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Entrevista

"Me subió la tensión cuando cortaron 13 eucaliptos en Tafira, con 25 me moriría"

"El paisaje se ha adulterado y cuando se ha hecho algo no ha ido acompañado de repoblación", manifiesta el doctor Manuel Lezcano

El médico de medicina general, ya jubilado, Manuel Lezcano, en su consulta de Tafira, ayer. ANDRÉS CRUZ

¿Cómo es un día cotidiano en su vida?

Esto que está usted viendo, unos días con enfermos; otros sin ellos. Lógicamente, con la edad hay mucha gente que cree que no receto, no que esté muerto. Entre esos y los que piensan que he perdido la cabeza [ríe], que es lo único que me sirve un poco, tengo mucha menos clientela. Pero vengo todos los días a mi despacho. La esencia como médico se conserva, aunque domine menos el Vademécum porque los laboratorios están continuamente cambiando el nombre de los medicamentos.

¿No está tan al tanto como cuando trabajaba?

No, ¡eso nunca ha pasado! Este Vademécum que me consiguió un amigo el año pasado [saca el volumen del escritorio] tiene más de 25.000 registros escritos. Es imposible aprendérselo, lo que ocurre es que uno maneja siempre un grupo de medicamentos. Es lo mismo que cuando sales con un grupo de amigos y te aparece uno que no ves hace treinta años, te acuerdas de él pero no sabes cómo se llamaba [ríe].

Supongo que atiende a pacientes de toda la vida.

Sí, a estas alturas de mi vida son todos amigos. Hay clientes que son amigos y amigos que han sido clientes. Los atiendo por la mañana y por la tarde. Aquí leo la prensa. Los locales, por internet, y la nacional, en papel, porque me gusta tener una visión más general de lo que ocurre, aunque los telediarios me quitan el apetito.

¿Cómo se siente con el homenaje de Adapa?

Tiene uno la edad para que le homenajeen, si no tuviera 90 años me estarían manipulando [ríe]. A esta edad estás un poco libre de que te den órdenes. Por eso los Papas son siempre viejos, porque son los que más saben [ríe].

Tiene usted mucho sentido del humor, ¿es la clave para ser longevo?

Sí, sí. Mientras te sientes joven no envejeces. Tendrás más arrugas, menos pelo, pero no cabe duda que la juventud lo da la manera de pensar. Me aparto de la idea de jubilarme, si lo hubiera hecho pensaría: ¿qué hago? Bueno, estaría leyendo, escribiendo. Tengo la ventaja de que la casa está arriba.

¿Feliz con el homenaje?

Eternamente agradecido. Creo que no es solo por mi labor médica en Tafira, donde he ejercido toda mi vida, sino porque he luchado por los barrios, por mantener el entorno. Ahora mismo comentaba con un amigo que 147 eucaliptos de la carretera de Teror van a desaparecer. A mí me subió la presión a 25 cuando cortaron los 13 en Tafira [2013], con 25 me moriría.

¿Siempre ha estado sensibilizado con el medioambiente?

Siempre. He vivido toda mi vida en el campo, en Tafira. Aquí he nacido y aquí seguramente moriré. Me identifiqué con Tafira cuando comencé a trabajar y vi que la gente sufría. Se pensaba que en Tafira solo vivía gente adinerada porque al pasar por la carretera del Centro se veían los chalés a un lado y a otro. Pero el paisaje ocultaba los barrios, que tenían unas carencias enormes. Por eso, cuando me llamaron para entrar en la corporación municipal [fue concejal con Fernando Ortíz Wiot] pensé que algo se podía hacer. Luego he tenido otros cargos y he estado muy metido también con las asociaciones de vecinos.

¿Se ha destruido mucho el paisaje de Tafira?

No. La discusión que hubo el año pasado era para mantener los eucaliptos, que son testigos de nuestro nacimiento y hasta de nuestros padres porque llevan aquí más de 120 años, como los de Teror. El paisaje se ha degradado, donde había plantas ahora hay viviendas. No digo que haya sido de una manera salvaje, pero se ha hecho. El que las mismas carreteras se hayan trazado por sitios diferentes a las antiguas nos obliga a ver ahora el culo de la ciudad. Esa carretera del Norte, que era tan bonita, pues ahora solo vemos la espalda de las viviendas. El paisaje se ha adulterado enormemente y no ha ido acompañado de repoblación. Indudablemente, la carretera era necesaria. En el 74, la entonces Jefatura de Carreteras ya quería cargarse todos los árboles cuando estaban desdoblando la carretera entre Tafira y la capital. Entonces ya me dijeron que, cuando se hacía una carretera, todos los árboles entre un punto y otro en línea recta caían. La frase me pareció salvaje, salvaje con mayúsculas. Hubo una lucha tremenda del Ayuntamiento contra Obras Públicas, que había hecho el proyecto sin contemplación ninguna con la flora. Siempre que se haga un proyecto se debe contemplar el paisaje.

¿Pide a la gente que se movilice en estos casos?

Adapa está trabajando en ello desde su fundación. ¿Qué necesidad hay de cargarse los árboles? Entonces, cuando era concejal, me decían en Obras Públicas que los eucaliptos eran un peligro para los automovilistas, pero gracias a ellos también se salva gente. La degradación que está sufriendo el mundo es precisamente por la carencia de árboles, estos llaman a la lluvia y, si no los hay, no hay árboles.

¿Está sensibilizado con todo lo que tiene que ver con el cambio climático?

Estamos sufriendo sus consecuencias pero sería en vano hablar de ello porque yo soy un simple médico.

¿No ve el planeta como un cuerpo humano?

El mundo se está salvando porque no es nada parecido al ser humano. Si no, se lo cargarían también [ríe]. Es muy discutible, hay argumentos en pro y en contra.

Saliendo de Tafira, ¿qué impresión tiene de lo que se ha hecho en el resto de la Isla al respecto?

Hay gente sensible, pero hay otra que solo quieren lo práctico, lo práctico. Las ciencias tienen que avanzar y hay que hacer mejoras en los sitios, pero lo más práctico es hacerlas sin cuidar el medio ambiente. No es fácil conservar el entorno, lo fácil y barato son las otras cosas.

¿Qué proyectos se le quedaron en el tintero cuando fue alcalde de la ciudad?

Uno de ellos fue el de proyectar un parque-cementerio, hablé incluso con Arucas y Telde; y les pareció bien, para mancomunar servicios. Es una historia larga, ahora lo estoy recordando porque estoy escribiendo sobre mi vida. Sin embargo, se sigue construyendo hacia arriba en vez de sembrar árboles. También intenté hacer el mercado de Tafira, pero no llegó a cuajar. Saqué cosas adelante: alcantarillado, iluminación, el acercar al pueblo a la ciudad y viceversa...

¿Cómo ve el proyecto de aprovechar los barrancos como corredores verdes?

La idea es buena; sería bonito si se consiguieran adornar como esas fotos antiguas. Pero los barrancos no siempre están secos, llega la lluvia y se lleva lo que le pertenece. Ese es el problema.

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