Magnus Reslow mantiene que el mar es su amigo después de sobrevivir a olas de diez metros de altura en la costa de Portugal en un barco velero de apenas seis metros de eslora. El 17 de agosto de este año Magnus estaba de compras en la ciudad noruega de Kristiansands. Aunque pensaba realizar un viaje de cuatro o cinco semanas, cargó en su pequeño velero comida para cuatro meses: arroz, cuscús, cebollas, papas? Y agua para cuarenta días, porque no sabía que el viaje iba a durar casi tres meses y que la noticia de su desaparición saldría el pasado 15 de octubre en el diario sueco de mayor tirada, el Expressen.

Salió el 19 de agosto desde Noruega con destino a Gibraltar. Magnus quería volver a su antigua vida de marinero trotamundos. La enfermedad de su madre lo obligó a pasar algunos años seguidos en tierra, y eso no le sienta nada bien a este lobo de mar que a los quince años gastó sus primeros ahorros en la compra de un velero. A esa edad dejó los estudios y un año después reunió unas miles de coronas suecas para comprarse un barco mayor, pero en la tienda de náutica le dijeron que como no era mayor de edad tenía que presentar la autorización de sus padres.

El padre de Magnus también fue capitán de barco y llegó a tener un cargo en la Dirección de Marina Mercante de Suecia. Pero fue capitán de barcos a motor, Magnus aprendió por su cuenta a llevar los barcos de vela. Y no le ha ido mal como autodidacta.

Un mes después de partir de Escandinavia, Magnus se encontró en la costa de Portugal con una fuerte tormenta. Este vikingo que acaba de cumplir 56 años tuvo que poner en práctica todo lo aprendido en cuatro décadas de vida marinera.

"Las olas de diez metros no me daban miedo, lo que sí me preocupaba es que se pudiera romper el mástil", destaca. El velero volcó varias veces y, cuando logró controlarlo, se quedó más tranquilo. Aunque después de la tormenta en Portugal los días fueron diferentes, pues "dormía menos tranquilo, solo pocas horas y siempre estaba pendiente de no perder el control del barco".

El marino sueco reconoce que "dejé de contar los días que llevaba en mi velero para no asustarme". El mar fue llevándolo hacia el sur y no pudo seguir la ruta prevista hacia Gibraltar.

"Recé"

Pero la tormenta en Portugal no fue lo peor del viaje. "Los momentos más duros fueron cuando me quedé sin agua". Magnus nos cuenta que sabe que "morirse de sed es muy doloroso, por eso me angustié cuando vi que se acababa el agua". No se considera un hombre religioso "pero creo que debe existir algo, yo miré al cielo y le pedí que lloviera y comenzó a llover".

Entre las pocas cosas que lleva en su velero hay un bidón con capacidad para 30 litros, Magnus lo puso en la cubierta y la lluvia fue abundante y logró llenarlo. "Pero no fue suficiente, se me volvió a acabar el agua y volví a pedir lluvia", dice Magnus con una sonrisa y aclara que no es nada religioso. "No te creas que estoy en ningún grupo religioso, pero cuando me veo en esas situaciones pido ayuda a los cielos", explica.

En abril de 2007 vivió una tormenta parecida en Italia. Pero esa vez no le faltó el agua sino el aire. Le dio un ataque de asma y se quedó inconsciente. "Cuando me desperté 24 horas después no sabía dónde estaba", relata.

Solo y sin referencias, encendió una bengala y se puso a escribir una carta de despedida a su familia. Gracias a la señal, la guardia costera italiana lo pudo localizar y acudió a su rescate. La tormenta reapareció cuando remolcaban a Reslow en su velero, que se volcó y los guardas tuvieron que rescatar al vikingo de entre las olas. Al final de aquella aventura, su barco encalló en las costas italianas y fue saqueado. Aunque la tormenta en Italia fue dura, Magnus reconoce que este viaje que acaba de culminar en Gran Canaria "fue mucho más peligroso".

Al marino sueco le gusta escribir. En un diario va anotando sus vivencias en la mar. Conoce casi todos los puertos del Mediterráneo. Aunque su primera imagen en un barco es de cuando tenía cinco años y transcurrió en Inglaterra. "No recuerdo en qué sitio estábamos, era un barco que llevaba mi padre. Sé que mi hermano me gastó una broma, me dijo que moviera el timón hacia el lado contrario y casi tuvimos un accidente".

Dejamos atrás la infancia y sin entrar en la crónica rosa desmiente el mito de que los marinos tienen un amor en cada puerto, aunque guarda un recuerdo especial para una novia griega. "La conocí cuando estuve viviendo en la isla de Poros", cuenta. La relación duró seis años pero no logró enraizar al vikingo en la tierra. La enamorada recorrió el Mediterráneo con Reslow y todavía son buenos amigos.

Dos máquinas de coser

En Grecia pudo vivir gracias a dos máquinas de coser Singer que lleva en su velero, funcionan con dos placas solares. Las mujeres de Poros se acercaban al velero de Magnus con sus cortinas para que las cosiera. También arreglaba las velas de otros barcos.

Pasó años en Grecia porque fue testigo de la muerte accidental en un barco de otro marinero. Tuvo que esperar al juicio y mientras "hacía trabajos que me conseguía la policía griega y me pagaban en negro, claro". Magnus se hizo amigo de la policía después de que su velero pasara indemne una inspección. "¿Cómo achica usted el agua si entra aquí?", le preguntaron y el vikingo enseñó un balde. "¿Dónde está el baño aséptico?", interrogaron y le puso una tapa al mismo balde. "¿Y el extintor para el fuego?" Llenó el balde de agua y la tiró, para probar que así podía afrontar un incendio.

A pesar de que tras la tormenta en la costa de Portugal algunas noches sintió que había tiburones merodeando por su velero, este aventurero sueco dice que volvería a repetir el mismo viaje. "Pensé que sabía todo de los barcos de vela, pero en este viaje aprendí muchísimo". Horas después de que el velero de Magnus echara el ancla en el muelle deportivo, unos terroristas asesinaban a más de cien personas en París. El marino sueco se enteró de los atentados parisinos por un francés que estaba en el muelle deportivo. "Yo estaba muy bien en el mar, estuve tres meses sin conocer las noticias, el mar es mi amigo y en mi velero me siento seguro, las cosas malas que me han pasado siempre han sido en tierra".