Hablar del Hotel Cantur es hacer referencia al equipo de voley femenino de la ciudad. Su directora, Chity Hernández Sabater (Las Palmas de Gran Canaria, 1972), presidenta del club a finales de los años 90 después de que su familia, propietaria del establecimiento se animase a esponsorizar al conjunto, explica el potencial que tiene la ciudad como destino para la pretemporada de deportistas. Entre las innovaciones que proyecta para el hotel es abrir la azotea para tomar el 'brunch'.

¿Como directora de hotel está preocupada por el ébola tras los hechos de esta semana?

¿A qué niveles? ¿A los contagios que pueda haber aquí o a las consecuencias turísticas que de ello se puedan derivar?

A las dos cuestiones.

Pienso que hay un problema de desinformación muy importante. En principio, en nuestro sector; por lo que estoy informándome, hay un nivel muy bajo de contagio. Debería de haber un poquito más de información y de control en el Aeropuerto y el Puerto; ahí es donde está la historia. Dedicándonos en este país al sector turístico deberíamos de ser muchísimo más cuidadosos a levantar polémicas con respecto al ébola porque puede afectar a la hora de decidir un destino u otro. Es verdad que estamos en campaña electoral, pero las cosas se tienen que hacerse con mesura. Y los españoles no tenemos paciencia, no esperamos a las explicaciones. La información que nos llega es insuficiente y nos dejamos guiar por rumorologías.

Y en cuanto al impacto que puede tener en el turismo...

Estamos en un sistema económico muy sensible, con una situación muy frágil. Francia e Italia son competencia directa nuestra. Si montamos estos números se van aprovechar. Se habla de crisis del ébola cuando solo hay un enfermo. Desgraciadamente, forma parte de la vida contagiarse de algún virus cuando trabajas en un sitio público salvo que vayamos en una burbuja. No estoy preocupada; creo que hay que ser más prudente con las informaciones y tener más mesura.

¿Han recibido información o directrices de precaución directa de la Administración?

No, de ninguna administración.

En la crisis aviar, ¿ la tuvieron?

Sí pero muy tarde y mal. Ya habíamos buscado la información; colocamos los esprays para las manos.

¿Cómo abrió la temporada?

El hotel está lleno. ¡Hemos tenido un verano magnífico! Y prevemos que el invierno también lo va a ser. El mercado de cruceros es una oportunidad para la ciudad. Y todas las iniciativas que se están tomando han sido muy acertadas. Hay que remarcar el valor que tienen todos los empresarios - comercio, hostelería- en ponerlas en marcha. Aquí siempre ha habido un exceso de burocracia para hacer cosas y estamos haciendo muchas a marchas forzadas. Valoro positivamente las medidas para bajar la contaminación como lo de los parkings a la entrada de la ciudad. Eso nos coloca a niveles europeos. Que aún hay mucho por hacer; sí, pero había que empezar.

¿Y esa modernización a marchas forzadas no puede desembocar en que los proyectos no acaben bien?

Las administraciones pecan de ser muy cambiantes. Todo depende del que venga y, normalmente, éste nunca quiere continuar lo que hizo el anterior. Es cierto que no existe una programación pero la inmovilidad nos lleva a ningún lado. Desgraciadamente el consenso, la colaboración entre administraciones y entre las asociaciones empresariales cuesta. Nos cuesta reconocer el mérito ajeno. Y si una idea es buena hay que aprovecharla.

¿Cree que habrá problemas de alojamiento en la capital en febrero al coincidir la Copa del Rey de Baloncesto con el Carnaval?

El problema es que coincide además con la temporada de invierno. Aquí estamos teniendo solicitudes de grupos, aunque desconozco si son jugadores o aficionados. El problema de estos eventos es que son puntuales y yo tengo que priorizar a mis clientes de siempre. No puedo dejar tirado a la agencia de viajes ni al turoperador que me trae clientes siempre porque eso es pan para hoy y hambre para mañana. De todos modos, aquí nos gustan mucho los titulares del tipo No hay camas. Se crea una especie de pánico que, a la larga, se diluye. Lo mismo pasó en el Mundial. Se llenó pero no fue que vinieran legiones. Creo más en los congresos de 2.000 participantes que en este tipo de eventos, porque venir a Canarias cuesta. Es verdad que la Copa del Rey es muy importante y que sí va a mover a mucha gente porque tiene muchos seguidores. Pero, de ahí, a que llenemos. De todos modos tenemos el Sur y si no, que paguen. Porque también es una cuestión de precios.

