"¡Abuela, que ya viene!", avisa Karen Robaina a Isabel Rodríguez. Vestida de blanco y rosa, con una trenza, no puede ocultar su emoción con un constante ir y venir hacia la carretera. "Es la primera vez que viene y está con la novelería", explica divertida Rodríguez sin perder de vista a la pequeña de seis años que ha cogido buena posición para no perder detalle de lo que ocurre a escasos metros. Y es que la calle Benartemi es un auténtico hervidero de gente que desciende hacia la plaza Manuel Becerra donde la niña aguarda expectante. Hay música de fondo y el barullo impregna el ambiente en medio del cual se distingue perfectamente la figura más venerada en Las Isleta, la de la Virgen del Carmen, que una vez más se dirige al Puerto arropada por cientos de fieles en la tradicional procesión marítima.

Apenas han pasado unos minutos desde que la imagen ha salido del templo que lleva su nombre, pero el recorrido que va a hacer está repleto de personas que, al igual que Karen Robaina, buscan el mejor sitio para seguir uno de los actos más importantes del calendario de las fiestas patronales. Entre los que esperan al principio del camino, en la misma plaza por la que está a punto de pasar la talla, se encuentran Carmen Ojeda Padilla y Manuel Ortega Santos.

Aunque ya no residen en el barrio, ambos son isleteros de nacimiento, "los dos de la calle Tecén", explican. De ahí que se mantenga en ellos la tradición de acompañar a su patrona que han vivido desde niños. "Venimos a todos los actos, a la bajada y a las procesiones", cuenta Ortega, quien cuando era tan solo un chiquillo participaba en todas las actividades religiosas. Para el matrimonio, las fiestas son una oportunidad para reencontrarse con viejos amigos que, al igual que ellos, acuden al lugar de sus orígenes movidos por el fervor hacia la Virgen.

"Aquí se le tiene mucha fe", apunta Ojeda Padilla. Ella misma lleva su nombre, el cual le puso también a su hija al nacer. "Mi madre se llamaba también Carmen, pero cuando me quedé embarazada, después de perder a mi primera hija, le dije a la Virgen que si tenía otra niña le ponía su nombre, no el mío, el suyo, aunque sea el mismo", revela la isletera de 66 años para quien antaño, era "más entrañable" la procesión. "Era más larga, porque aquí delante de Benartemi había un muro por el que no podía bajar y tenía que dar la vuelta y hacerlo por Benecharo. Y no había costaleros, era un trono con rueda", recuerda su marido poco antes de que la imagen pase ante sus ojos.

De hecho, en los años 60, la talla se sacaba al hombro sobre una parihuela, según explica José Falcón, de la Comisión de Fiestas. "Ya en los 80 iba también al hombro, pero con palio, y fue a partir del 2000 cuando se pasó al costal". Una técnica que le encanta a Samuel Rodríguez quien, con 22 años, lleva cuatro dentro del grupo que portan a la imagen en los días grandes. "Es un honor hacerlo por ella", asegura el joven que, según confiesa, siempre está deseando que llegue el mes de julio para poder cargar con el trono que pesa unos 1.500 kilos y que mueven entre 35 costaleros. "Hay que disfrutar sufriendo", añaden algunos de sus compañeros mientras esperan que les llegue el turno de meterse bajo la infraestructura que, en esta ocasión, será para el regreso al templo.

Poco a poco el séquito avanza hasta las instalaciones portuarias. Carmelo Santana, con el bucio que lleva "de fiesta en fiestas", es el encargado de animar a los presentes a los que lanza varios "¡viva la Virgen del Carmen!" que, por supuesto, obtienen respuesta. Justo detrás de él, caminan Ana María Álamo Cruz, Conchi Medina Ramos y Teresita Arencibia. Las tres son nacidas y "ensoleradas" en La Isleta y no se pierden ninguno de los actos que el barrio celebra en honor a su patrona. "Empezamos con la bajada, después vamos a las auroras y a los días grandes", asegura Arencibia. "Antes participábamos en más cosas, pero ya nos hemos hecho mayores", apostilla Medina, quien en su día, estaba en el grupo de personas que ponían los alfileres a la imagen para la bajada y que hasta hace dos años preparaba unas "alfombras espectaculares" en su calle, Benecharo.

La familia de Carmen Marrero no es isletera, pero sin embargo, tienen costumbre de acudir a la procesión marítima. "Mi padre era portuario y siempre hemos venido, desde que era una niña", comenta la joven que en esta ocasión va a acompañada de su progenitor, José Marrero Roque y de su tía Rosario Marrero Roque. "Le tenemos mucha devoción", asegura quien ha inmortalizado durante todo el recorrido a la imagen a la que acude a ver siempre que puede y, de manera segura, en un día como el de ayer, en el que tampoco faltaron los representantes institucionales locales ni militares.

A pesar de ser un camino corto, la Virgen del Carmen tarda dos horas en llegar a su destino final. La entrada en el Puerto es uno de los momentos más emotivos de la tarde tanto para los que esperan en tierra como los que lo hacen en el mar. Y es que numerosas embarcaciones pequeñas se sumaron al acto para acompañar a la imagen durante su embarque en el muelle Primo de Rivera. Aunque el acceso está restringido para aquellos que no tengan autorización, los fieles no dudan en romper en aplausos vítores cuando llega la Reina de La Isleta que entra en el dique al son del himno nacional.

Los costaleros son los encargados de colocar la imagen, que queda de cara al pueblo, para poder proceder al descenso de la Virgen. Mientras ellos toman resuello, después de más de dos horas bajo la pesada infraestructura, Iván Quintana, cantante de Los Gofiones, acompañado a la guitarra por José Falcón Torres y al timple por Alberto González Falcón, dedicaron una última canción a la también patrona de los marineros.

Posteriormente, la talla fue bajada del trono y trasladada hacia el interior de Buque de Acción Marítima (BAM) Relámpago, donde el párroco, Agustín Sánchez, así como autoridades, militares y algunos feligreses, aguardaban el inicio del recorrido en dirección hacia la bocana del Puerto de La Luz. En el barco, la Virgen del Carmen fue colocada sobre un altar en la popa desde donde presidió la procesión marítima que concluyó con el canto de la Salve por parte de la Armada y con el regreso de la imagen a su templo. No obstante, las fiestas no han acabado ya que los actos continuarán esta semana con el Concierto de la Banda Municipal de Música, la gala Drag Queen y el homenaje del barrio a la Virgen, entre otros.