Nació en la localidad gallega de Ferrol, pero Manolo Pazos se considera muy canarión porque es aquí donde ha pasado la mayor parte de su vida. Amante del mar, fue director técnico de la Federación Española de Vela, así como entrenador del equipo nacional para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000. El año pasado recogió el Premio del Deporte de Gran Canaria Jesús Telo por su trayectoria. En unos días la ciudad le otorgará el reconocimiento de Hijo Adoptivo.
En unos días recogerá el título de Hijo Adoptivo de la ciudad, ¿cómo se siente?
Para mí es un honor recibir el título de Hijo Adoptivo de Las Palmas donde llevo viviendo 58 años, nada menos. Aunque no he nacido aquí, me siento canario y, en este caso, grancanario.
¿Cuándo comenzó a navegar usted aquí?
Comencé a los 11 o 12 años, en el viejo Real Club Náutico que estaba en el parque Santa Catalina. Ahí empecé con la clase Snipe y mi maestro y la primera persona con la que navegué fue Jesús Quevedo. A él le engañé un poco porque le dije que sabía navegar y no tenía ni idea, pero confió en mí y a partir de ahí empecé a dedicarme a este tema. Estos son los comienzos deportivos, los profesionales vienen después.
¿Cómo arrancó su carrera profesional?
Estudié Náutica en Tenerife y trabajé como Marino Mercante. Estuve navegando, sobre todo, en barcos pesqueros. Cuando se creó la Escuela de Vela en Puerto Rico me ofrecieron colaborar y lo hacía el tiempo que estaba en tierra y no tenía que trabajar. Empecé con gente como Toni Arias, Ventura Quevedo. Después, Joaquín Blanco, que era presidente de la Federación, me ofreció llevar la parte técnica y empecé a trabajar con los regatistas de la clase Optimist, que es la clase infantil que se creó aquí por los años 70. A partir de ahí fue promocionando a nivel nacional e internacional y hasta la fecha.
Empezaron de cero en la clase Optimist. ¿ Qué puede contar de esos inicios?
La vela infantil aquí prácticamente no existía, se practicaba el Snipe. Los chicos jóvenes iban allí, pero era un barco más duro donde no se formaba a patrones, solo a tripulantes. A partir de ahí la clase Optimist salió el internacional y Joaquín Blanco, como presidente de la Federación, con algunos más, pensaron que sería una clase ideal para los chicos con un barco pequeñito de 2,3 metros y vela cuadrada, y así se montó la Escuela de Puerto Rico y empezamos a traer barcos de fuera, porque había que importarlos. Creamos un equipo de regata, nos fuimos al primer campeonato de España que se celebró en la Manga del Mar Menor en el año 74. En esa competición ya participaron los hermanos Doreste, Jerónimo Mejías y un montón de gente más que plantaron la semilla para que esto fuera creciendo. Después de la clase Optimist se trajo otro barco, el Moth Europa y posteriormente, Enrique Hernández y Vicente Monzón trajeron la 420.
¿Y usted?
Yo también navegué en la clase Finn. Y empezaron a llegar mis reconocimientos a nivel canario, porque teníamos muy buenos resultados en los campeonatos nacionales, y también a nivel internacional porque asistía con los equipos españoles a las pruebas mundiales. En mi currículum hay como seis o siete campeonatos del mundo que ganamos durante esa época. A partir de ahí Luis Doreste y Domingo Manrique me llamaron para que fuera su entrenador para las Olimpiadas de Barcelona 92, que fue donde ganaron la medalla de oro. Es para mí un enorme orgullo haber podido contribuir a esa victoria. Antes de eso había hecho una preparación con Joaquín Blanco hijo, navegábamos prácticamente todos los días con la clase Finn para preparar los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Esta es un poco la trayectoria hasta terminar de director técnico de la Federación Española de Vela.
¿Cómo fue esa etapa de su vida en la Federación Española de Vela?
Primero fui con el Comité Nacional Juvenil, llevaba todas las clases juveniles a nivel nacional y me desplazaba por toda la Península para ir haciendo entrenamientos, crear escuelas de vela e infraestructuras. Este fue un proceso largo. Después fui entrenador del equipo nacional durante tres Olimpiadas y fui entrenador, prácticamente durante 25 años de los equipos nacionales juveniles en los campeonatos del mundo y he tenido la suerte de tener unos regatistas profesionales con los que he tenido un montón de éxitos profesionales y creo que les he ayudado a conseguir lo que han conseguido.
¿A cuántas personas ha podido entrenar usted?
No lo sé. El otro día estábamos mirando el palmarés de los equipos canarios, no solo de aquí de Gran Canaria porque también he trabajado con gente de Tenerife y Lanzarote también, y no sé, calculo que solamente canarios han pasado por mis manos más de 300 chicos. A nivel nacional gente con éxito casi todos. Que estén en la élite y fueron alumnos míos y les entrené durante una época, ahora están en el equipo Olímpico Onán Barreiros y Juan Curbelo o, por ejemplo, Alicia Cebrián, que es de Tenerife y fue junto con Martina Reino, que es de aquí de Gran Canaria. En tercera generación está Joaquín Blanco.
¿Hay una buena cantera de regatistas ahora?
Sí, de hecho, a nivel nacional en la clase Láser, que es una clase muy extendida a nivel internacional con más de ciento y pico mil barcos que navegan en todo el mundo, te puedo decir que un campeonato del mundo donde hay más de 300 participantes los equipos canarios son punteros, sobre todo, en la clase 4.7 y Láser radial. Yo me jubilé hace un año y hasta hace poquito estuve trabajando con ellos y son personas con bastante talento y en la clase Optimist pasa exactamente igual. Hubo un pequeño receso porque siempre hay tiempo de espera donde baja el nivel, pero ahora ha vuelto a subir y tenemos niños excepcionales y en el último campeonato de España hicimos pódium en todas las categorías.
¿Cree que la ciudad está fomentando la vela?
La ciudad está limitada un poco en este sentido porque ha ido creciendo y la mayor actividad la lleva el Real Club Náutico. También aporta el Club Victoria, con los cursillos de verano, pero con el tema de que dentro de Las Canteras no se puede navegar por la seguridad de los bañistas, tienen que hacerlo por fuera de la barra y eso, a veces, no es posible. O la Escuela de Vela de la Federación insular de Vela que aprovecha la playa de Las Alcaravaneras, para hacer cursillos en verano. Donde sí colabora el Ayuntamiento es a través de la concejalía de Ciudad de Mar, con Mimi González, que además fue alumna mía, estableciendo una zona en Las Alcaravaneras para que la gente pueda navegar, con una barrera para no molestar a los bañistas. Hay también proyectos en el Cono Sur, en la zona de San Cristóbal que no se han llevado a cabo, aunque pienso que ya tenía que haberse hecho un centro de entrenamiento de alto nivel para Canarias, porque aquí durante el invierno viene mucho regatista extranjero y no tenemos dónde colocarlo, pero nos quedamos sin fondos porque coincidió con la construcción del Estadio de Gran Canaria. Tampoco creo que haya voluntad política para hacerlo.