O sea que a pesar de que venga mucha gente hay capacidad en la ciudad para absorberlos

¡Sería fantástico que viniera mucha gente! Pero, vamos a ver, es que el Sur está a media hora y un señor de Madrid, que vive en Villanueva de la Cañada y que tenga que ir todos los días a trabajar allí, no le cuesta nada. No se quedó la selección de Estados Unidos en el Sheraton para el Mundial... Los hoteleros de la ciudad tenemos una competencia muy cercana en el Sur; y ellos van a raspar. Siempre ha pasado así.

El hotel Cantur

Todo empezó porque teníamos un director; una bellísima persona, Santana, que había sido director del Sansofé. Colaboraba con el Guaguas y también con el entonces Sandra de Voleibol, creo que se llamaba. Nos ofrecieron esponsorizar al Guaguas o a las chicas y mi padre nos preguntó a mi madre y a mí, y dijimos que a las chicas. Entonces estaba Isidro Quintana de presidente pero decidió marcharse y nos quedamos con el equipo porque nos dio pena que no tuviera continuidad. Empezamos un nuevo proyecto y una nueva y bonita aventura que pasó por la Liga CEV, campeonas de la FEV, durante varios años, y llegamos hasta Campeonas de Europa. Gracias a eso estuvimos montando eventos a nivel europeo de voley durante cinco temporadas

¿El éxito deportivo sería bueno para la promoción del hotel?

En aquellos años, la zona del Puerto estaba muy abandonada y denostada, sobre todo la segunda línea de playa. Y, al menos, aquello sirvió para que a la gente le sonara el hotel. En Tenerife, por ejemplo, se nos conocía mucho e hicimos muchos eventos deportivos de nivel. Eso nos dio una gran experiencia. Sabemos qué necesitan los equipos, qué es lo que más valora un deportista, y eso es fundamental.

Los deportistas siguen siendo una clientela importante

Sí. Gracias a esa experiencia y ese conocimiento que adquirimos. Con la crisis, el deporte, sobre todo el amateur, se ha visto abandonado de la mano de Dios porque no existe una ley de mecenazgo que favorezca el mantenimiento de los clubes, es muy costoso su mantenimiento. Es una lástima para la ciudad no potenciar ese bagaje deportivo que hay. Tenemos grandes atletas y unas condiciones climatológicas e instalaciones que ya quisieran para si otros países. La ciudad debería empeñarse en ser un centro deportivo de pretemporada para la natación, el fútbol, baloncesto, deportes acuáticos....

¿Por qué hasta ahora no se había fomentado esto? ¿No había instalaciones adecuadas?

Las que tenemos ahora; el pabellón Arena es una maravilla, nos van a hacer atraer eventos de gran calado. El deporte coloca a ciudades en el mapa. Por eso es importante que la Unión Deportiva esté en Primera y que el Granca esté donde esté, que haya un equipo de voley, que salgan nadadores. Es importante que cuidemos a nuestros deportistas porque hacen de reclamo turístico y son un reflejo para nuestros jóvenes, la sociedad. Gran Canaria y Las Palmas de Gran Canaria no pueden ni deben estar inmóviles porque eso nos lleva a la muerte. Las tiendas de aceite y vinagre, por ejemplo, habría que volverlas a poner en valor porque son un reclamo para los turistas. Fomentar el deporte y la cultura es fundamental para que una sociedad esté sana.

Pero ¿por qué hasta ahora no se había visto ese potencial?

Durante los años que estuve como presidenta al frente del equipo de voley femenino costaba mucho porque los políticos medían la importancia de un deporte por los espectadores que van a él, porque son los que le van a votar. Es así de estúpido. Pero no se fijan en los shares de audiencia, la repercusión en redes sociales. Mientras nosotros no tengamos una visión mucho más global y menos localista no conseguiremos hacer lo que esta ciudad se merece. Mira el Auditorio, que es una auténtica preciosidad. Tenemos cosas pero falta mucho trabajo por hacer; incluso el de querernos a nosotros mismos.

¿A qué se refiere con el Auditorio? Algunos hoteleros han criticado su gestión, que no consigue atraer eventos para la ciudad.

