Las ganas de pegarse un chapuzón en el mar y tomar el sol, tras el lluvioso y frío invierno que se ha vivido en la Isla, llevó ayer cientos de vecinos de Las Palmas de Gran Canaria a disfrutar de un día playero. La recomendación municipal de no bañarse en la playa de La laja por la presencia de vertidos de aguas fecales pasó desapercibida para muchos ciudadanos que se adentraron en esta parte del litoral de la capital, renovado tras la apertura de dos piscinas naturales. Alguno de los bañistas confundieron incluso la advertencia con el mal estado del agua y no por la contaminación de la misma.

La pancarta de advertencia, instalada el viernes a la salida del túnel de acceso a La Laja sobre una valla amarilla de las que se usa para cortar el paso a una calle o para seguridad de los viandantes ante una obra y bajo el cartel fijo de información sobre las piscinas naturales, era vista solo por los que se acercaban a esta nueva zona de esparcimiento, aunque la recomendación era para todo el tramo de la playa.

"Pensábamos que era por la corriente y porque hoy está batiendo fuerte el mar", señalaba Mari Carmen Cabrera, que junto a su esposo Antonio Sosa, habían bajado desde el barrio de Casablanca a la playa a pasar el día.

Lea la noticia completa en la edición impresa de La Provincia, en el PDF del periódico o en Orbyt