Cuenta la leyenda que entre los pasillos y habitaciones del Palacete Rodríguez Quegles han aparecido "luces inexplicables". Puertas que se abren y se cierran, llantos y edificios abandonados a su suerte hace décadas. Las Palmas de Gran Canaria guarda en sus entrañas numerosos rincones dignos para ambientar una película de Stephen King o un capítulo de la serie American Horror Story. Si los muros pudieran hablar, contarían historias de muertes inesperadas y acontecimientos que nunca se resolvieron. Tras más de cinco siglos de historia, la ciudad está repleta de fantasmas.

Tras la fundación de la capital, la población vivió atemorizada por la llegada de corsarios y piratas. Existió verdadero miedo hacia muchas de las embarcaciones que llegaban a la bahía de La Isleta. Numerosas personas llegaron a ser secuestradas, especialmente por parte de los berberiscos. Gente de la que nunca se volvió a saber y, quién sabe, igual están aún vagando, en busca de su antigua morada. Las fortalezas de la capital, en especial los fantasmas del Castillo de Mata, son testigos de la época.

Los guardas de seguridad del castillo hablaron en varias ocasiones de llantos y lamentos. Puertas que se cerraban y abrían de forma brusca en las salas del Museo de la Ciudad. "Era como si alguien tocara para pedir permiso para entrar", afirman hoy en la fortaleza.

"Todavía recuerdo aquel día que se calló un cuadro durante la explicación, fue así de repente", señala Patricia Santana, guía del museo. "Quien más, quien menos, todos hemos escuchado algo aquí dentro al caer el sol", apuntan. Este lugar albergó desde el siglo XVI la mayor pieza de artillería de la Isla, un arma que jugó un papel importante durante la invasión del holandés Peeter Van der Does.

El barranco de Mata fue testigo de aquella batalla entre milicianos canarios y holandeses. Un lugar en el que se produjeron centenares de bajas. En la siguiente centuria las autoridades ampliaron el castillo y sepultaron el cubelo original. Unos muros que quedaron a la luz tras las excavaciones arqueológicas. Desde entonces se dice que ocurren fenómenos paranormales.

Fenómenos extraños

Es en la ciudad intramuros donde se guardan los mayores misterios. Luces que se encienden solas al paso de una persona, risas en la soledad de la noche, los guardas de seguridad del Tribunal Superior de Justicia de Canarias hablan de todo tipo de fenómenos extraños desde hace varias décadas. Incluso, algunos hablan de cánticos en mitad de la oscuridad.

Cabe recordar que en este solar se levantó hasta el siglo XIX el antiguo convento de San Agustín. La torre de sillería que hay en la entrada es el último testigo de aquellos tiempos. La dura vida que tenían las sociedades monásticas en la antigüedad hace presagiar que allí sufrieran hambre y enfermedades numerosas personas.

Los religiosos también llevaron otro lugar de susto en la capital. "Sabes que allí murieron muchísimas personas y te deja una mala sensación en el cuerpo si estas allí de noches", explica Santana, quien también fue guía en el Hospital de San Martín. Tras abandonar sus funciones originales, médicos y enfermeros dejaron allí camillas, goteros y aparatos quirúrgicos. El laberinto que forman sus pasillos es un auténtico cementerio de material médico del siglo pasado.

Aunque una parte se ha reformado para albergar un centro de cultura y bellas artes, gran parte de la manzana siguen en desuso. Quien ha pasado por allí asegura que en el baño de la segunda planta se reflejan los pasillos abandonados del área desocupada. Un ligero movimiento y, de pronto, aparece una silla de ruedas oxidada al otro lado del espejo.

Del hospital al cementerio. El camposanto de Vegueta fue el destino final de los difuntos de la capital grancanaria desde su construcción en 1811. Un mar de tumbas y panteones, con ángeles y otras figuras del más allá. Un conjunto de iconos para rememorar la noche de los muertos.

Se trata de un cementerio en el que hay personas enterradas desde hace más de doscientos años. La antigüedad de sus muros repletos de grietas hacen replantearse a más de uno el pasar por la calle Eufemiano Jurado, al menos eso afirma más de un vecino.

Con el tiempo, el cementerio de San Lázaro tomó el relevo de Vegueta. Los vientos suelen batir con fuerza en lo alto de esta loma, a medio camino entre Ciudad Alta y Tamaraceite. En las tardes de invierno el frío se deja notar.

Nacer, crecer y morir. Muchos grancanarios vivieron su infancia en la Casa del Niño de Zárate. Sus instalaciones son hoy un enjambre de muros derruidos. El equipo del famoso periodista Iker Jiménez, experto en fenómenos paranormales, se adentró en este antiguo orfanato en busca de psicofonías.

Esta casa cuna se creó en los años 40 tras la Guerra Civil. Según quien ha estado allí en los últimos años, se escuchan llantos "desgarradores" de niños, lamentos que provocan una profunda tristeza a quien se atreve a pasar por allí.

"Algunos han visto un ser de luz con la silueta de una mujer sin pies vagando por el despacho", se suele decir sobre el Palacete Rodríguez Quegles. El espectro se avistó en el antiguo dormitorio de la señora de la casa. Esta hermosa mansión de estilo modernista se mandó construir en 1900 por Juan Rodríguez Quegles como regalo de amor a su esposa. Hace dos años, unos fantasmas recorrieron estos pasillos. "Aparecían por la mañana abiertas las puertas del comedor", cuentan. Igual el espíritu quería desayunar.