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Aquí la Tierra A la luz del secreto

Libro de visitas

El 11 de mayo de 1899 la Comisión de Estudios de Defensa dejó testimonio de su visita a El Museo Canario de la capital en un mensaje encriptado

Un libro de visitas puede ser un yacimiento riquísimo para practicar la arqueología de una ciudad. Sobre todo si semejante documento pertenece a un museo arqueológico y antropológico con más de un centenar de años de historia. Si, como es el caso, esa ciudad es Las Palmas y esa institución es El Museo Canario. Hojear el libro de visitas que tuvo la institución entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX es pues adentrarse en otras capas temporales, como lo es sumergirse en el estudio de los vestigios prehispánicos.

Desde unas palabras corteses de la esposa de Bronislaw Malinowski, uno de los padres de la moderna antropología, que excusa la inasistencia de su marido porque se encuentra en Cracovia, hasta un diplomático africano que dibuja un individuo de rasgos subsaharianos para este museo, anclado entonces aún en el paradigma raciológico, pasando por unas notaciones musicales de Camille Saint-Saëns, los testimonios dejados por los visitantes disparan la imaginación en todas las direcciones. Pero de todos ellos, el que retumba más tiempo en la mente del reportero es el escrito en código criptográfico el 11 de mayo de 1899 por La Comisión de Estudios de Defensa.

Criptografía. La contemplación de estos trazos cifrados hace más de un siglo, en el libro de visitas de este condensador de pasado, produce una leve excitación. Este minúsculo estremecimiento no comporta, ciertamente, la misma intensidad que si lo que se ofre-ciese a la vista fuese, pongamos, una tablilla sumeria o un códice maya, pero cosquilleo hay en la percepción. Sobre el papel apergaminado, esta cuidada escritura rematada con palabras castellanas en caracteres latinos que indican la fecha y la institución a la que pertenecen los firmantes, produce el tipo de atracción irrefrenable que los seres humanos experimentan ante lo secreto, ante un significado cuyo velo está a la vista de cualquiera pero cuyo acceso está restringido a los iniciados. En esto, lo mismo este escrito con caracteres criptográficos de la Comisión de Estudios de Defensa existente en 1899, que los jeroglíficos inscritos en el obelisco de Hatshepsut erigido en el templo egipcio de Karnak.

¿Qué haría esta Comisión de Estudios de Defensa por Las Palmas aquel 11 de mayo de 1899? ¿Vino para conocer las momias de El Museo Canario? ¿Intentaría descifrar el secreto de las pintaderas guanches, que sigue aún sin aclararse, pertrechada con sus herramientas de decodificación de códigos propios y ajenos? Más probable es que lo que le trajera a la ciudad fuese un estado de alerta militar en uno de los territorios ultraperiféricos de España y por tanto más vulnerables ante el ataque de una potencia enemiga: piénsese que el 24 de agosto del año anterior, o sea tan solo ocho meses y medio atrás, España se había rendido ante Estados Unidos en Cuba.

¿Estarían entonces los integrantes de la Comisión de Estudios de Defensa dejando un mensaje altamente sensible a otros miembros del Ejército español en el sitio más insospechado en que podría ir a buscarlo un enemigo, esto es, en el libro de visitas de El Museo Canario? Como poder puede ser. Como el lector sabe, en su cuento La carta robada, Edgar Allan Poe, deja el secreto tan a la vista que, tras un registro por los rincones más recónditos nadie la encuentra. La inteligencia militar se mueve en los contextos más insospechados.

Pero no. Ni altos secretos militares, ni especulaciones con los signos legados por los guanches, ni nada que no pueda ser puesto en conocimiento de cualquier mortal. El mensaje encriptado de la Comisión de Estudios de Defensa en el libro de visitas de El Museo Canario contiene simplemente unas palabras de cortesía, como las de quienes les preceden y las de quienes le siguen en el gesto ceremonioso reservado a personas distinguidas. Solo que de tan obnubilado como está con la criptografía, el reportero no ha reparado que en la página siguiente se reproduce el mismo mensaje pero con caracteres latinos. Este dice así: "Traducción. Nada revela tanto el amor al país en que se ha nacido como los estudios y las investigaciones hechas para venir a parar al conocimiento de su historia, en tal sentido felicitamos al Doctor Chil fundador de este Museo que honra a la isla de Gran Canaria, 11 de mayo de 1899".

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