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La aguaviva solitaria

Los tentáculos del pelágico provocan escozor agudo e hinchazón al entrar en contacto con la piel

La aguaviva solitaria

Intenso dolor, escozor e hinchazón es lo que pueden experimentar los bañistas que sean picados por las aguavivas que ayer se avistaron en la costa de la playa de Las Canteras. Aunque de momento no existe una gran cantidad de estas, se estima que la peligrosidad puede ser alta debido a que se trata del tipo fragata portuguesa. Por este motivo la Cruz Roja izaba la bandera amarilla por la mañana como aviso de la presencia de este conjunto de organismos que se asocian y los percibimos como un todo, que tienen voluntad propia y que son altamente venenosas.

Los pelágicos viajan por el océano a través de las corrientes marinas provenientes del Atlántico Norte hacia el Sur y el cruce con las de agua caliente del Golfo. Normalmente las aguavivas se encuentran en la parte externa a la barra, pero la pleamar y las fuertes corrientes las acercan hasta la zona de baño. Estos organismos son arrastrados a la orilla por la falta de depredadores del entorno, como las tortugas bobas, por eso se hace extraña su presencia en esta época del año.

La peligrosidad estriba en la picadura, que de tratarse de la fragata portuguesa, podría ser muy tóxica. Sus tentáculos pueden llegar a medir entre 50 centímetros y un metro; por eso la Cruz Roja realiza batidas y patrullas para determinar la cantidad que pueda haber en el agua y decretar qué tipo de aguavivas son las que hay. Según el protocolo, se elevará la alerta de amarilla a roja si estas son muy venenosas o existe gran cantidad de personas afectadas, por lo que se avisa a Red Promar para el seguimiento.

Juan Antonio Corujo, responsable provincial del Servicio Preventivo Acuático, afirmaba ayer por la tarde que la situación se encuentra controlada, pero insta a los bañistas a mantener la precaución estos días para evitar la picadura de esta especie que tanto daño provoca. En caso de sufrirla recomienda acercarse a cualquier punto de la Cruz Roja para ser tratado y evaluar el daño. "Muchas veces el rejo se rompe y se queda incrustado en la piel. Por eso lo primero es retirar los posibles fragmentos", explicaba Corujo. Posteriormente la zona se lava con agua marina y suero fisiológico para aplicar, por último, hielo local para bajar la inflamación. "Si se trata de una picadura de carácter leve, el efecto doloroso e inflamatorio desaparece al pasar una hora aproximadamente". Sin embargo en caso de que la picadura provoque en el paciente un edema de gran superficie, mareos o incluso dificultad respiratoria, tendrá que ser trasladado a un centro sanitario para aplicarle antihistamínicos precisos.

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