"La lluvia casi se nos lleva", comentan en tono jocoso dos hombres que se cruzan en el paseo de Las Canteras, uno de ellos descamisado. Y es que la tromba de agua que cayó el pasado martes y anegó varias zonas de Las Palmas de Gran Canaria parece algo ilusorio y lejano con los 26 grados que marca sistemáticamente por la mañana el termómetro de la playa. No obstante, y a pesar del buen clima con el que amaneció el día, el legado del chaparrón sigue latente. Y si no que se lo pregunten a los que ayer, fregona en mano, todavía recogían los estragos que causó el aguacero o a los que tuvieron que sacar sus vehículos de los garajes que quedaron totalmente anegados.

No hace falta irse muy lejos para comprobarlo. Mismamente en la tienda Yamamay del centro comercial Las Arenas se aprecian varias humedades en paredes y mobiliario. Desde antes de volver a abrir las puertas al público, en torno a las 7.30 horas de la mañana, Carla Blanco, la encargada, Yasmina Monzón y Nayra Hernández acuden al establecimiento para limpiar. "Ayer [por el martes] la policía nos obligó a irnos porque volvía a haber amenaza de lluvias fuertes, así que hemos tenido que venirnos temprano", explican.

El local donde las tres jóvenes trabajan fue uno de los más castigados por el diluvio que cayó la tarde anterior. Todo ocurrió en cuestión de minutos, aseguran. "A mí me llamaron y me vine a sacar el agua que nos llegaba por el tobillo. El problema es que aquí al lado se formaba un charco enorme por como está el suelo y por más que sacábamos el agua nos volvía a entrar", arguye la encargada, quien afirma que nunca antes habían vivido algo similar. Por suerte, el encharcamiento no llegó al almacén donde tienen la mercancía, ni a la ropa, pero sí que han sufrido varios desperfectos, sobre todo en los muebles. "Los del escaparate hemos tenido que quitarlos y llevarlos dentro para que se sequen", cuentan las chicas mientras dan los últimos repasos al suelo con la fregona.

Desde Plantaciones, Margot Rodríguez también lo vio todo. A ellos no se les anegó mucho el puesto que tienen en medio del enclave comercial, apenas se les entró algo de agua por la cocina y un poco en la parte de la terraza. "Pero las niñas de las tiendas estuvieron como una hora achicando agua", asegura quien fue previsora y cerró el establecimiento antes de que les llegase la orden por parte de los cuerpos de seguridad. "Era una pasada cómo se veía el agua cristalina correr por aquí y a última hora hasta se empezó a filtrar por los focos".

Sin embargo y a pesar de todo esto, ayer, no había ni rastro del desastre en las zonas comunes de Las Arenas. Una persona ajena a lo que ocurrió el martes perfectamente podría haber pensado que el de ayer fue un día normal. "Las limpiadoras se quedaron hasta la una, por lo menos", comentan en Douglas.

No obstante, a lo largo de la pasada jornada sí que tuvieron lugar medio centenar de incidencias, entre las 13.30 y 14.30 horas. Dos garajes de la Urbanización Reina Mercedes se inundaron y en el paso subterráneo de la GC-23 se cerraron al tráfico un par de carriles, lo que provocó 45 minutos de retenciones. Asimismo, en la calle Galicia explotó un cuadro de luz, si bien los mayores percances tuvieron lugar en Ciudad Alta, según fuentes municipales.

El nivel de emergencia de prealerta continúa, siguiendo las recomendaciones de la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias. Y es que el chaparrón que cayó el martes, pasadas las seis de la tarde, dejó 140 incidencias, sobre todo en el distrito Isleta-Puerto-Guanarteme. Afortunadamente, no hubo que lamentar daños personales, aunque se produjeron numerosas inundaciones y e incidentes. En las 15 horas que se mantuvo en activo el Plan Municipal de Emergencias (Pemulpa) por fenómeno meteorológico adverso, el Ayuntamiento movilizó a 313 efectivos entre agentes de Policía Local, Movilidad, Bomberos y Protección Civil, y operarios de servicios municipales básicos como Limpieza, Vías y Obras, Parques y Jardines y Alumbrado.

Entre los percances más repetidos a causa de la tromba caída del martes están las inundaciones en vías, locales, viviendas y garajes (con 30 casos alertados al Cemelpa); una quincena de infraestructuras de saneamiento y alcantarillas levantadas; diez semáforos inoperativos y 11 deslizamientos de terreno y caída de piedras y cascotes a la calzada. Además del cierre durante algo más de una hora de los túneles de Julio Luengo por la acumulación de agua y la inundación del aparcamiento de la empresa municipal Sagulpa bajo la plaza del Pilar, que obligó a desalojar a 300 coches hasta el viernes (cuando se prevé que termine la labor de achique), durante toda la noche y la mañana de ayer.

Para garantizar la seguridad de los escolares del municipio, efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) y de Protección Civil, inspeccionaron a primera hora el estado de una docena de colegios y escuelas infantiles públicas situadas junto a laderas o zonas sensibles a los efectos de la lluvia. Asimismo, el Servicio de Limpieza de Playas movilizó a 21 trabajadores para volver a dejar en perfecto estado la playa de Las Canteras, donde dos de los tres balnearios se anegaron, aunque abrieron con normalidad a las 9.00 horas. Estos operarios también trabajaron en la limpieza de la arena de lLa Cícer de piedras y restos vegetales arrastrados por el agua que corre por el barranco de La Ballena y desemboca a esta altura de la playa. "Hacía años que no llovía aquí así, fue demasiado", apunta Paulino Mujica, quien charla con Francisco Cardona, ambos vecinos de la zona del litoral. "Lo peor fue cómo reventaban las alcantarillas de la calle Almansa para arriba y nunca las arreglan", asevera Cardona.