Llegó a ser una de las empresas más importantes del Archipiélago. Conectaba a diario Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife con un artefacto revolucionario, un híbrido entre barco y avión. En los últimos tiempos, su presencia en el Puerto de La Luz se ha ido minimizando a una conexión con la Península que se ha mantenido décadas después de su puesta en marcha. Es la naviera Trasmediterránea, que este año cumple un siglo de historias escritas sobre los mares españoles.

Para recordar su paso por las Islas, la Asociación Canaria de Coleccionistas Marítimos (Accomar) prepara una exposición en el Museo Elder que se estrenará en mayo y para la que quieren que también participen todas aquellas personas que aún mantengan algún recuerdo de la empresa. Aunque Trasmediterránea se constituyó en noviembre de 1916, no fue hasta los años treinta del siglo pasado cuando su estampa por las aguas canarias comenzó a ser habitual.

Como indica José Juan Rodríguez Castillo, presidente de Accomar, desde su fundación operó la línea con el territorio español peninsular, pero el verdadero impulso lo propició la fusión con Compañía de Vapores de Correos Interinsulares Canarios, fundada por la empresa Elder, que se encargaba de unir las ínsulas. Desde entonces, la compañía madrileña forjó su relación con las Islas, que fue in crescendo con el paso del tiempo hasta la pasada década.

De los correíllos al jef-foil

Rodríguez Castillo recuerda los que se llamaron correíllos negros. Eran el Lanzarote, La Palma, Gomera, Viera y Clavijo o el bautizado como León y Castillo. Estos se encargaron de transportar a los viajeros de una isla a otra en el interior de unos buques cuya particularidad era el color de sus cascos: el negro predominaba por encima de cualquier otro de la paleta cromática. De ahí, su denominación como correíllos negros, como recalca el presidente de Accomar, que añade que ello se debía a que habían sido construidos en los astilleros de Belfast, la capital de Irlanda del Norte, el mismo que puso a flote el afamado Titanic.

Esta parte de la historia de la naviera tendrá un apartado dentro de la muestra que prepara la asociación. Otra de las épocas que se rememorarán en las instalaciones del Elder, donde Rodríguez Castillo detalla que Trasmediterránea inició su posicionamiento en las Isla al albergar allí su sede, será la que protagonizó el jet-foil. Los casi 25 años de presencia de esta particular embarcación en el Puerto tiene detrás infinidad de detalles, de recuerdos y de anécdotas. Miguel Ángel Adán, quién fuera jefe de mantenimiento del aparato inventado por la compañía aérea Boeing, tiene marcada en su mente la fecha en que comenzó a trabajar entre las dos capitales canarias: 7 de agosto de 1980.

Aquellos 27,28 metros de eslora y 8,53 de manga , que tenía capacidad para transportar a 294 pasajeros, revolucionó el transporte interinsular. Eran tiempos donde Binter aún no sobrevolaba con sus pájaros verdes por los cielos de las Islas y las conexiones entre las dos ínsulas capitalinas dependían sobre todo de ferris como el Villa de Agaete y el Ciudad de Laguna, que realizaban el trayecto en tres horas.

Aquel tiempo se acortó hasta los 80 minutos que la 'cuca volona', como la bautizó la sociedad isleña, gastaban para llegar de una ciudad hasta la otra. Adán recuerda que la puntualidad era casi británica. "Se consiguió el récord de mil viajes seguidos sin tener ninguna demora superior a los 15 minutos", apunta. Aunque también reseña que de vez en cuando la llegada se posponía algunos minutos más. Ocurrió con la formación del Parlamento de Canarias durante la década de los ochenta. El antiguo trabajador de la naviera comenta que aquel día la sesión se tuvo que retrasar porque los diputados grancanarios viajaban en el jet-foil, que había tenido una avería y salió con retraso del muelle de Santa Catalina.

