Gelu Barbu mamó el arte desde el momento de su nacimiento en la ciudad rumana de Lugoj, en 1932. Hijo de Filaret Barnu, uno de los grandes compositores de música folclórica y opereta de su país natal, inicia sus primeros estudios a los siete años con Delia Barlea y Edith Potoceanu -ambas alumnas de la fundadora del expresionismo alemán, Mary Wigman-. Más tarde, sus andaduras continuarían en la capital donde estudia danza clásica, moderna y rítmica.

Fue en 1949 cuando le contrataron para el cuerpo de ballet de la Ópera de Bucarest. Un año más tarde, la beca que recibe le permite especializarse durante cinco años en la Academia de Coreografía de la antigua Unión Soviética, en Leningrado. Allí, en el teatro Kirov, comparte escenario con profesionales rusas de la talla de Alla Shellest, Ninel Petrova, Nina Timonfeyeva o Caleria Fedicheva. No serán las últimas estrellas con las que actuará, pues en 1955 regresa a la Ópera de Bucarest como primer bailarín, donde trabajó con Beryl Grey -bailarina inglesa que encarnó a Odette en El lago de los cisnes compuesto por Chaikovski-. Precisamente cuando se encontraba de gira por Alemania del Este con el ballet de su país, en 1961, protagonizó uno de los episodios más difíciles de su vida: cruzó el Muro de Berlín con la excusa de comprar unas gafas, pero con el verdadero objetivo de alejarse del comunismo. Comenzó entonces para Gelu Barbu una nueva etapa en la que trabajó para la televisión alemana y fue contratado como primer bailarín en la Ópera de Oslo o Múnich, y más tarde en la de Núremberg.

No fue hasta 1966 cuando el artista aterrizó en la Isla, en busca de un clima benévolo que hiciese más llevadera su grave lesión de espalda. Fue aquí donde el bailarín se reinventó y, arropado por la brisa de Las Canteras, sembró la pasión de la danza clásica en muchos jóvenes del Archipiélago. El primer paso para ello fue la apertura de la Escuela de Ballet de Las Palmas Gelu Barbu, la primera en las Islas que abordaba esta disciplina, de la que han salido talentos como Miguel Montañez, Wendy Artiles, Óscar Millares, Sergio Perdomo, Paco Grimón, Heather Robertson, Elisabeth Mateo o Lorenzo Godoy, entre otros tantos.

Se metió de lleno en el círculo cultural canario en el que compartió inquietudes con Felo Monzón, Pepe Dámaso, César Manrique o Lothar Siemens. Apostó en sus primeras coreografías en Gran Canaria por una fusión entre lo clásico y lo contemporáneo, bailando piezas de Chopin, Pierre Henry, Bartok, Chaikovski, Stockhausen, Bellini, Ravel o Luis de Pablo. Pero también homenajeó con sus creaciones a Manolo Millares, Blas Sánchez, Julio Barri, Sindo Saavedra, Guillermo García Alcalde o Néstor Álamo. Al mismo tiempo, colabora en escenografías con Lola Massieu o Lorenzo Godoy.

Su larga trayectoria, le hace ser también protagonista de la entrega que el rey Don Juan Carlos I le hace del título de Hijo Adoptivo de la ciudad, en el Teatro Pérez Galdós, por iniciativa del exalcalde Juan Rodríguez Doreste. Un homenaje que secundó después el escritor Antonio Pita, con la publicación de la biografía de Gelu Barbu en 2002 y Gustavo Socorro con el documental de 47 minutos sobre la vida del bailarín, bajo el nombre de Arte en el exilio. La última aparición pública del genio de la danza de origen rumano fue el 29 de abril de 2012, cuando por el Día Internacional de la Danza, quisieron rendirle tributo en el Centro Cultural Guayres del municipio norteño de Gáldar.