La alerta se disparó ayer en La Luz a las 9.55 horas, justo cuando se detectó el incendio a bordo del buque Petenero, un viejo pesquero de bandera española que llevaba atracado en el recinto portuario desde hace 14 años. La basura y enseres acumulados a bordo terminaron por arder en uno de los días más calurosos del año, obligando a la intervención de los bomberos, Guardia Civil, Salvamento Marítimo y el resto de servicios de emergencias desplegados en el dique Reina Sofía, lugar donde se produjo el incidente. Del buque fue desalojado un único ocupante de origen africano, que ya con anterioridad había sido obligado por el Puerto a dejar otra embarcación desahuciada. La ONG Stella Maris se hizo cargo del marinero, mientras los remolcadores alejaban al pesquero intentando, sin éxito, acabar con las llamas. Finalmente, el Petenero se pudo hundir a ocho millas del muelle, para no afectar al tráfico marítimo.

Fueron más de siete horas de intensa lucha contra el fuego en el Reina Sofía, primero, y en la bocana y el exterior del muelle, después. Los servicios de extinción de incendios y remolcadores trabajaron bajo presión, incluso con dos hombres a bordo del barco incendiado, para evitar que éste se sumergiera en plena entrada y salida del tráfico mercante. Lograron su objetivo en torno a las 17.00 horas, poco después de que las llamas incendiaran la sala de máquinas del Petenero, que afortunadamente no contenía fuel.

El incidente, no obstante, fue subrayado por la propia Autoridad Portuaria como una prueba de los problemas que generan en el recinto un total de 32 buques abandonados, sin contar ya con el viejo pesquero hundido en aguas profundas. Así lo manifestó a pie de muelle el director del Puerto, Salvador Capella, quien lamentó que "estos barcos no sólo ocupan línea de atraque que podrían usar otras embarcaciones. También generan un importante coste de mantenimiento a la administración".

En este sentido, los buques desahuciados (aquellos barcos de la droga sujetos a procedimientos judiciales o navíos abandonados por armadores que no han asumido sus costes o deudas) ya impiden que las empresas del Puerto dispongan de más espacio para albergar al creciente tráfico de la flota que atiende a las plataformas petrolíferas o que atraquen los numerosos superyates que navegan en las cercanías de las aguas de La Luz durante todo el año. Por este motivo, la Autoridad Portuaria ha emprendido varios procedimientos de subasta con el objeto de destinar a la chatarra a estas viejas embarcaciones. El último se hizo público este mismo verano, para un lote de ocho buques por un importe total que ronda los 400.000 euros (el precio de salida fijado para el conjunto de ellos). En esta relación, sin embargo, no figura el Petenero.

Un atraque de 14 años

Aunque este viejo pesquero, de 51 metros de eslora y 8,2 de manga, ya fue sacado a pública subasta en 2007, en un intento fallido del Puerto por deshacerse de él. El buque fue construido por armadores japoneses en 1966, si bien su última bandera ha sido la española. Llevaba en el muelle desde comienzos del presente siglo, convertido en una gran pieza de chatarra flotante junto a la que estaban abarloados otros dos barcos hasta que se prendió fuego y tuvo que ser aislado por los servicios de emergencia.

En la misión de combatir las llamas una vez que el buque comenzó a ser arrastrado hacia el exterior del recinto participaron un remolcador de Salvamento Marítimo, otros dos remolcadores más pequeños en tareas de apoyo y el soporte de una embarcación extra. Todos, alrededor del pesquero, que no dejaba de arder pese a los esfuerzos desplegados por la operativa.

El momento de mayor tensión se vivió en torno a las 12.30 horas, cuando el barco fue desamarrado y remolcado hacia el exterior: si no resistía, el Petenero amenazaba con convertirse en un importante obstáculo justo en la entrada del Puerto. Superados esos minutos, todos en el muelle respiraron más tranquilos: el combate contra el incendio se prolongó, pero sin el peligro de amenazar el tránsito de otros buques. Al final, inundado por las mangueras y castigado por el fuego, el navío acabó en el fondo del océano.