El tema es complicado porque hay intereses encontrados ya que algunos hoteles somos competencia puesto que tenemos nuestras propias salas de eventos y les quitamos clientes. La verdad es que existe mercado para todos porque hay gente que no puede pagar el Auditorio y, además, no requiere de toda la parafernalia que ofrecen dichas instalaciones. La competencia es sana, nos obliga a pensar, a movernos, a cambiar.

Infecar también es otra instalación para congresos que ha caído en desuso. ¿Qué cree que ha ocurrido en este caso?

No lo sé. Creo que es un tema de promoción, de lo que se pone de moda en cada momento. Ahora tenemos el Auditorio y todo va para allá; e Infecar nadie lo quiere. Con eso de la burbuja inmobiliaria fabricamos y dejamos en desuso lo que teníamos. Hay también tres administraciones públicas y unas instalaciones dependen de unas y, otras, de otros. Todo eso crea confusión y como son de color político distinto pues cuando unos se ponen de acuerdo, otros no. También ha habido un problema de gestión. La Feria del Atlántico era una plataforma comercial muy importante. Aquí tuvimos muchos clientes francófonos y aprendimos mucho de la mentalidad africana. Y los mercados africanos van a acabar poniéndose en valor. Hay muchos empresarios del Puerto y de otras áreas que se están dirigiendo en esa línea. Aquí siempre hemos trabajado con las consignatarias, los armadores, los pesqueros japoneses, en su momento, y, ahora, las plataformas petrolíferas.

¿Esperan que Repsol se instale en el Puerto con las prospecciones?

No sé si lo hará pero ya tenemos clientela de plataformas. Aunque, ¡ojo! Preferiría que el modelo turístico y medioambiental cambiara haya o no prospecciones.

¿Por qué?

Tenemos un ecosistema muy frágil, que no lo cuidamos y que no se ha hecho una planificación. El mayor problema que tiene hoy Canarias es la basura; y eso no se ha arreglado. El modelo turístico tiene que cambiar, en la ciudad se están haciendo cambios. Nuevas iniciativas, productos. La ley de Turismo era muy rígida hasta que no se cambió; ahora se permiten productos que la gente demanda. Aunque tiene que haber un control mayor en el alojamiento ilegal, sobre todo aquí en el Puerto.

¿Está desacuerdo con el modelo de calidad que se propone?

Sí. Y si el Sur no está de acuerdo que el destino de calidad sea Las Palmas de Gran Canaria. No creo que un hotel de 800 habitaciones sea lujo, éste está en cosas más sencillas, en la exclusividad y en ser rigurosos con licencias, controles. Creo que vamos bien encaminados a que lo sea si sabemos explotar la ciudad con cabeza.

¿Cómo ve el que los centros comerciales abran el domingo?

El domingo es un día muerto para los turistas porque suelen irse los lunes. Hay que pensar que es mejor que puedan hacer sus compras aquí que no en el aeropuerto. Además, el consumo interno está cambiando. Ni las mujeres ni los hombres tienen tiempo para ir de compras. Hay que adaptarse. Nosotros trabajamos los 365 días del año y las 24 horas y no se nos caen los anillos. Y el empresario que explota a sus trabajadores... para eso esta Inspección Laboral.

¿Cuando la familia es hotelera uno está abocado a seguir el negocio?

No era hotelero, era aparejador, pero se metió en esta aventura. Primero lo explotó durante unos 20 años y luego lo compramos y reformamos íntegramente. Y nos metimos en la cadena Best Western, que es la cadena de hoteles independientes más grande del mundo. Pero no, adoro la hostelería. Para trabajar aquí hay que tener vocación, como los médicos. El día a día es muy distinto porque los clientes y sus necesidades lo son.

¿Qué ha aportado como segunda generación al hotel?

La continuidad y la ilusión que ya aportó mi padre. Los tres hermanos; mi hermano lleva la parte comercial y mi hermana se encargó de la renovación y el diseño, hemos seguido su estela pero aportando innovación porque estamos más formados en hostelería.

Este año hicieron un ERE ¿Cómo llegaron a ello?

Teníamos una plantilla sobredimensionada y había que adaptarla a los nuevos tiempos, servicios y a la situación real de la empresa. Me supo muy mal, lloré, porque había una vinculación con ellos.

¿Qué proyectos tienen?

Hemos puesto en marcha el gimnasio, que ha tenido muy buena acogida. Y estamos reparando la terraza para a partir de noviembre ofrecer los sábados el brunch.