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The Loft, un apartamento de lujo

Una vivienda de 1907 de Triana se convierte en un moderno establecimiento turístico de la mano de los arquitectos José Antonio Sosa y Evelyn Alonso

Habitación del apartamento de la planta baja. JUAN CARLOS CASTRO

Modernidad y clasicismo. Una dualidad difícil de encajar en espacios residenciales con más de un siglo de historia pero que cuando se logra esa simbiosis es como si los edificios tuviesen una segunda vida. Esto es lo que respira nada más entrar en el umbral del número 17 de la calle Torres, en el barrio de Triana. El edificio, una vivienda en desuso de tres plantas construida en 1907 por el arquitecto Fernando Navarro de estilo neoclásico, ha sido reconvertida en un alojamiento turístico que invita al huésped a disfrutar de la ciudad como un vecino más en pleno casco histórico con el confort y la comodidad de los tiempos que corren. The Loft, como así se llama el establecimiento de tres apartamentos de lujo, tiene el sello personal de los arquitectos José Antonio Sosa y Evelyn Alonso.

La vivienda familiar, en la que hace años se estableció Enmarcaciones Toledo y el taller de la diseñadora Aurelia Gil, ha sido transformada en tres apartamentos tipo loft - uno de ellos a dos niveles- acogedores y luminosos para que los clientes gocen de la estancia en Las Palmas de Gran Canaria desde el primer momento en que suelten las maletas.

El arquitecto José Antonio Sosa, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, catedrático de la Universidad y creador junto a Magüi González de la ciudad de la Justicia; uno de sus últimos trabajos, compró la vivienda hace dos años sin saber muy bien el destino final de la misma, tras prendarse de la elegancia del inmueble, de las posibilidades que ofrecía su interior y de su ubicación. En pleno centro de la ciudad pero en una calle con pocos comercios que permiten al viajero adentrarse con rapidez en el bullicio de la urbe y tener un remanso de paz para descansar tras callejear por ella.

"Compré la casa con el proyecto de reformarla, pero sin saber qué me iba a encontrar en cuanto a su estructura. Me gustó porque era muy abierta y flexible para convertirla en otra cosa diferente a una vivienda y, al mismo tiempo, me permitía transformarla en el día de mañana en una nueva residencia", asegura.

Los arquitectos pensaron primero en reconvertir el inmueble en su estudio de trabajo pero, finalmente, optaron por lanzarse a la aventura y transformarlo en un alojamiento turístico urbano dado que profesionalmente también ha rehabilitado hoteles en el Sur de la Isla y ambos son muy viajeros.

Tanto Sosa, que participó en la rehabilitación de las Casas Consistoriales, como Alonso, ganadora de la Medalla de Oro de la Bienal de Miami Beach, tenían bien claro que el establecimiento que crearan debía tener un concepto distinto a los que ya existen en Las Palmas de Gran Canaria y que el inmueble debía destacar por sí mismo para que el viajero viniera a la ciudad no solo por el encanto de sus más 530 años de historia y de sus reclamos culturales y climatológicos sino para disfrutar de su estancia en la vivienda, tal y como ocurre ya en otros destinos.

"La demanda de la gente ya no es igual a la de antes. El viajero quiere algo especial. Y solo lo que tiene un valor arquitectónico -cultural acaba siendo rentable", reflexiona el arquitecto para explicar el por qué se decantaron por diseñar tres apartamentos con personalidad propia en un edificio catalogado y protegido del casco viejo.

"El viajero quiere disfrutar de una experiencia individual. De un espacio moderno que tenga al mismo tiempo todos los servicios que tiene en su casa", añade Alonso, la otra mitad de este proyecto arquitectónico que ha sabido armonizar la estructura de una casa del principios del siglo XX con las necesidades del hombre del siglo XXI sin estridencias, manteniendo al máximo el carácter original de la casa y reciclando todos aquellos elementos, tanto de la vivienda como del posterior comercio, que se pudieran recuperar para particularizar y embellecer el inmueble sin "vulgarizar el edificio usando sucedáneos".

Con estos parámetros, los arquitectos han diseñado tres loft diferentes y amplios - unos 50 metros cuadrados cada uno- tanto en la distribución como en la decoración para acoger a parejas o matrimonios con un niño como máximo. Los apartamentos, muy confortables y luminosos ya que se ha aprovechado la altura de los techos y los grandes ventanales, cuentan con una pequeña cocina y con un baño completo. Uno de ellos, el de la planta baja, está diseñado en dos niveles.

De la antigua vivienda se ha rescatado la espectacular escalera de madera, con su primer escalón de granito y que da acceso a la azotea, de uso común para los clientes y forrada de listones de madera de encofrado claro que llevan aún las señas de identidad de su fabricación.

La pieza, en muy buen estado de conservación, resplandece en el interior blanco del edificio como si de una escala al infinito se tratara, aunque engaña al espectador en los últimos tramos con una chapa pintada que desde la entrada al inmueble parece una nueva escalinata. Es uno de los detalles originales de estos reconocidos profesionales.

También se han recuperado los grandes ventanales con su carpintería y aldabas de otros tiempos, la madera de los techos y la piedra de cantería que luce en su fachada. Además de sacar a la luz en la entrada del inmueble el ladrillo con el que se construyó la vivienda.

Con las piezas de madera más deterioradas se hicieron mesas, aparadores y biombos para los apartamentos y se dio nueva vida a las viejas lámparas del comercio con un toque de color más alegre.

"Es muy importante reutilizar lo que ya existe; es muy contemporáneo en arquitectura. No solo por conciencia ecológica sino porque demoler una vivienda es hoy en día muy costoso porque la ley te obliga una selección muy cuidadosa de los vertidos además del coste que supone el vertedero", argumenta Sosa, mientras su compañera agrega que ayuda "al mantenimiento de la artesanía", del profesional de antaño que trabajaba a conciencia para que los objetos durasen años.

A The Loft ha llegado gente procedente de Estados Unidos, China, Rusia, Inglaterra, Suiza y de otras partes del mundo. "Son un público muy especial, muy selecto, con grandes intereses culturales que vienen tanto por trabajo o por vacaciones a la ciudad", apunta Sosa.

La apertura del establecimiento ha sido todo un éxito desde que se abrió al público en primavera y ha sorprendido a los propios arquitectos que, aunque novatos en el ámbito turístico, han querido que los huéspedes se sientan vecinos de Triana. Tanto es así que no descartan emprender otra aventura similar, aunque son conscientes de que con las casas ilegales el sector "está saturado".

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