Pocas treguas ha dado el tiempo en la capital grancanaria durante el puente del primero de mayo. Tras el chaparrón que complicó la tarde del sábado y un domingo que no terminaba de despejarse, el lunes transcurrió entre nubes, alguna lloviznas y pocos claros.

Según comerciantes de la playa de Las Canteras, muchos ciudadanos optaron por irse al Sur. "El sol manda, he ganado menos que en un fin de semana normal, desde el viernes se nota que hay menos gente de lo normal por aquí", comentaba Jorge Pozo, responsable del bazar Carol 2000. "El otro día la lluvia y hoy el día gris, el balance general es malísimo", señaló.

Pasado el mediodía de ayer, las nubes decidieron descargar una fina lluvia sobre Las Palmas de Gran Canaria. Se abrieron paraguas y salió a la vista algún que otro abrigo. "Mi mujer es muy precavida y suele llevar un paraguas en el bolso", explicaba Luis Miguel Velasco, mientras su esposa y su hija se adelantaban huyendo del agua. "El otro día me pilló el diluvio; vi todo negrísimo tras la barra y nos fuimos; luego por el Paseo empezó a llover muy fuerte hasta que llegamos al coche en el Auditorio, totalmente empapados", señalaba. No obstante, Velasco se declaró un enamorado de Las Canteras. "El día está genial para dar una vuelta, esta playa es una joya", seguía comentando.

Algo estaba claro, los incondicionales de la joya de la capital no se dejaban amedrentar por cuatro gotas. Manolo Orihuela y Francisco Melián vienen todos los días a la playa, "haga el tiempo que haga". Son inquilinos de unos apartamentos en primera línea, por lo que no tienen ningún problema para sacar la silla plegable y pasar un momento de relax. Con un puro y una copa en cada mano pasan ambos la mañana mientras leen LA PROVINCIA / DLP. "Estamos jubilados, venir aquí es nuestro trabajo", contaba entre risas Francisco Melián.

En medio de la nada, una familia se cobija bajo su mar de sombrillas. "Desde las diez de la mañana estamos aquí, no hay quien nos mueva", comentaba Noli Sánchez, con martini en mano. "Mi tía tiene las llaves de la playa", bromeaba su sobrino, Julio de la Iglesia. No se pierden una jornada festiva, de todas formas, la señora Sánchez y sus sobrinos se criaron en Las Canteras. "Viví aquí hasta los 26 años, como esta playa no hay ninguna, y el martini que no me falte", seguía bromeando la mujer.

Comiendo queso tierno, croquetas, embutido y ensalada, la familia De la Iglesia se queda disfrutando de su día de festivo. Un poco más allá, las hermanas Hernández también disfrutan de un día que, parece, estar despejándose, dando paso a unos tímidos rayos de sol. "Vivimos ahí detrás, ni se nos pasa por la cabeza irnos a otro sitio que no sea Las Canteras", señalaba Mercedes Hernández.

El recuerdo de las lluvias del sábado seguía vigente en muchos bañistas. "El viernes nos pillaron cuatro gotas, pero por suerte el sábado nos quedamos en casa", comentaba Margarita Hernández. El día parecía mejorar, no obstante, ambas confesaron que se aventurarían a entrar en el agua, "el niño ya está metido hace rato", dijeron las hermanas entre bromas.

Fueron muchos ciudadanos los que buscaron su alternativa al sol ausente. Chaqueta en mano, una chica lee plácidamente sobre sentada en su silla sobre la arena. Un poco más allá, otro señor se entretiene con la divertida obra de Gilles Legardinier Días de perros, un título que viene como anillo al dedo, casi.

La familia de Felipe Rivera optó por cavar un enorme agujero para enterrar al benjamín de la casa. Llegados desde La Feria, no quisieron perder la oportunidad de un día festivo en la playa. "Sobre las doce llegamos y estaremos un rato más", comentaba la madre del niño.

Llegada la hora de comer, las nubes más amenazantes se perdían en el interior de Gran Canaria. La panorámica era muy curiosa. Mientras en la playa habían nubes y claros, una espesa capa gris cubría las medianías de la Isla.