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Entrevista. Sacerdote

Simón Pérez: "El padre Claret fue un revulsivo para la religión después de una época de crisis"

"La publicación recoge una relación de todos los sacerdotes y religiosos que han pasado por la diócesis", explica el autor del libro sobre la presencia del clero en la diócesis de Canarias

El padre Simón Pérez, ayer, en la iglesia de La Luz. SANTI BLANCO

¿Qué se va a encontrar el lector que abra su libro?

El libro que presentamos es una reseña de todos los curas que han existido en la diócesis de Canarias, desde el siglo XIX hasta la actualidad. Están recogidos unos 2.400 curas, más o menos y unos mil religiosos, así como las parroquias más antiguas con la relación de sus párrocos y algunos dibujos y fotografías de su aspecto inicial. Además hay una introducción en la que se cuenta la evolución de la Iglesia católica española durante esos dos siglos y en Canarias, en particular, debido a las distintas corrientes ideológicas del momento, la política, visión de la Iglesia.

¿Cuánto tiempo ha tardado en recopilar tantísimos nombres de curas y parroquias?

Pues en este libro he trabajado durante diez años, claro que no todos los días, porque durante 30 años fui profesor de la enseñanza pública.

¿Puede contar alguna curiosidad de esa introducción?

Empezamos con la invasión napoleónica en España, porque es una fecha emblemática en la que había cierto apoyo a las ideas francesas por parte del clero más ilustrado, pero no del pueblo sencillo. Después seguimos con el reinado de Fernando VII, con toda la problemática de las Cortes de Cádiz, donde intervinieron cuatro personas de las cuales tres eran curas: Gordillo, que es un personaje destacado; Key, que era de Tenerife y Padrón, que era de La Gomera. Ellos tuvieron un papel muy importante, que además indica el peso que tenía el clero en aquel momento en una sociedad que estaba poco evolucionada, en la que había mucho analfabetismo y los curas tenían más cercanía al pueblo y eran valorados. Se crearon entonces dos corrientes: el absolutismo y el liberalismo y esto influyó también en otro sacerdote, Graciliano Afonso, que era un persona muy bien preparada que tuvo hasta conflictos con Fernando VII

¿Y eso?

Porque firmó un documento, junto a otro diputado, diciendo que el rey no estaba en condiciones de gobernar y se tuvo que ir a América, donde dio clases y participó en algunos movimientos independentistas, aunque después volvió. Tiene una calle aquí en Las Palmas, porque fue uno de los más emblemáticos de su época. Luego estaban los ilustrados como Viera y Clavijo, que es de los pensadores más importantes que hemos tenido en Canarias. Luego entramos en los problemas que tuvo la Iglesia tras la desamortización de Mendizábal, que provocó que en muchos lugares desaparecieran los religiosos. Aquí había muchos franciscanos, dominicos...

¿Se fueron todos?

Claro, de aquí fueron expulsados. Algunos, que eran de aquí se quedaron, pero fue una época de hambre, porque de golpe y porrazo un obispo tenía que empaquetar cien frailes a los que había que buscar trabajo en aquella época donde la población era muy menor que ahora. Fueron tiempos difíciles para el clero hasta que llegó el padre Claret, en 1848. Lo trajo el obispo Codina y fue un auténtico revulsivo porque conectó muy bien con la gente. Y resurgió la religiosidad canaria.

¿Qué hizo él?

Él era un santo. Tenía una capacidad de trabajo enorme. En el año y pico que estuvo aquí, se pateó Gran Canaria de arriba abajo, en un tiempo en el que no había carretera, eso le dificultaba atender a la gente, porque, además, la sociedad canaria era rural, solo había pequeños núcleos como Las Palmas de Gran Canaria, pero poco más. También fue un revulsivo para el seminario, que estaba prácticamente abandonado, y él recomendó al obispo que trajera a los jesuitas, que vinieron y supusieron un gran estímulo a nivel formativo hasta que fueron expulsados en la famosa revolución de 1869. Y ya a finales del siglo XIX apareció el padre Cueto, que había sido rector de la universidad de Manila, y logró una mayor armonía en la sociedad canaria. Él dio un gran cambio en la formación con la Universidad Pontificia, haciendo que el clero pudiera obtener títulos aquí, porque hasta ese momento había que irse para ello a la Península. Esto fue así hasta el año 34, cuando se suprimieron estas universidades en muchos sitios, porque la Santa Sede se volvió más exigente.

¿Qué hay desde el siglo XX hasta la actualidad?

Se da otra situación. Los conflictos, como en el resto del país, aparecieron con la República. Tuvimos al obispo Serra Sucarrats, que fue destinado de aquí a Castellón y fue fusilado por su condición religiosa. Después resaltó el obispo Pildain, que estuvo aquí 30 años. Era un gran defensor de la justicia, que además luchó para liberar a algunos presos políticos como el famoso Corredera (Juan García, desertor del ejército en la Guerra Civil con vínculos posteriores al Partido Comunista y que fue condenado a muerte después de matar a un guardia civil en su huida en 1958). Igual que algunos curas, como el de Cardones, don José Déniz, que era llamado el Curandero, y que metía en la iglesia a todo el que se lo pidiese, fuese de la ideología que fuera.

¿No tenía en cuenta la ideología en pleno Franquismo? Ahí la Iglesia estaba posicionada.

Aquí se daban las dos tendencias: unos a favor de Franco y otros no. Este era un hombre sencillo y le parecía una injusticia que se matara a la gente y como Pildain era también de ese pensamiento, tenía su apoyo. Por eso fue un hombre interesante. Después de la época franquista, llegó el Concilio Vaticano II. Esto supuso un cambio en la Iglesia que generó en nuestro clero un pequeño conflicto, porque algunos eran partidarios de mantener cosas y otros no. Llegó Infante Florido, que era más aperturista, y el clero fue cambiando. Durante la transición se produjo un enorme movimiento social y eso también provocó una crisis y muchos sacerdotes se secularizaron.

¿Qué puede decir del clero del siglo XXI?

El clero actual es menos numeroso. Está muy bien formado, en general, empezó a haber más posibilidades de enviar a los que valen a estudiar fuera, hay más títulos. Ahora convive un clero joven y menos numeroso, con los de mi época, cuando hubo una proliferación de vocaciones.

¿Y a qué cree que se debe ese receso evidente de vocaciones?

La sociedad ha cambiado, es menos religiosa que antes. Y la familia también ha cambiado, antes no había problema en que un hijo o varios quisieran ser sacerdotes, era una alegría, ahora para muchas familias es un drama.

El papa Francisco ha tenido una buena acogida, en general, gracias a su cercanía y sus medidas. ¿Podría suponer su figura otro revulsivo para la religión católica?

Creo que el Papa está ayudando mucho a otra visión de la Iglesia, más cercana. Pero más allá de lo que pueda influir él o un obispo, es el ambiente cultural, social e ideológico. El Papa es bien recibido, ahora vamos a ver si la gente cambia, porque ahora no nadie se compromete.

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