotan las existencias.

Los asiduos de la calle Mayor se toparon el pasado jueves con unos grandes cartelones de liquidación por cierre cubriendo las cristaleras de la tienda, anunciando descuentos de hasta el 50%. La voz se corrió y los dependientes soportan desde entonces una verdadera avalancha de clientes en busca de maletas, bolsos y zapatos rebajados. El que vaya puede encontrar zapatos a 12 euros y bolsos a 30 euros.

La encargada del comercio, Nuria Díaz, asegura desconocer la causa del cierre, pero fuentes empresariales de la zona achacan la marcha a la falta de acuerdo en el precio del alquiler entre los responsables de la cadena y el dueño de las dos plantas. La cadena ha decidido mantener en la capital grancanaria un solo establecimiento: el de Mesa y López.

Otro histórico más que cae. En la última década la desaparición de comercios tradicionales no ha cesado, mientras florecen las franquicias y los locales de restauración.

"Se acaban 49 años de historia", explica emocionada Nuria Díaz. Para Manolo Ramírez Trujillo, la trayectoria de Lurueña ha ido pareja con la de su vida. No vio nacer la tienda, pero casi, porque son ya 45 años los que lleva trabajando en el comercio. No en vano, es el trabajador más antiguo que tiene la cadena en toda España. "Entré el 2 de febrero de 1968, día de la Candelaria", recuerda. Y desde entonces no ha parado de bregar entre zapatos y, sobre todo, de vender maletas, su especialidad. No por nada, lo conocen como el señor de las maletas.

Empezó con 15 años, como mozo de almacén y, con los años, terminó de dependiente. "Por aquí", recuerda nostálgico, "han pasado generaciones, que la primera vez que las vi eran niñas que venían en el carrito con sus madres y ahora son abuelas".

Con Lurueña desaparece la última tienda de calzado histórica de Triana. En 1965, Lurueña arribó a estos lares a hacerle la competencia a Quesada, Calzados Mallorca, Lozano y Delly. Ninguna de ellas existe ya y la última superviviente está a punto de cerrar sus puertas.

"Lurueña era de las mejores tiendas de aquí. La empresa se fundó en 1953 en Salamanca. En este comercio de Triana llegó a haber 26 personas trabajando; hoy solo quedamos cinco", explica Ramírez, quien reconoce que la crisis ha afectado al negocio, "como a todos". "La clientela ha bajado un poquito, pero seguimos conservando clientes de hace muchos años, atraídos por la calidad de los productos que vendemos", afirma Ramírez, quien añade que "a la gente le da mucha pena que cerremos, por los artículos que tiene y por los años que hace que nos conocemos".

Referente

"Cuando se va la buena gente, siempre queda pena", afirma una clienta mientras mide con una cinta métrica una maleta rebajada a mitad de precio. Rosy, otra compradora de toda la vida, lamenta la desaparición porque "esta tienda ha sido un referente para Triana". Y es que para muchos clientes, la relación con los empleados es casi familiar. Muchos que venían antes de Telde o de Gáldar, se han ido quedando por el camino, a medida que abrían otros centros comerciales. Destaca que por el establecimiento ha pasado "gente muy importante", como el cantan te Luis Mariano, José Vélez, Mario del Monaco o Daniel Barenboim, Mary Santpere o Mary Carmen y sus Muñecos.

Manolo Ramírez recuerda que, al principio, en la segunda planta de la tienda había una boutique de ropa, que a finales de la década de los setenta desapareció para acoger las maletas, de las que siempre se encargó él.

Manolo es capaz de calibrar a ojo cual es el tamaño de la maleta adecuado para salvar con éxito los topes de cada una de las compañías aéreas de bajo coste; y también de que el cliente se vaya encantado, porque despliega buen humor y zalamería a raudales. "Yo no estudié mucho", admite.

"Aún no había cumplido los 15 años cuando empecé a trabajar, pero el comercio te enseña. Casado y con tres hijos, en estos 45 años no he hecho otra cosa que atender al público lo mejor que he podido. De cara al público uno no puede demostrar lo que siente. Por regla general, aquí viene muy buena gente, pero alguno llega con los cables cruzados y tú ya lo ves venir, desde que entra por la puerta". Pero él lo mira de reojo y siempre le dedica su mejor sonrisa.