Los grupos de amigos se apelotonaban a primera hora de la mañana en las churrerías de Vegueta, Guanarteme y El Puerto, donde triunfaron los conciertos al aire libre que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria programó en la trasera del parque Santa Catalina. Allí partieron el año miles de personas hasta entradas las cuatro de la madrugada, con actuaciones de Dj D-CI, Ni Funk ni Fank y Flash Funk sobre el escenario montado en el Intercambiador de guaguas de la Plaza de Canarias. Antes de la música en directo llegaron las uvas y los fuegos artificiales, que fueron lo grandes ausentes en la celebración de 2016. En esta ocasión, las campanadas las marcó un reloj digital en dos pantallas LED de 10 metros cuadrados, como guiño a los cruceristas y turistas que estrenaron 2017 en la ciudad. Luego se quemaron 377 kilos de pólvora durante 25 minutos parar dar la bienvenida al año. En La Puntilla ardieron otros 192 kilos de fuegos artificiales que duraron 12 minutos, un espectáculo que algunos vecinos contemplaron desde los miradores de la zona alta de la ciudad, como los improvisados espectadores que se congregaron en el paseo de La Cornisa antes de zambullirse en la fiesta de la parte baja de la ciudad.

Siete horas más tarde, cuando el sol despuntaba por el Muelle Deportivo envuelto en calima, las guaguas dejaban en la Fuente Luminosa a los fiesteros que regresaban de otros municipios, como Arucas, donde Los Jardines de la Marquesa fue el sitio elegido por muchos universitarios para divertirse. Entre ellos Jorge Mateo y Javier Aparicio, estudiantes de Física y de Ingeniería Mecánica; o de Rita, Carlos, Perry y Pablo, que regresaban de la misma fiesta, con los zapatos en la mano, por la Avenida Marítima, rumbo a Montesol, la mítica cafetería de Perojo, donde Antonio Medina y otros seis empleados de refuerzo llevaban vendiendo curros a 20 céntimos desde las tres de la mañana.

A las puertas de Montesol, en medio de la carretera, Mar, las dos Andreas y Silvia apuran varios cartuchos con churros. Las cuatro pasan revista al año que acaba y se aventuran en el que empieza. Aseguran, casi al unísono, que les "supo" el último café de 2016; que ahora se van a casa con la tradición cumplida y que esperan darse un baño en Las Canteras antes de continuar sus estudios de Medicina, Informática o Psicología en Salamanca y en Valladolid. ¿Propósitos para 2017? Más bien pocos o previsibles... Sacar la carrera, mantenerse en forma y alimentarse de forma sana. Ellas se quedan con el día a día que teje el presente de felicidad. Nada de promesas que quedan en nada por falta de voluntad o de ambición.