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Día de Canarias Los escolares protagonizan la víspera del puente

De trabucaje en la bahía

Alumnos del colegio Marpe acuden a la Federación de Vela Latina, en la capital, para practicar este deporte autóctono con motivo de la fiesta autonómica

"Antes de darme contra el muro me tiro al agua", exclamó Lucía Díaz Jiménez. La joven aplicó el instinto de supervivencia en el momento en el que su bote estaba trabucando, llenándose de agua. Como ella, el resto de alumnos de 4º ESO del Colegio Marpe disfrutaron de un fantástico día aprendiendo un deporte tan autóctono como la vela latina. "Eso sí, luego volví a subir al bote yo sola, soy una experta", contaba Lucía, entre las risas cómplices de sus amigas.

La Federación de Vela Latina en el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria vio ayer rejuvenecido su público con más de 70 chiquillos de 15 y 16 años, que acudieron con motivo del Día de Canarias. La intención era disfrutar de un día en el mar, divulgando los valores de uno de los deportes canarios más representativos.

Los adolescentes no pararon en toda la mañana. Primero tocó aprender a envergar una vela, una técnica laboriosa que se pilla practicando mucho. "Esto es un deporte de cabos, hay que hacer los nudos bien, si no la vela puede perder eficiencia", explicaba José Cruz, responsable de la escuela de botes de vela latina. Pronto empezaron los dolores, "me duele una mano", exclama a un joven, incluso alguno ya tenía pequeñas bolsas en las palmas de hacer fuerza. "Ese es el primer síntoma; al principio sueles terminar con las manos sangrando, pero con el tiempo te salen callos", contó Cruz.

"Tienes que repetirlo mucho hasta que te salga, pero es divertido", contaba Laura Medina. Mientras, Israel Arraiz ayudaba a su amigo Noel Padrón. Mano con mano, los chicos progresaban adecuadamente. "Si dejas esto así de suelto el barco se te va a hundir", recriminaba Claudia García a Israel, junto a las risas cómplices de sus amigas.

Una vez listas las velas para echarse a la mar, los chiquillos corren en grupos de siete u ocho para experimentar la técnica del trabucaje. En este caso, tendrán que subirse a los botes, después, tendrán que virarlo, de tal forma que se llene de agua el interior, para después achicarlo con baldes. "Sinceramente, a nadie le gusta trabucar, es una técnica que se realiza en contadas ocasiones, si lo exigen los vientos o la situación", señalaba Cruz.

El primer grupo de siete chicos se tiró al agua fría sin pensárselo dos veces. Realizaron la tarea con un aprobado justito. A continuación, seis chicas tomaron el relevo. Una de ellas, Lucía Díaz Jiménez, se convirtió en la protagonista, con uno de los momentos más divertidos de la jornada.

Esta iniciativa vino de la mano del profesor de Educación Física, Luis Lordán Álvarez. "Esto lo hacemos para que conozcan actividades canarias, hay que promocionar deportes nuestros como la vela latina y la lucha canaria", comentó Lordán. La convocatoria fue todo un éxito, la mayoría del alumnado, que está terminando la etapa educativa obligatoria, pudo disfrutar de la actividad.

"Conservar y preservar", indica el profesor. Desde el Colegio Marpe y la Federación de Vela consideran importante inculcar en la juventud tradiciones que se necesitan rejuvenecer. Previamente, los chicos recibieron una serie de charlas. Esto les motivó a poner un gran interés. "Varios alumnos me lo propusieron, pero no hay que olvidar que todo esto ha sido posible gracias al padre una alumna", contaba el profesor de educación física.

Moisés Farias es ese padre. Lleva desde que era un niño ligado al mundo de la vela latina, no obstante creció en el barrio de San Cristóbal. Hace unos veinte años que compite con el velero Pueblo Guanche. La historia de este barco se remonta a 1979, desde entonces ha logrado importantes victorias. Entre ellas, ser los primeros en obtener la Medalla de Oro de Las Palmas de Gran Canaria. Loa miembros de la embarcación muestran orgullosos su travesía por este deporte.

Ahora, toca el turno de su hija, Ana Farias. "Llevaba un año sin practicar y se me ha olvidado un poco", relataba ella mientras intentaba anudar un cabo de la vela, la misma que después echarían a flote. Luego, ella y sus amigas descubrirían que la cuerda no estaba en buenas condiciones, al final no estaba tan desentrenada como creía al principio.

La última actividad del día era la más esperada. Un primer grupo de siete chicos fueron acompañados por tres monitores de la escuela en un bote de vela latina. Mientras, las chicas esperaban en la zódiac para realizar el intercambio en el mar. Los aventureros que probaron la experiencia pudieron navegar hasta más allá de los límites del Muelle Deportivo. Fue en el mar donde los chicos pudieron disfrutar de una auténtica experiencia, sintiendo la brisa marina en la cara, bajo un fuerte sol.

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