El paso de este híbrido no estuvo exento de incidentes. La presencia de cetáceos en alta mar provocó que en más de una ocasión colisionara contra las ballenas en pleno trayecto. Para evitarlo, la naviera instaló un sistema, el denominado Whales Detecting Apparatus, que iba acoplado en los singulares patines con los que la cabina de aquel artefacto flotaba sobre el Atlántico. Sin embargo, fue uno de estos contratiempos el que marcó el final de una época para Trasmediterránea en Canarias. Sucedió el 19 de julio de 2005, cuando ya el servicio tenía fecha de caducidad para la compañía, que había previsto su finalización a finales de ese mes. Aún hoy día no se sabe qué ocurrió. "Las investigaciones eran complejas y creo que finalmente no se detectó contra qué chocó, jamás fue verificado", declara Adán.

Sucedió en un momento de declive de la naviera en el Archipiélago. Ya Binter estaba afianzada en los vuelos interinsulares y Fred Olsen 'volaba' entre Agaete y Santa Cruz de Tenerife con unos catamaranes que además permitían transportar vehículos. Trasmediterránea intentó competir con otro buque de dos cascos, el Milenium Dos. Tres meses sirvieron para comprobar que nada o poco tenía que hacer para luchar contra la línea que zarpaba desde el puerto de Las Nieves para arribar en la isla de enfrente en cosa de una hora.

Todo ello hizo que Trasmediterránea fuera disminuyendo su presencia en el Archipiélago. Era el adiós de 25 años, durante los cuales pasaron por las terminal de Santa Catalina hasta cinco jets: Princesa Voladora, Princesa Guayarmina, Princesa Guacimara, Princesa Dácil y Princesa Teguise. Todos ellos continúan activos en Hong Kong, donde conectan la ciudad china con Macao.

La empresa ha realizado desde entonces varios intentos para reactivar las conexiones entre islas, como el caso del ferri Las Palmas de Gran Canaria, que en 2011 trató de hacer la competencia a Naviera Armas y Fred Olsen con billetes a precios reducidos. Seis euros costaba el pasaje para viajar hasta Morro Jable. Todo quedó en un intento fallido. Poco después la línea desaparecía.

A pesar de ello, la marca Trasmediterránea se mantiene en el recuerdo de los canarios como un realizador de sueños, conectando familias isleñas durante decenas de años y también afianzando la unión con la Península, como realiza en la actualidad con el Entrecanales y el Albayzin, que semanalmente atracan en la Luz aunque ya con la imagen de Acciona, que desde 2002 es su principal accionista. Y Accomar pretende recordar este primer siglo de la naviera con una exposición que se inaugurará en mayo.

Juan Francisco Martín, otro de los miembros de la asociación, espera que de esta forma se puedan recuperar objetos que coleccionistas y ciudadanos conservan en sus casas. Y es que, como detalla Rodríguez Castillo, uno de los objetivos es presentar el máximo número de piezas posibles, incluso de aquellas personas no adscritas a la asociación. Para ello, destaca que se expondrían bajo un seguro. "Queremos que estos objetos, donde los herederos no tienen donde colocarlos, no acaben en el vertedero de Salto del Negro", señala Martín. Para ello, piden a los interesados que acudan a su sede situada frente al edificio de la Autoridad Portuaria.

En la muestra, cuya apertura coincidirá con la Feria Internacional del Mar (Fimar), entre el 6 y el 8 de mayo, se proyectaran documentales como Correíllo de La Palma o historias como el hundimiento del Ciudad de Málaga, que zozobró en plena bahía de la capital al colisionar con el buque británico Cape of Good Hope el 8 de enero de 1936. El suceso quedó en un susto pues sus 119 ocupantes pudieron ser rescatados.

José Juan Rodríguez Castillo quiere a su vez agradecer la colaboración que han recibido desde la compañía Acciona Trasmediterránea, que además durante este año conmemorativo organizará otra exposición itinerante por los puertos españoles.