"Vivimos una situación de auténtico pánico. De repente se produjo un gran golpe, caí al suelo y sentí un intenso dolor en la pierna. Junto a mí también había bastante gente que se había caído. Nadie nos decía nada, nadie nos informaba de nada. Fueron minutos y horas de gran desesperación". Son las palabras de Ahmed Bijjou, uno de los 140 pasajeros que viajaban en el ferry Volcán de Tamasite de Naviera Armas, el viernes por la noche con destino a Santa Cruz de Tenerife, cuando este barco colisionó contra el espaldón del muelle de La Esfinge, en el Puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria. Ayer por la mañana, tanto él como otros pasajeros de dicha embarcación, llegaron a la capital chicharrera en otro barco de la compañía. Sus rostros mostraban cansancio y sus conversaciones solo versaban sobre el "gran susto" que habían pasado.

Nada más pisar el suelo del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, la mayoría se dirigió a las oficinas de Naviera Armas para presentar una reclamación. Entre ellos estaba precisamente Ahmed Bijjou, cuya pierna se encontraba totalmente vendada. "Los informes médicos dicen que tengo un esguince de rodilla. Perdí los zapatos en el barco y solo me dieron unas cholas de hospital. Me cortaron todo el pantalón y así he tenido que regresar, sin poderme mover apenas y sin muleta. Viajábamos juntos cuatro compañeros. Tres hemos regresado, pero nuestro amigo fue ingresado en el hospital y aún no sabemos nada de él", contó este ciudadano marroquí que vive en Tenerife. En total, tras el golpe que sufrió el ferry, tuvieron que ser atendidas por diversas lesiones y crisis de ansiedad más de una decena de personas. Cinco fueron trasladados a centros sanitarios de la capital grancancaria.

Junto a Bijjou, estaban sus compañeros Benaissa Haguat y Abdel Harkm, residentes también en Tenerife, quienes indicaron que habían viajado a Las Palmas para arreglar "un asunto de los pasaportes". "La verdad es que no le deseamos a nadie lo que hemos pasado. Afortunadamente todo se quedó en un susto, pero vivimos momentos de mucho miedo y tensión. Pero es que además la tripulación no nos informaba de nada y nos trataron mal. Había hasta una mujer embarazada que no sabía ni que hacer, porque nadie la atendía. Fue todo bastante horrible, una experiencia que nos costará mucho olvidar", manifestaron a la opinión de tenerife.

Manuel Gutiérrez, un vecino de Las Palmas que viajaba para Santa Cruz, sufrió un golpe en la cara. También estaba presentando una reclamación, en la que, además, pedía que le arreglaran su móvil. "Lo material es lo menos importante, pero es que es nuevo, me costó 900 euros y ya no me sirve para nada", apuntó. Contó que, tras la colisión, "todos estábamos muy desesperados, la tripulación también, porque teníamos miedo hasta de hundirnos". "Tardaron unas tres horas en sacarnos del barco", dijo.

Otra de las pasajeras de este ferry, Iraya Morales, criticó la falta de información que hubo "en todo momento". "Lo lógico es que si el capitán o quien sea ve como el barco se está yendo contra el espaldón del muelle, pues avise a los ocupantes para que al menos se sienten o se agarren o algo. Pues eso nunca pasó. Pero es que después tampoco nos decían nada. Solo se veía a gente en el suelo, otras personas corriendo de un lado a otro, y otras gritando y llorando. Y nadie acudió a tranquilizarnos", explicó la joven.

Iraya Morales señaló que a todos los pasajeros los llevaron a hoteles a pasar la noche, "menos a mí". "Como yo viajaba con mi perrita pude dormir en otro barco. En este sentido, creo que fui una afortunada, porque los hoteles estuvieron listos a eso de las tres de la madrugada. El accidente ocurrió a las 20:30 horas", agregó.

"Pensábamos que el barco se iba a hundir como el Titanic". Son las palabras de otra de las pasajeras, Noemí Ortega. Esta aseguró que los ocupantes del ferry, incluida ella, estaban muy asustados, porque "nadie nos avisó de nada y nadie nos daba explicaciones". "Si a una situación de pánico le unes que ningún miembro de la tripulación nos tranquilizase, pues imagínese como fue aquello.

Había un hombre hasta convulsionando, que se lo tuvo que llevar la ambulancia rápidamente. También había muchos niños, pero afortunadamente no sufrieron ninguna lesión importante", indicó esta joven grancanaria.

Carlos Moretón y Pilar Ortega sufrió también un fuerte golpe en la pierna, "incluso sangré". "Sin embargo, nadie me atendió en el barco. La tripulación, que me da que estaba más asustada que nadie, no está preparada para este tipo de emergencias, ni siquiera sabían donde estaban las botellas de oxígeno. Tuve que bajar las escaleras como pude para dirigirme yo mismo a una ambulancia. Las escenas fueron muy dantescas. Cuando se produjo la colisión, mucha gente cayó al suelo. Los responsables del barco tendrían que habernos avisado de que esta se iba a producir, para que hubiésemos adoptado medidas de seguridad", manifestó el tinerfeño Moretón.

Para Pilar Cabrera, la experiencia que vivió el viernes por la noche en el ferry la marcará para toda la vida, así lo aseguró ella, pues ahora tiene pánico de subirse a un barco. "Yo me golpeé la espalda y me dio una crisis de ansiedad, pero el médico prefirió no darme ninguna pastilla porque se me había bajado muchísimo la tensión. Nos tuvieron demasiadas horas sin comer. A las dos de la mañana nos proporcionaron una hamburguesa del McDonald's para cada uno y nada más. Al menos, por la mañana en el hotel que nos alojaron sí nos dieron de desayunar. Yo no puede ni dormir. Cuando se produjo la colisión, se nos pasó de todo por la cabeza. Yo pensé que nos hundíamos o que el barco se prendía fuego y que nadie nos sacaba de allí, porque tardaron mucho en evacuarnos. Había muchos niños pequeños y no dejaban de llorar", declaró esta vecina tinerfeña. Tanto ella como su pareja, Carlos Moretón, viajaron a Las Palmas por trabajo. El vehículo de la empresa, Arcama Reformas, también sufrió daños. "Ahora no sabemos quién nos arreglará el coche, dijeron.

Mientras presentaban la reclamación en Naviera Armas, solo pensaban en llegar a casa e intentar, al menos, olvidar lo ocurrido.