¿Se pueden establecer algunos paralelismos entre las causas que motivaron la I Guerra Mundial y la situación bélica que hay en gran parte del mundo?

Lamentablemente sí. Me parece fundamental que se recuerde cómo y por qué fue la I Guerra Mundial porque podemos darnos cuenta de que hemos aprendido muy poco de nuestros errores. Se reproducen muchas situaciones. Por ejemplo, el auge de los nacionalismos, que fueron claramente una de las causas; están actualmente resurgiendo. Las motivaciones económicas, la posesión de los recursos, movieron; y lo están haciendo ahora, las decisiones que se tomaron. En política exterior los países no tienen amigos sino intereses. Las alianzas se están reproduciendo. Hay que estar atentos a lo que se está produciendo entre China y Japón; que puede ser un detonante. Hay muchísimos puntos en los que nos deberíamos parar a pensar para tratar de no repetir los errores. Tras la II Guerra Mundial las luchas se han jugado en tierra de otros - América Latina, África, Asia- ; conflictos de los que ni siquiera hablamos. Y en todos los lugares se están jugando, fundamentalmente intereses económicos, pero cada vez se nos está acercando más porque tenemos Ucrania a la puerta de Europa; otro claro enfrentamiento de bloques; en Siria, en el norte de África.

Fue corresponsal de Televisión Española en Hong Kong ¿Qué opina de las protestas del movimiento prodemocrático Occupy?

Inicialmente me sorprendió porque Hong Kong no se distinguía por un activismo, ni profundo ni extendido, prodemocrático. Hay que pensar que cuando era colonia británica tampoco era una democracia porque no se elegía al gobernador, lo nombraba Londres. Durante el tiempo que estuve hubo pequeños conatos pero ahora me sorprende la amplitud. Creo que responde a que la situación socioeconómica está peor de lo que estaba y lo que ello significa de falta de perspectivas para los jóvenes. Todo eso está causando un malestar, pero también quiero creer que debe haber algunas influencias externas. Interesadas en crear una cierta desestabilización en la zona de China.

¿Cómo puede acabar? ¿Cómo Tiananmen?

No creo. De momento, China juega a potencia mundial; que ya lo es, responsable, y no creo que vaya a ver una represión. Me da la sensación que van más por la segunda intención de que: ya se cansarán. Y de la de ir socavando el ánimo ofreciendo la zanahoria y el palo con amenazas soterradas. No de que te voy a mandar los tanques pero sí que te voy a quitar las becas, el de que van a tener más problemas económicos, no van a tener acceso al mundo del trabajo. Amenazas de la vida diaria, no bélicas, que es otra manera de atacar a las personas. No siempre las guerras son con balas. Actualmente estamos viendo, claramente, que las armas son los mercados y no los tanques.

Si se tuviera que marchar ahora a algún país de corresponsal ¿a dónde iría por su interés informativo?

¡Hay tantos frentes! Lógicamente tienes la idea de la zona de Siria pero es imposible informar desde ahí con mínimas garantías. Un continente que me interesa mucho es África y me gustaría poner la atención sobre él porque no se informa de lo que está ocurriendo. Ni de bueno ni de malo, que de las dos cosas hay.

¿Cómo ha visto la crisis que se ha producido en España por el ébola y el uso de las redes sociales por los afectados?

El ébola es un ejemplo clarísimo de la injusticia que hay en el Mundo. Porque, lo primero que debe preocuparnos es el ébola en África. Nos preocupa no como tal sino porque está empezando a afectarnos a nosotros. Es decir, la indiferencia de lo que ocurre en el planeta más allá de lo que nos afecta o creemos que nos afecta directamente a nosotros en vez de buscar responsables. Eso en primer lugar, y, en segundo lugar, creo que ha habido demasiado mediatización del problema. Y eso lo que da es mucha emoción pero muy poca información, que es lo verdaderamente importante. Creo que hay que exigirle a los medios responsabilidad. Se habla mucho del ébola y no de las diez muertes de legionella en Cataluña, de lo que no se ha dicho nada. O de los millones de personas que mueren todo los años de malaria en el mundo. O de los 1.600 niños diarios que mueren de diarrea. Nos centramos en un tema porque, en ese momento, mediáticamente es rentable. E insisto, nos interesa más el impacto que la importancia del mismo y olvidamos tratar otros temas que son igualmente importantes. Y respecto a lo que mencionabas, el ciudadano reacciona ante la ineficacia y la indiferencia de la política que sería la que tendría que gestionar este tipo de cuestiones a través de las redes sociales. Todo esto es muy importante como alerta para el periodista y puede ser el motivo de iniciar una historia pero, detrás de ese impacto emocional, lo tienes que ofrecer es conocimiento y, sobre todo, respecto por la intimidad de las personas. Lo dijo desde un principio la enfermera, que no quería que se diera información de su estado, y no se para de informar de ello. Como digo, siempre hay un interés y no es el de la mayoría sino el de conseguir audiencias y todos estos objetivos espurios que tiene en estos momentos el mundo mediático.

¿El periodismo tiene futuro con esta rapidez con el que se mueven las noticias por las redes sociales?

Si no somos capaces de recuperar la importancia y el valor de la calidad de la información estamos perdidos porque estamos haciendo otra cosa. No es lo mismo comunicar que informar. Y en este momento se está cayendo en que asistir en directo a un acontecimiento sea sinónimo de entenderlo. Y eso es mentira. Eso es ver no comprender. Y para comprender hay que saber dónde está pasando, conocer el por qué vienen las cosas y, sobre todo, preguntarse quién es el responsable de lo está ocurriendo y que parte de responsabilidad tengo como ciudadano en lo que sucede. Porque en la información del ébola estamos hablando mucho del virus pero alguien pregunta por qué hay Ébola en África en esas dimensiones y por qué no se hace nada para erradicarlo. Como ciudadano, exigir a mi Gobierno el que esos lugares tengan los recursos necesarios. Es decir, todo es una cadena. Y el gran mal, en estos momentos, es la injusticia, la mala distribución de la riqueza y de los bienes y de la escasez de preguntas. Damos por bueno que la alternativa al mundo que hay es la que hay y no otra. Y eso no es verdad.

El conflicto entre Israel y Palestina sigue abierto tras muchas décadas. ¿Hay visos de que mejore la situación tras las declaraciones del secretario general de la ONU esta semana en su visita a Gaza?

Soy bastante escéptica sobre este asunto. La ineficacia de la ONU para detener violencias y para propiciar, sobre todo, justicia ¡para todos¡ se ha visto en los últimos años. Pero mejor que haga estas declaraciones y no que no las haga. Pero si detrás no hay una voluntad real de querer llegar a resolver la injusticia, porque es la base de todo esto, no se resuelve nada. Será un parche. Y las cosas se arreglan buscando soluciones y no solo culpables.