La Autoridad Portuaria de Las Palmas lidera el ranking nacional de tráfico de cruceristas en los primeros meses del año. Las estadísticas de Puertos del Estado al cierre del mes de febrero colocan a los muelles de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura como los primeros de todo el territorio nacional en el movimiento de turistas, en un periodo en el que España ha registrado un 39% más de pasajeros de cruceros con respecto al mismo tramo de 2013. El sector, en general, sigue apuntando al alza: las perspectivas que se manejan en La Luz son las de mantener en el presente ejercicio esta tendencia de crecimiento, que en la capital grancanaria ya ha generado importantes proyectos de inversión pública y privada. La familia Kiessling proyecta un gran acuario en Sanapú, el Puerto ya invirtió en la ampliación del muelle Santa Catalina y el Ayuntamiento de la capital grancanaria continúa remodelando el entorno del parque.

Todo, para mejorar los atractivos de la ciudad de cara a unos visitantes de procedencias diversas, que llegan en visitas cortas y que cada vez se deja ver con mayor frecuencia en Las Palmas de Gran Canaria... y en los muelles de Arrecife y Puerto del Rosario. Puertos del Estado contabilizó 284.150 cruceristas en enero y febrero en las tres islas canarias orientales, cuando en los mismos meses del año pasado se habían registrado 169.518. Santa Cruz de Tenerife también sube sus guarismos, pero menos: pasa de 182.307 a 221.844 pasajeros. Tras los muelles del Archipiélago en este arranque de 2014 se sitúan Barcelona (152.805 turistas) y Baleares (106.790).

En realidad, estas cuatro autoridades portuarias conforman las plazas fuertes del mercado de cruceros en España, que sigue creciendo. Es habitual que Canarias lidere los muelles españoles en invierno, en lo que constituye la temporada alta en las Islas. En verano, Baleares y Barcelona se convierten en los principales puntos de interés para el sector, siendo la capital catalana una de las primeras ciudades del globo en el tránsito de grandes buques turísticos, con varias terminales privadas en las que han invertido las grandes compañías que dominan el negocio, para garantizarse siempre un espacio propio para sus atraques.

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