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Seguridad La lucha contra el trapicheo en el Astoria

Un oasis en el tejado del Astoria

El director de teatro Manu Medina compra y rehabilita un ático en el edificio de Guanarteme y se implica en la batalla para acabar con la venta de droga

Un oasis en el tejado del Astoria

El director de teatro Manu Medina (Arucas, 1966) confiesa que se asustó cuando vio por primera vez el edificio Astoria, pero no por la gente que subía y bajaba. Lo que más le impresionó fue la degradación del edificio, del que nunca había oído hablar, pero se quedó encantado con la mezcla de razas y culturas que alberga y con las vistas de la ciudad que divisa desde su terraza. Es uno de los propietarios que se ha implicado en la batalla recién iniciada para acabar con la venta de droga en el inmueble que, asegura, está dirigida por canarios y localizada en seis apartamentos de las plantas segunda y tercera.

"Cuando me enseñaron el piso, me dije ¡madre mía de mi vida! y dudé", porque estaba destrozado, "pero cuando abrí la puerta de la terraza y vi que estaba en el techo de una de las ciudades más cosmopolitas que conozco, tuve claro que era aquí donde quería vivir. Esto es un tesoro escondido. Una maravilla". Otro argumento de peso que hizo que se decidiera por el piso de 50 metros cuadrados fueron los 38.000 euros que le costó. Así que metió sus ahorros en el ático, lo rehabilitó y allí vive con su marido los fines de semana y el tiempo que les deja libre su trabajo en Madrid.

Durante el año que han vivido a caballo entre Las Palmas y la Península a este hombre de teatro, que ha trabajado en el Centro Dramático Nacional y da clases de Arte Dramático en la Universidad de Ciudad Real, le ha dado tiempo de conocer en profundidad el grave problema que sufre el edificio, derivado de la venta de droga en algunos de sus apartamentos. Se ha unido con el resto de propietarios que han iniciado una batalla para eliminar del inmueble el trapicheo y la violencia que éste lleva aparejado.

El actor se muestra muy crítico con el Ayuntamiento y el resto de administraciones que, a su juicio, no han hecho nada por resolver el problema. Pero lo que más le ha alarmado ha sido la presencia de menores alrededor del trapicheo y la falta de respuesta por parte de las instituciones. El pasado mes de agosto denunció tanto en la Policía Nacional como los Servicios Sociales municipales la presencia de dos menores en el edificio, alrededor de los vendedores. "No sé si consumen o venden, pero se mueven con los que están alrededor de la droga", advierte Medina, que considera que lo peor es "la desidia de los propietarios que siguen alquilando sus apartamentos a esa gente, aún sabiendo que venden estupefacientes y la de los políticos, que han permitido que el problema se haya encallecido durante casi 30 años".

Lamenta la política "continuista" del actual gobierno municipal y le indigna que el concejal del distrito La Isleta-Puerto-Guanarteme, Sergio Millares, asegure que el problema no es alarmante. "La situación sí es alarmante, señor Millares. No es demagogia, es una realidad aplastante. La gente se está hartando y ya no puede más. Hay venta de estupefacientes y hay menores en ello y también personas mayores que compraron en su día su pisito para quedarse a vivir en el barrio, que viven con miedo. Y algunos se han ido a otro apartamento a esperar a que se arregle el problema y ni siquiera se atreven a alquilar el suyo por miedo".

Reconoce que el que le vendió el ático le advirtió de la existencia de la venta de droga. "Y me dije, pues tendremos que luchar contra esto. No me paraliza el miedo o la situación. Todo lo contrario, me motiva a cambiar las cosas, a querer hacer cosas. Es un aliciente el poder cambiar cosas para mejor. Los edificios y los lugares los hacen las personas y claro que tememos las represalias, pero hay que decir basta ya".

Medina está enamorado de su barrio y de su casa, desde la que quiere reencontrarse con su tierra después de haber estado 35 años fuera, tras marcharse a Inglaterra. Después estuvo rulando por Latinoamérica y ahora está en Madrid, implicado en múltiples proyectos, entre ellos la formación en teatro a personas con discapacidad, a través de varias fundaciones. En el año que ha pasado se ha integrado, junto a su marido, en la vida del edificio. "Buscábamos un piso en Las Palmas y mi marido quería vivir junto a Las Canteras y todos eran muy caros. Encontramos este edificio, que es como un micromundo. Hay gente de todos lados, de todas las nacionalidades. El color de la piel y las formas de vivir del edificio son tan distintas de una planta a otra y de una planta a otra. Es muy multiétnico. Está lleno de gente de África que, por cierto, no son los que dan problemas. Habrá algún africano que venda, pero los que dan problemas son los canarios", se apresura a resaltar Medina, quien asegura que unas vecinas sudafricanas le cuidan el piso cuando ellos se van . Le dicen que no se preocupe, que ellas vigilan para que no entre nadie en la casa, que está llena de rejas y de puertas de seguridad por todos lados. "Ellas mismas, a escondidas de sus maridos echan a los clientes cuando ven que se están colocando dentro del edificio. De las tres de la tarde a las diez de la noche, no tenemos portero porque no tenemos dinero para más, y durante esas horas los puedes ver en las escaleras, colocados en el doble sentido", bromea. En las denuncias presentadas a la Policía Nacional asegura que a veces han tenido que pedir permiso para poder pasar.

Colas

Califica de "alucinantes" las colas de clientes que se forman en el edificio para comprar, sobre todo, en un apartamento de la planta segunda. Los días de mayor afluencia tienen lugar los 5 y 10 de cada mes, coincidiendo con las fechas en que cobran el paro y la prestación social, explica Medina, mientras denuncia el abandono de la zona que rodea al Astoria. "Renovaron y ensancharon las aceras de la calle Fernando Guanarteme y cuando llegaron a la altura del edificio pararon. De Olof Palme hacia el Astoria se nota la degradación de la zona, la falta de limpieza, el abandono de los políticos" hacia el barrio "más multiétnico y más abierto de Las Palmas, donde conviven todas las culturas y nacionalidades. Me gusta sentirme parte de ese todo. Nunca había visto a un ruso hablando con un árabe o a un marroquí conversando tan tranquilo con otra del Frente Polisario. Y eso lo he visto yo ahí". "Yo soy uno más de la orquesta", aclara cuando se le pregunta por la batalla que ha iniciado la junta de la comunidad de vecinos para acabar con el trapicheo. Se muestra convencido de que el problema se va a arreglar. "Y si no se soluciona, me cogeré tres meses de vacaciones y me plantaré en la calle a parar el tráfico. Y cuando me detengan y salga, volveré a hacerlo otra vez. Las administraciones se han dedicado a pasarse la pelota. y a mirar para otro lado. Estamos hartos".

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