El Real Club Náutico de Gran Canaria acogió este sábado un homenaje a Rafael del Castillo Morales, que desde hace 40 años mantiene vivo un hilo de comunicación entre gentes de mar de todo el mundo a través de su organización La rueda de los navegantes. Gracias a su experiencia surcando los océanos como marino mercante y como radioaficionado, Del Castillo ha conseguido congregar a la comunidad en múltiples ocasiones e incluso ha llegado a salvar alguna vida.

En el homenaje de este sábado participaron una treintena de amigos llegados desde puntos tan distantes como Italia o Argentina, gente a quienes la mar unió incluso antes de que se pudieran conocer en persona y que gracias a sus dispositivos de radio trabaron unos intensos lazos de amistad. A través de La rueda de los navegantes, Del Castillo contacta con los yates que hacen la ruta trasatlántica entre América y España y ayuda a quienes lo puedan necesitar. En este trabajo desinteresado cuenta además con la ayuda de una red de ayudantes establecidos en distintos puntos del trayecto, como los archipiélagos de Cabo Verde o Azores, y también de otros colaboradores que reparan naves o incluso su propia emisora de radioaficionado cuando resulta necesario.

Gracias a su tarea, este radioaficionado ha salvado la vida de más de un marino. Hace algunos años él mismo destacó en conversación con este periódico el caso de Paco Jiménez, un navegante canario en solitario que mientras regresaba a las Islas chocó con algo en el arbotante. "Casualmente estaba hablando yo a través de la radio y me dijo 'Rafael, me estoy hundiendo'. Yo pensaba que era una broma, pero no; me pidió ayuda y le pregunté que cuál era su posición. Entonces llamé a Salvamento Marítimo, les conté la situación, le dije a Paco que activara la radiobaliza y enseguida Maspalomas lo detectó. Llamé a los yates que estaban cerca de él, localicé a uno francés y lo recogieron; luego, un mercante de la India lo recogió del yate y lo llevó a Francia. Logramos salvarlo", relat del Castillo, que, sin embargo, admite lamentarse de que "todos los reconocimientos que he recibido me han venido de fuera: Barcelona, Galicia, Bilbao y Palma de Mallorca. Siempre de fuera de Canarias. Aquí nadie se entera, por supuesto, porque nadie es profeta en su tierra".