Ismael acaba de enfrentarse a una carrera de fondo y lo que le pide el cuerpo es reponer fuerzas con una buena merienda. Porque a él le encanta correr, de hecho, asegura con firmeza que es lo que más le gusta en el mundo, pero después, seguidito, seguidito, viene comer.

Por eso, después de demostrar su valía sobre la pista junto a su compañeros de la Escuela Infantil Los Enanitos, va a ir derechito a tomarse "una sopa" o tal vez "un helado de fresa", no lo tiene muy claro. Pero de lo que sí está seguro a sus tres primaveras es de que se lo ha pasado "muy bien" en la II Baby Olimpiada de Las Palmas de Gran Canaria que, promovida por el colegio Atlantic School, este viernes se celebró en el Centro Insular de Deportes de la capital.

Las instalaciones no están al completo, si bien encontrar un sitio en las primeras gradas resulta una misión imposible. Nadie quiere perderse el que es un encuentro de carácter deportivo que pretende "fomentar la vida sana e integrar a la familia" en la educación de los más chiquitines, según asegura Julia Acosta, responsable de Relaciones Externas del centro educativo que organiza la actividad que se realizó por primera vez en 2010.

Para ello, las escuelas infantiles Atlantic Kids, Mi Lunita, Dr. Sánchez, Cascarón, Los Tiquis, Mis Peques, Los Enanitos, FirsSteps y Mi Cole de Vegueta se reúnen en una divertida competición en la que ganar no es lo importante, si no pasárselo genial. Aún así, y como en toda olimpiada, hay que seguir un protocolo que se inicia con el tradicional paseo de los participantes que, en total, son unos 300 alumnos de entre uno y tres años de todas la guarderías que, posteriormente, se colocan en sus respectivos lugares de salida.

Acto seguido, Meda Rosic, que apenas cuenta con una primavera, se encarga de portar la antorcha de papel de celofán con la que enciende el pebetero que da el pistoletazo de salida a las ocho pruebas que se realizan por edades. Los primeros en saltar a la pista son los bebés de un año para realizar una carrera de gateo. Algo que a simple vista puede parecer sencillo, pero que tiene su técnica y más si se quiere hacer a la velocidad a la que algunos de los niños cruzan el parqué para obtener como gran recompensa el abrazo o el beso de sus educadoras que, en todo momento, les acompañan.

Una vez repuestas las fuerzas, llega el turno de enfrentarse a la carrera de relevo de peluches. De todo, lo que más llama la atención es la destreza con la que los chiquitines se mueven con los juguetes que, en muchos casos, son más grandes que ellos. Por supuesto, alguno fue al suelo, pero por suerte no hay que lamentar daños en los rellenos. Con el objetivo conseguido, llega el turno de los participantes de año y medio que llegan a la competición al galope en churros de gomaespuma que más tarde cambian por pelotas que tienen que introducir en las cajas que custodian sus profesoras. Muchos van a la máxima velocidad que sus cuerpecitos les permite, pero también los hay que aprovechan la música de fondo para bailar.

Un poco más grandes son los balones con los que los atletas de dos años protagonizan su primera carrera. En cualquier caso, es más difícil la segunda prueba que realizan sentados, sobre todo porque se mueven en grupos. Tras ellos, los últimos en participar son los de dos años y medio y los de tres. Como ellos son los mayores, sus pruebas son algo más elaboradas de tal forma que de entrada tienen que sortear los cono que sus profesores colocan formando una hilera. Eso sí, es estilo libre. Cada uno puede esquivar los obstáculos como quiera, ya sea saltando, pasando la pierna por encima o ignorándolos.

Uno de los momentos más divertidos llega en la carrera de fondo por toda la pista que realizan como colofón todos los niños. Y es que ahí cada uno le pone su propio ritmo a la maratón que más de uno realiza, literalmente, a su bola. Un hecho que no perjudicó a la hora de recibir los premios que todos se llevan a casa tras el precioso baile de los alumnos de tres, cuatro y cinco años de Educación Infantil de Atlantic Kids.