Los barrios capitalinos de la Feria del Atlántico y Ciudad Alta aún sufrieron ayer los efectos de la borrasca, con lluvias que provocaron inundaciones en la calle Reina Mercedes, pero a las nueve de la mañana ya se habían reabierto todas las carreteras de la isla, con la excepción del Cenobio de Valerón y del tramo de El Risco a La Aldea, cerrada por desprendimientos desde el pasado viernes.

Mientras sigue evaluando los daños económicos, el Cabildo de Gran Canaria anunció la llegada de una nueva borrasca para los próximos días y la posibilidad de que se produzcan lluvias tormentosas "muy difíciles de prever", que en determinadas circunstancias pueden provocar riadas como que las cortaron la autovía del Norte por cuatro puntos distintos: los túneles de Julio Luengo, Tinoca, El Altillo y la Cuesta de Silva.

Por tanto, el gobierno insular prolonga hasta el fin de semana el Plan Insular de Emergencias, un dispositivo que moviliza a 300 personas de los distintos servicios de protección del Cabildo, de los ayuntamientos y de los cuerpos de seguridad, según informaron ayer el consejero de Medio Ambiente y Emergencias, Juan Manuel Brito, y el de Obras Públicas, Ángel Víctor Torres.

Ambos comparecieron junto al director técnico del Plan de Emergencias y máximo responsable del Cecopin, Federico Grillo, para explicar los motivos del caos de tráfico en las carreteras del norte durante la tarde-noche del martes, en el que miles de ciudadanos quedaron bloqueados durante cuatro horas.

"Las tormentas locales son imprevisibles, tenemos que estar atentos al radar de la Aemet para enviar a los medios de protección hacia esas zonas; aunque las tenemos previstas, no sabemos en qué sitio concreto pueden aparecer", declaró Grillo, quien advirtió que esas lluvias puntuales se pueden repetir en las próximas horas.

El Plan Insular de Emergencias se activó desde el martes de la semana pasada, en principio por una alerta de viento y riesgo de incendios forestales, con un conato el jueves en Santa Brígida. Y el viernes llegaron las lluvias al sur de la Isla y a La Aldea, que provocaron los desprendimientos del Andén Verde y obligaron al cierre de la carretera a partir de El Risco.

"El fin de semana se mantuvo activado el Plan de Emergencia pese a que la borrasca se desplazaba hacia la Península, y seguimos atentos a la evolución del tiempo en fase de prealerta", comentó Grillo, quien subrayó que las tormentas locales "son nubes que se desarrollan en lugares de la Isla a sotavento, en zonas sin viento, y tienen un importante desarrollo vertical que genera lluvia en un sitio concreto y durante mucho tiempo".

"Son nubes que casi no se desplazan, por lo que es muy difícil determinar con tiempo de antelación cuándo y dónde van a descargar", recalcó el técnico de emergencias del Cabildo. Puso como ejemplo que el martes hubo una primera tormenta aislada en el sureste de Gran Canaria que dejó 60 litros por metro cuadrado, otra sobre la capital que rozó los 50 litros en Guanarteme y La Isleta, y otra en la costa norte, con epicentro en Moya, que superó los 58 litros.

Esa noche, ya de madrugada, "hubo otro episodio tormentoso en la costa de La Aldea, que por fortuna descargó mar adentro ", desveló Grillo. Los precedentes más cercanos de este tipo de fenómenos meteorológicos habría que buscarlos en el año 2009, en la riada de Tasarte y en las inundaciones de las localidades tinerfeñas de Los Realejos y Puerto de la Cruz.

Juan Manuel Brito, que la noche del martes dirigió por primera el operativo de emergencia en el Cecopin, aseguró que "son fenómenos bastante imprevisibles", pero "en cierta medida no cogió desprevenidos a los efectivos del Cabildo" porque llevaban una semana movilizados.

Movilización

"El operativo está formado por unas 300 personas, pertenecientes al Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, Protección Civil de los ayuntamientos, bomberos de Las Palmas y de San Bartolomé, las consejerías insulares de Obras Públicas y de Medio Ambiente y el Consejo Insular de Aguas", resaltó Brito, quien consideró que "el nivel de respuesta es bastante satisfactoria en general". A su juicio, se actuó "de forma inmediata", incluso con riesgo para el personal que trabajó durante muchas horas bajo la intensa lluvia.

La Guardia Civil también movilizó a todos sus efectivos de tráfico en el norte de la isla y muchos agentes acumularon hasta más de 10 horas de trabajo ininterrumpido, según informaron fuertes de esa institución. Una de las actuaciones de la Guardia Civil fue "escoltar en dirección contraria" a la maquinaria del Cabildo que acudió a la riada de Tinoca, pues el atasco impedía llegar hasta la guagua y los vehículos accidentados, según recordó Ángel Víctor Torres.

El consejero de Obras Públicas fue el encargado de explicar los motivos del colapso de tráfico en la autovía del Norte, la GC-2, y resaltó "la prudencia y la paciencia" de los conductores durante las peores horas del atasco y también en la mañana de ayer, pues la circulación fue más lenta y generó retenciones en los túneles de la Cuesta de Silva y en la entrada a la capital.

"Tuvimos que reorganizar los distintos servicios de carreteras porque había retenes preparados en la cumbre y en medianías, donde también llovió, pero de forma escasa. Se redistribuyeron los operarios hacia donde estaba el colapso de tráfico y trabajaron de noche y bajo la lluvia para poder ir abriendo las carreteras", puntualizó Torres, quien recordó que "en un momento hubo hasta seis carreteras con problemas de desprendimientos y se tuvieron que cerrar".

Brito y Torres también dieron explicaciones a los grupos de la oposición del Cabildo en una comisión solicitada por el PP. Al respecto, el portavoz de los populares, Felipe Afonso El Jaber, denunció "el apagón informativo, la falta de previsión y la incompetencia por parte de los responsables políticos del Cabildo ante el caos vivido" el martes, "con miles de conductores atrapados durante horas en el interior de sus vehículos y retenciones de tráfico kilométricas".