Un tramo de la calle Álamo, en el Risco de San Nicolás, sufrió un derrumbe por las lluvias del martes pasado. Los vecinos escucharon un estruendo "sobre las tres o cuatro de la tarde", indica Carmen Suárez, vecina del barrio, que confiesa que por momentos temió que "la casa se viniera abajo".

Suárez vive a unos escasos diez metros de donde se produjo el desprendimiento. "Por la mañana los niños jugaban con los lagartos ahí", dice, a la vez que asegura que es una suerte que "no se cayese más". Su casa es de tres plantas, y la carretera es de apenas dos metros de ancho, por donde no pueden pasar dos coches a la vez. "Lleva casi un año cerrada y ahora pasa esto, a ver si lo solucionan", comenta.

El concejal de Aguas del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Roberto Santana, se presentó ayer por la mañana con los técnicos del Consistorio para analizar la infraestructura. "El derrumbe es consecuencia de las lluvias", dice el edil, que desvela que no hay peligro de más desprendimientos por el momento. "Los técnicos de la Unidad Técnica de Aguas del Ayuntamiento han estudiado el terreno y han descartado la posibilidad de que se caiga", explica Santana.

El concejal de Aguas ha asegurado que hoy mismo comenzarán las obras para reparar el socavón que se creó en la calle Álamo. "La obra se realizará bajo el Plan de Emergencias del Ayuntamiento", comenta el edil. Según los técnicos, las viviendas no corren ningún peligro de derrumbarse, y las tuberías y cañerías que pasan justo por debajo del asfalto no se han visto dañadas. "Están a un metro del agujero", dice Santana, señalando la zona por la que pasan.

Las obras, que comienzan esta mañana, las ejecutará Emalsa, y consisten en poner un talud de 20 metros alrededor del socavón. "Se rellenará y se contendrá con tierra para evitar futuros desprendimientos", explica el concejal.

Suárez no teme por la seguridad de las casas, pero sí por la de los transeúntes que pasan por la calle. "Yo misma pasé por la mañana y me asomé en el mismo muro", comenta. La zona que se desprendió es un lugar al que acuden los niños y curiosos del barrio para dar de comer a las lagartijas. "Échales un par de tomates y verás como asoman la cabeza", explica el vecino Francisco Quesada, que visita el lugar para comprobar si los reptiles continúan vivos. En el muro de la calle Álamo da el sol durante toda la mañana y el medio día, con lo cual es "un buen lugar para los lagartos", comenta Quesada, que reconoce que viene cada día a alimentarlos, "cada día son más y viene más gente a verlos", sentencia.