¿Tiene la capital un patrimonio natural rico?

Y tanto. De hecho, sus principales hitos son naturales: montañas de La Isleta, playa de Las Canteras, istmo, barranco Guiniguada -desgraciadamente sepultado en su tramo final-. El barranco de Tamaraceite es un museo geológico al aire libre y el cantil de La Laja tiene también gran valor patrimonial, lo mismo que el relicto del gran arenal de Guanarteme en La Minilla. Los restos de la Terraza de Las Palmas, en El Rincón, Altavista, El Polvorín y otros vestigios pliocénicos, son, además, lugares de gran importancia fosilífera, como El Confital.

¿Es valioso también lo plantado en la urbe por el ser humano?

Por supuesto. El biólogo Carlos Suárez, miembro de la plataforma, insiste en árboles que debería valorar toda la ciudadanía, como las cycas del Hospital San Martín, la gran araucaria junto a la Fundación Mapfre o las cinco palmas supervivientes, de las siete que hubo en donde se acabó construyendo el barrio llamado, justamente, Siete Palmas, cuando empezaron a dejarlas morir. Después de que cayeran los dos palmitos centenarios de San Nicolás, en parte por desidia institucional, Carlos nos ha llamado la atención también sobre las cuatro palmeras que están en el pórtico de la huerta del Pambaso y que el Ayuntamiento debería cuidar como relevo generacional de aquéllos. En fin, el Parque Doramas es la joya de la corona de la jardinería de Las Palmas, pero el Parque Rústico en Barranquillo Viera "Parque de las Cucas", hecho también por Nicolau Maria Rubió i Tudurí, debe ser puesto en valor porque es el mejor corredor peatonal entre las plataformas mal conectadas de Ciudad Alta y la ciudad baja.

¿Se protege lo suficiente actualmente?

Le contesto solo por lo que toca a lo que reivindicamos en el manifiesto, más que nada porque lo suscriben instituciones y personas con puntos de vista antagonistas sobre cuestiones como la Ley del Suelo. La normativa municipal vigente sólo protege los árboles endémicos, que necesitan autorización para ser talados, aunque estén en recintos privados. Pero ni siquiera esto se hace cumplir: En este mandato se ha arrasado un importante jardín de Ciudad Jardín para hacer un jardín de infancia y con él se talaron dragos y acebuches protegidos. Pues bien, en vez de tomar las correspondientes medidas, la concejala de Parques y Jardines, Inmaculada Medina, a la que por supuesto le compete la pérdida de importantes jardines públicos y privados de la ciudad, declaró que aquello no era asunto suyo porque se había hecho en un recinto privado. Ni un lamento siquiera por la pérdida de un importante jardín de Ciudad Jardín. Menos aún un anuncio de que estudiaría un cambio de la norma para que no se puedan arrasar jardines de referencia con tanta alegría. El Plan General de Santa Cruz de Tenerife prohibe "la tala o poda de masas arbóreas, de vegetación arbustiva o de árboles aislados que, por sus características, puedan afectar al paisaje o estén protegidos por la legislación sectorial correspondiente". En lo que concierne al arbolado y la jardinería, pública y privada, Las Palmas no aguanta una mínima comparación con Santa Cruz.

¿Cree que el Ayuntamiento actuará en defensa del patrimonio natural?

No tengo ni idea. Ojalá que empiece a hacerlo.

¿Qué supondría la creación de este catálogo?

La divulgación del patrimonio natural y una herramienta para evitar futuras acciones dañinas.

¿Qué otras ciudades cuentan con un catálogo?

Entre otras Madrid, Barcelona, y Murcia. En Canarias el único municipio que tiene catálogo es Santa Brígida, aunque Santa Cruz de Tenerife le ha encargado la redacción del suyo al botánico Wolfredo Wildpret, firmante también, por cierto, del manifiesto.