Escondida entre los chalets de Ciudad Jardín, la iglesia anglicana pasa desapercibida a los viandantes que pasean por la calle Rafael Ramírez. Ni cruz, ni campanario, ni siquiera una gran puerta de entrada frente a la vía delata que estamos ante un edificio religioso y uno de los pocos inmuebles que quedan en pie del paso de la comunidad británica por la Isla entre finales del siglo XIX y principios del XX al amparo de la expansión del Puerto. El templo, declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Canarias en 2005, celebra este año el 125 aniversario de la primera reunión formal de la comunidad británica para levantar la parroquia con las donaciones y subscripciones de las familias protestantes. La historia de la iglesia de Holy Trinity- Santísima Trinidad- comienza el 16 de noviembre de 1887 cuando el reverendo Adolphus Lindon, perteneciente al obispado de Sierra Leona, se reúne con algunos miembros de las principales familias - James y Joseph Miller, Arthur Doorly, Richard Blandy y Charles Wigg-, en la oficina del viceconsulado británico, que entonces presidía Joseph Miller, para proceder a la construcción de una iglesia y de un nuevo cementerio pese a que la comunidad ya poseía uno en las afueras de la ciudad, levantado en 1835 -barrio de San José- y que hoy es parte de ese legado británico. Ciudad Jardín era entonces el extrarradio y el camino hacía al Puerto. El terreno estaba ocupado principalmente por fincas agrícolas, algunas viviendas dispersas y hoteles como el Bellavista, el Monopol y el Santa Catalina, donde vivían familias de origen británico y se hospedaban viajeros y negociantes. El terreno elegido fue comprado en 1891 a la compañía Elder Dempster, entonces bajo la dirección de Alfred L. Jones. Aquel contrato de compra, así como los planos del edificio, que se encargó al arquitecto inglés Norman Wright, pueden verse hoy en la exposición Los años de La Luz, que ha organizado la doctora en historia María Teresa Valle Quesada en el Museo de la Ciudad y el Mar, donde por primera vez se muestra el impacto que tuvieron los británicos en la sociedad isleña. Primera piedra La primera piedra del templo, con jardín incluido, se colocó en 1891, mientras que la fecha de su primer oficio religioso data de las navidades de 1892 a cargo del reverendo E. Hutchinson. Las notas sobre la construcción de la iglesia anglicana de Las Palmas, estipulada para dar cabida a unas 250 personas, las narra Ann Ruddock en un pequeño libro sobre la historia del templo protestante, escrito en 1987, que cede a LA PROVINCIA/DLP la ex presidenta del Club Inglés, Betty Burgess, que junto al ex director del Jardín Botánico, David Bramwell, son los encargados de abrir las puertas de este sencillo y recogido templo, de contar algunas de sus singularidades y de anunciar algunas de las ideas que planean el aniversario. Entre las curiosidades, Burgess cuenta que siempre se dijo que la compra venta fue un paripé porque Alfred L. Jones fue un verdadero benefactor de la misma. Tanto es así que la vidriera que decora el altar fue regalada por él en 1904 como homenaje a su madre, tal y como reza en un friso en el mismo cristal. Otra de las curiosidades es que el edificio fue diseñado con un campanario, que finalmente no se aprobó. La iglesia y los jardines se levantan sobre una parcela de 1.719 metros cuadrados que se encuentra vallada, porque según Bramwell , que destaca la buena acústica del templo, "los niños entraban a robar las flores" del jardín, donde antiguamente había unas pérgolas. El edificio es de una sola nave y tiene un pequeño porche por donde se accede a su interior además de una capilla. El reverendo Brian Stares es el encargado hoy de ofrecer misa en inglés todos los domingos, mientras que el cura colombiano Eduard lo hace en español. El arquitecto Wright sigo las reglas de austeridad exigidas por la comunidad británica pues no había excesivo presupuesto para el templo, que se diseñó en un estilo gótico inglés. Algunos materiales fueron locales, pero otros se trajeron de fuera como el escalón de mármol del altar o las tejas de la cubierta, que son inglesas. Tal y como exige la iglesia anglicana no hay estatuas o figuras religiosas en su interior, cuyo techo es de madera. El único elemento decorativo son las 16 vidrieras por las que entra la luz y el aire al templo y la barandilla que separa al altar de la nave, construida en 1899. Unas lámparas de hierro y un cuadro de madera, donado por J. Stuart Jolly en 1955 recuerda a los combatientes de Las Palmas en las dos guerras mundiales. Las actividades para festejar el aniversario aún no están perfiladas del todo, pero entre las ideas que barajan está el de dar a conocer su historia, celebrar algún concierto y organizar alguna fiesta vestidos de época. También adecentar los jardines para que el espacio pueda ser mejor aprovechado por la comunidad y los vecinos. Burgess y Bramwell son conscientes de que el legado que les dejaron sus antepasados debe traspasarse a las generaciones venideras en el mejor estado posible pese a lo que cuesta hoy en día mantener un edificio sin apenas feligreses y sin que las familias de hoy sean tan acaudaladas como las que construyeron el inmueble. El templo está en buen estado, aunque hace tiempo que no recibe un repaso pese a ser monumento histórico y patrimonio de todos, incluido los canarios.