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Azoteas activas

El regreso de Calero evidencia el potencial de las cubiertas de la ciudad como recursos de ocio, cultura y, en general, bienestar común

Azoteas activas

""Hay que subir más a la azotea". Juan Luis Calero siempre lo tuvo claro y por eso en su momento puso en marcha el programa La azotea de Calero, que felizmente vuelve a dirigir y presentar en Televisión Española en Canarias los domingos de 18.30 a 19.00 horas. En un reportaje como éste, sobre el potencial de las azoteas de Las Palmas como recursos de ocio, cultura y, en general, bienestar común, la experiencia del humorista, que usa como platós las azoteas vecinales del Archipiélago, resulta de especial relevancia.

"Las azoteas tienen un carga estética tan cercana que no la vemos, no terminamos de focalizarla con nitidez", señala Calero. El programa usa como platós improvisados azoteas particulares por las que desfilan vecinos que muestran la diversidad de sus aficiones y destrezas, ya sea hacer taichí, tocar el timple, bailar danza clásica o preparar ensaladilla rusa. "Se trata, dice, de sacar a los no visibles, a quienes no suelen aparecer en primera plana de televisión, y de hacer un canto a la individualidad, no a la masa perezosa que no habla". El humorista se pone serio y añade "en los barrios hay una extraordinaria actividad cultural, toda una franja de gente que no tiene donde asomarse. En este sentido La Azotea va en contra de la cultura institucionalizada que ha dejado herida a eso que llaman nuestra identidad". Muy pronto, el humorista ofrecerá a los vecinos del barrio de Pedro Hidalgo la posibilidad de asomarse a este programa que demuestra que se puede hacer televisión de calidad con presupuestos de risa.

Quizá sea una mutación cultural que esté en la atmósfera, el caso es que en otras ciudades españolas comienzan a aparecer iniciativas empresariales que buscan activar las azoteas en el marco de lo que ha dado en llamarse la economía colaborativa. Una de ellas es Upstairs BCN, que Florenci Guntín Gurguí codirige con Kiko Escudé. Esta plataforma pone en contacto a propietarios de azoteas de zonas emblemáticas de Barcelona con profesionales de la cultura y el ocio para hacer actividades de observación astronómica, horticultura, microteatro, gastronomía, circo de pequeño formato, rutas y paseos por las azoteas, o, como en los próximos días, un taller de apicultura y cata de miel.

Guntín, que conoce bien Las Palmas porque fue un tiempo vecino de La Puntilla, explica que su empresa tiene alrededor estudios de arquitectura que con la crisis de la construcción se han especializado en la rehabilitación azoteas y en hacer informes de seguridad y acceso, así como abogados especializados en propiedad horizontal. Su proyecto, subraya, se inscribe en el marco de la economía colaborativa "que parte de un bien en desuso, en este caso tantas azoteas vecinales, al que se le saca un rendimiento económico en el que todos, vecinos, plataforma y público ganan".

En relación a las posibilidades de las Palmas para iniciativas como ésta, el codirector de Upstairs BCN señala: "Si hay una ciudad que me ha cautivado por su clima y por el tipo de vida que permite esta es Las Palmas. Es un lugar que invita a la vida en común al aire libre. En Barcelona tenemos el límite del clima en nuestro proyecto, en invierno nuestra actividad bajará bastante, será solo diurna, pero Las Palmas, con su temperatura, tiene unas posibilidades inmensas. El aprovechamiento de las azoteas en desuso -remarca Guntín- es un campo apenas explorado en esta ciudad y con muchas posibilidades".

Para Juan Palop-Casado la imagen de la cabra en la azotea asociada a la estampa de la posguerra en Las Palmas -y otros puntos del Archipiélago- como complemento alimentario en una época de penuria, se puede renovar con cultivos hidropónicos de última generación -sin tierra-. El arquitecto y urbanista, director de la oficina LPA (Lab for Planning and Architecture), es un gran defensor de las azoteas como lugares de producción alimentaria y también energética en el contexto de las llamadas infraestructuras verdes.

En Francia, indica Palop, el concepto de azotea verde está incluido dentro del concepto de infraestructura urbana verde, y en ella se combinan la escala doméstica y la urbana. El urbanista explica así mismo que el Plan de Infraestructuras Verdes de Barcelona también contempla este recinto abierto que remata los edificios y que los arquitectos modernos llamaban "la quinta fachada".

Por lo que toca a Las Palmas, el arquitecto señala que barrios como Arenales, Pedro Hidalgo, Guanarteme o La Isleta tienen incorporado en su ADN muchos de estos aspectos y sólo esperan a que los urbanistas lo intensifiquen. "No hay espacio, dice al respecto, más socialmente asumido y menos urbanísticamente desarrollado que la azotea".

En cualquier caso, en la visión de Palop, no caben solo las azoteas vecinales sino también las de los equipamientos públicos. "Espacios como las azoteas de los aparcamientos de Las Palmas o la del Mercado Central, que tiene 3.000 metros cuadrados, pueden ser recintos a colonizar, pueden convertirse en las nuevas plazas públicas de la ciudad densa".

De modo que, además de tender la ropa en ellas, las azoteas capitalinas pueden ser espacios activos para el encuentro ciudadano, la generación de cultura, la producción de alimentos y energía, la obtención de beneficios económicos y, en general, el bienestar común. Todo es cuestión, como dice Calero, de subir a ellas más a menudo y, además de tender la ropa, pensar en las posibilidades de la cultura colaborativa.

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