Como si de una película bélica se tratase. Los vecinos del barrio capitalino de Las Coloradas se sobresaltaron la noche del miércoles por un estruendoso alboroto, que incluso despertó a algunos de los que no se habían ido muy tarde a la cama. Sonidos de balas y resplandores en el cielo nocturno se presentaron sin previo aviso y alarmaron a los residentes de la zona, pues muchos ni siquiera comprendían lo que estaba sucediendo en un principio. El origen y la explicación del escándalo se encontraban en el campo de tiro militar de La Isleta, en Las Coloradas.

Y es que la división de artillería antiaérea se encontraba realizando un ejercicio de práctica militar que, tal y como explica el coronel de la oficina de Comunicación del mando de Canarias, Leopoldo Genovés, se encontraba prevista "dentro de los planes de preparación de defensa antiaérea, que se tienen que llevar a cabo tanto de día como de noche".

Natalia Pérez, vecina del lugar, no recordaba algo así "desde hacía unos dos años", y sostiene que, "como no estábamos avisados, oímos un ruido raro y no sabíamos ni lo que era; personalmente me asusté y me preocupé mucho y al principio me puse a buscar por la casa a ver de dónde procedía el ruido".

A quienes también perturbó el asunto fue a las isleteras Rebeca Ceballos y a Cristina Peñate. "Pensaba que mi hijo no se iba a dormir", comenta la primera, mientras que la segunda reconoce que le disgustó sobremanera: "No me dejaron descansar", señala.

El ejercicio de tiro RAAA 94 consistió en el disparo sobre blancos aéreos no tripulados -teledirigidos- manejados en dirección norte sobre el mar. Según Genovés, la práctica se realizó entre las 21.45 y las 23.30 horas. "Como hay que hacerla también cuando hay oscuridad, siempre tratamos de llevarla a cabo lo más temprano posible por la noche", indicó el coronel.

No obstante, Pedro Quevedo, diputado del Grupo Parlamentario Mixto CC-NC, asegura a través de su cuenta de Twitter que ha preguntado al Ministerio de Defensa cómo es posible que se hayan realizado "maniobras tan ruidosas en Las Palmas de Gran Canaria hasta la una de la mañana".

En el escrito que el diputado adjunta, explica que "hasta la una de la madrugada se efectuaron ejercicios de tiro en el acuartelamiento del ejército situado en el barrio de la Isleta en Las Palmas de Gran Canaria, que generaron alarma y molestias a los vecinos". Asimismo, Quevedo pregunta si es razonable que se realicen este tipo de prácticas militares "a esas horas en unas instalaciones ubicadas en las cercanías de un barrio populoso".

La mayoría de los isleteros a los que sobrecogieron los ruidos no recuerdan una práctica con tanta intensidad como la que se realizó el miércoles, y muchos ni siquiera tienen presente que haya tenido lugar ninguna otra. Es el caso de Francisca Hernández, quien relata que "lo que yo oí fueron las balas; yo nunca antes había visto esto, la gente no podía dormir".

La portavoz del grupo socialista en el Consistorio capitalino, Isabel Mena, opinó que "no se pueden hacer maniobras militares en plena ciudad, de noche y sin avisar ni al Ayuntamiento ni a los vecinos. A juicio de Mena, "estas situaciones podrían evitarse" si existiese coordinación entre la delegada del Gobierno, María del Carmen Hernández Bento, y el alcalde de la ciudad, Juan José Cardona.

Por su parte, el candidato de CC al Ayuntamiento y secretario local de la formación nacionalista, Carmelo Afonso, declaró ayer que "el Ministerio de Defensa debe explicar por qué no avisó con anterioridad sobre las maniobras que se llevaron a cabo".

Además, criticó que, "sin previo aviso, los vecinos se despertaron con el ruido de los disparos e incluso muchas ventanas temblaron alarmando a la población". Por ello, reclamó a Cardona que diese "un ultimátum al Gobierno de España para no repetir maniobras en este espacio", y agregó que el regidor debe comprometerse "a intermediar para buscar una solución, porque hasta ahora lo único que ha demostrado es su incapacidad y la de su equipo para negociar un procedimiento que retire las instalaciones militares de la ciudad".

Genovés admite hallarse "sorprendido" por las quejas y el asombro de los vecinos ante los estallidos, pues asegura que "esta no ha sido la primera vez que se lleva a cabo" esta práctica. A Carmelo Peñate y Naira Martín, ambos de la zona, les pareció que, aunque el ruido "fue un poco exagerado, tampoco fue para tanto".