El pasado mes de mayo la concejala doña Inmaculada Medina, acompañada del Jefe de la Unidad Técnica de Parques y Jardines tuvo la amabilidad de recibir a la Real Sociedad Económica Amigos del País representada por su director don Tomás Van de Walle, y al que suscribe estas líneas que acudió como simple miembro y ciudadano.

La Rseapgc está trabajando en proyectos de recuperación de jardines de la ciudad y la creación de otros grandes parques, que elaborados por profesionales cualificados pueden incrementar la calidad urbana de nuestra ciudad de una forma muy considerable, y que, de fraguarse, en su momento informarán.

El tema expuesto por mí no necesitaba de ninguna especialización, se trataba, y se trata, de la desafortunada colocación de anillas en tono rojo teja que ha invadido paseos, plazas y jardines.

Con anterioridad a esta entrevista, nuestra asociación, Gran Canaria Quality Project, había cursado dos cartas de protesta a ese departamento por el mal efecto que estas anillas producen en el paisaje urbano, esas cartas tuvieron una contestación, que realmente nunca la entendimos del todo.

El Jefe de la Unidad Técnica de Parques y Jardines que las firmaba, al estar presente en la reunión, tuvo la amabilidad de explicárnosla, y por su buena predisposición que le agradecemos, hemos comprendido la razón de la elección de ese color.

La explicación dada fue que, al podar las ramas, con el fin de preservar el muñón que queda en el tronco, éste se cubre con pintura rojo teja para preservarlo. Esto apenas es visible al estar rodeado por las otras ramas que le acompañan.

La pintura no es de ese color porque contenga algún producto fitosanitario esencial para la palmera, es básicamente pintura que tapona los poros. Desde siempre se ha hecho así, y siguiendo esta rutina pareció lo más adecuado elegir ese color para la anilla.

La misma pintura se usa para camuflar el metal de los tornillos de fijación.

Esta es la razón por la cual, lo que ha sido imperceptible durante años, ha hecho una irrupción en toda la ciudad deteriorando la placidez de las zonas verdes y paseos con el agravante, no valorado lo suficientemente, que anuncia la existencia de una invasión de ratas tan numerosa como el número de anillas sugiere.

Sin proponérselo, creemos que han creado una muy mala reputación para la ciudad.

Actualmente, las fotos de prensa, entrevistas y documentales filmados en nuestras calles dirigidos a cualquier parte del mundo, aparecen como fondo de escena estas anillas que están diciendo claramente que esta ciudad tiene un problema con las ratas mucho más grave que cualquier otra, lo cual no es cierto.

Después de conocer el motivo del color, hemos comprobado que las palmeras próximas al Faro de Maspalomas usan el mismo sistema, pero la pintura es color marrón como el tronco de la palmera, y sólo poniendo mucha atención el ojo lo percibe. De colocar anillas allí, no lo han hecho, éstas tendrían la misma cualidad de camuflaje.

Si queremos evitar el fuerte impacto visual que se produce en nuestra ciudad, estas anillas tendrían que adecuarse mimetizándolas con el tronco, con prudencia en zonas donde hayan aparecido las ratas y en palmeras cercanas a ventanas. El resto sobraría y quedaría en manos de los especialistas con sus trabajos clásicos de desratización.

Esta ciudad necesita imperiosamente un examen de conciencia y enmienda de errores, porque si no se hace, los errores se perpetúan y llaman a otros.

Estamos degradando la estética de la ciudad que repercute en al ánimo de los ciudadanos y la calidad del ambiente donde vivimos. De las otras ciudades podemos imitar los buenos ejemplos, pero no podemos reproducir los malos.

No se puede poner uniforme a los taxistas para mejorar su imagen y a la vez darles permiso para poner publicidad en las cuatro puertas convirtiendo los taxis en auténticas carrozas de carnaval.

No se puede abandonar así una de las imágenes identificables de cada ciudad como es el taxi. Se ocasiona un evidente riesgo que el ejemplo sea seguido por los otros municipios de la Isla para mayor estrago.

Estando muy orgullosos de nuestra bandera, no se puede en un arrebato patriótico, pintar las farolas de azul y amarillo. Eso no se puede hacer.

El vinilo, que bien empleado tiene cosas muy buenas, mal empleado suprime al escaparate comercial y puede degradar la ciudad, hoy se está degradando la ciudad.

No se puede permitir que una consulta dental se anuncie cubriendo su fachada con imágenes de sonrisas gigantescas, como si fuera una barraca de feria. No se puede hacer eso incumpliendo toda la normativa de publicidad exterior.

No se puede malograr la perspectiva del Gabinete Literario con una estación de bicis azules y amarillas a un kilómetro de su carril más próximo. Nuestros colores tienen mejor sitio.

Es inaceptable que aún no se hayan quitado las vallas peatonales colocadas en las aceras sin ningún permiso y que están volviendo a ser utilizadas. Vallas supervivientes de forma inexplicable de la última gran invasión ilegal, y debidamente denunciada por nuestra parte en Ayuntamiento y en el Diputado del Común.

Estos pocos ejemplos abarcan un más amplio arco parlamentario de partidos políticos como responsables de ideas que denotan que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria necesita un gabinete especializado en estas materias que por el bien de todos reconduzca la imagen de la ciudad.