Cada mañana, el sol ilumina la vega del Guiniguada, entre lentiscos y vinagreras, en un punto donde el barrio del Dragonal Bajo se desparrama por la ladera. En uno de los márgenes del señero barranco, las vistas alcanzan desde Almatriche hasta el Monte Lentiscal. En este escenario vive Carmen Moreno Ojeda, una madre coraje de las de antaño, de esas que saben qué es sudar y luchar por su familia. Justo, ese empeño y dedicación le ha valido para recibir el homenaje de su pueblo, como la Madre Mayor de las Fiestas de San Lorenzo.

A sus 85 años, Carmen Moreno afronta este reconocimiento en la compañía de su marido y su hijo. Dedicó veinte años de su vida a hacerse cargo de su hijo mayor cada nuevo día. Félix, que así se llamaba, murió a los 53 años, tras agudizarse una parálisis cerebral que padecía de nacimiento. "He luchado bastante en la vida y recordar aquellos tiempos me causa tristeza", señaló.

Hoy mantiene en el salón un cuadro con la foto de su hijo en su silla mientras sostenía un trofeo. La frase "siempre juntos" se enmarca entre una rosa y un lazo azul a cada esquina. Se trata del gran tesoro de Carmen, un recuerdo que entristece pero ya superado.

Félix falleció hace "tres o cuatro años, no recuerdo bien", afirma su madre. Lo hizo plácidamente en su silla, dormido, mientras escuchaba la misa en televisión junto a su madre, como era costumbre después de desayunar. "Llegué de la cocina y le dije, anda te has vuelto a dormir, y al tocarlo descubrí que había fallecido, relata. "Por suerte, Dios le dio una muerte feliz y estaba dormidito", recuerda.

El pequeño nació un 20 de noviembre, día de San Félix. "Fue un parto muy complicado, lo pasé mal, pero ahí continué, adelante", relata. Con firmeza, reconoce que lleva más de cinco décadas sin derramar una lágrima. "Con seis meses le detectaron la enfermedad, desde entonces no he vuelto a llorar", apunta.

Según comenta, de pequeño fue un buen niño y estaba sano, "pasó alguna gripe, como cualquier niño, una neumonía en una ocasión, pero luego de grande empezaron los problemas", relató. Desde entonces, durante dos décadas aguantó y ayudó en todo lo que pudo a su niño, su hijo. Lo llevaba a rehabilitación y le facilitaba todas las tareas de la casa, pues estaba impedido.

Esta madre ha vivido todo el tiempo dedicada a su familia. Aún así se siente con fuerzas de hacer la comida cada día, además de las tareas de la casa. "Es verdad que mi otro hijo Antonio me ayuda muchísimo, a cuidar a su padre, sin él no podría ir fuera del barrio", señala, antes de prepararse para cocinar el almuerzo.

Vivir en el Dragonal significa estar apartado de todo, o casi todo. Una localidad sin tiendas ni bares, ni entretenimiento. Pero, que guarda unas fantásticas vistas del Guiniguada. Frente a su casa, cada jornada los turistas entran y salen del Jardín Canario Viera y Clavijo. "Este es un sitio muy novelero, desde aquí lo veo todo", comenta, mientras recuerda que fue vecina del botánico sueco Eric Ragnor Sventenius, fundador del parque. "Fui a su entierro en su día, allí bajo los árboles", hace memoria.

A pesar de la lejanía, Carmen acude cada semana a misa, sin falta. Bien a la parroquia de San Lorenzo o incluso, a veces, asiste a la liturgia de Almatriche o de Siete Puertas. "No me la pierdo nunca, si no puedo ir, la veo por televisión", recalca. Pero, el destino volvió a señalar a esta mujer, cuando su marido sufrió un ictus cerebral. Desde entonces va en silla de ruedas, algo que toma con resignación y entereza. "Aún estoy fuerte, la cabeza me ayuda y vamos tirando", comenta.

Hace pocas semanas le comunicaron a Carmen desde la Comisión de Fiestas de San Lorenzo que sería homenajeada como la Madre Mayor del pueblo. "Me llegó la noticia con sorpresa, no me lo esperaba, hay mujeres mayores que yo en esta zona", señala.

La noche del jueves 10 de agosto, festividad de San Lázaro, se preparó con su hijo para asistir a la misa de las ocho en la parroquia. Tras ella, la Gran Gala arrancó con el reconocimiento a su persona. "Fue bien, me siento agradecida, pero lo viví con algo de pena y tristeza, se vienen a mi cabeza tantos recuerdos", relata su noche esta madre coraje.

De esta manera, la localidad de la capital grancanaria honra en sus tradicionales fiestas a una madre que ha luchado durante años y ha participado siempre en las fiestas de su San Lorenzo querido, sin falta, a pesar de las adversidades.