Santa Catalina cuenta las semanas para disponer de una nueva plaza en su entorno. El Ayuntamiento de la capital grancanaria ha emprendido la última fase de los trabajos que convertirán el hueco de la antigua terraza La Marquesina en un renovado espacio libre para el tránsito de ciudadanos y cruceristas, justo donde confluyen las calles Simón Bolívar y Nicolás Estévanez. El proyecto se enmarca en la iniciativa municipal para lavar la cara a uno de sus enclaves más emblemáticos, y acompaña la reforma del viejo parque Santa Catalina y vías aledañas como la de Luis Morote. Todo, para incrementar el atractivo de la trama urbana de cara a los cada vez más numerosos visitantes foráneos que atracan en el muelle a bordo de los cruceros.

Un retranqueo menor para que los vehículos puedan salir a la avenida marítima completa una obra que cuenta con un presupuesto de 240.000 euros, y que ejecuta la contrata Construcciones Cristóbal Ortega. Las concejalías de Urbanismo y Turismo gestionan conjuntamente unos trabajos que vienen a dar continuidad al paso de los transeúntes entre el Parque Blanco (las ramblas de Juan Rodríguez Doreste) y la Plaza de Canarias, en la trasera del edificio Miller. Los servicios municipales esperan que el proyecto esté concluido a comienzos del mes de octubre.

La iniciativa se incluye dentro del Plan de Cooperación que el Ayuntamiento ha cerrado con el Cabildo de Gran Canaria, y viene a completar la última ampliación de aceras en el Parque Blanco, que ya han aprovechado los establecimientos del entorno para instalar sus terrazas.

En las últimas fechas los operarios han estado preparando la instalación de un nuevo pavimento, que se complementará con el ajardinamiento y el mobiliario urbano contemplado en el proyecto (bancos, bolardos y papeleras). La actuación incluirá el trazado del carril bici entre la plaza del Intercambiador y las ramblas.

En total, el Consistorio ha ocupado una superficie de 2.492 metros cuadrados, que se reconvierten ahora en una plaza de estreno, donde en los últimos años ha quedado sin uso el espacio de las antiguas terrazas de ocio que animaban las noches de la ciudad. Por un lado de Santa Catalina, la iniciativa municipal ha pretendido facilitar el acceso peatonal desde el Puerto hasta la playa por la calle Luis Morote. Por otro, el de las ramblas, se persigue el mismo objetivo. Siempre con el foco de atención en el tránsito de cruceristas que desembarcan en el muelle, mercado emergente en la ciudad.