Majestuoso y escurridizo. Así es el cisne negro australiano que llegó ayer a las aguas de San Cristóbal donde fue incapaz capturarle por la rapidez de sus movimientos, según informó el veterinario del Cabildo de Gran Canaria, Pascual Calabuig. Con este ya son dos los ejemplares de este animal que han arribado a la costa grancanaria en menos de una semana ya que el pasado miércoles un compañero de especie fue capturado en la playa de Melenara desde donde fue trasladado al Centro de Recuperación de Aves de la institución insular.

Fue la pasada mañana cuando se divisó al animal y su presencia causó el mismo revuelo entre los residentes que la que provocó la sorprendente aparición del primero, tan solo 48 horas antes, en Telde. Al igual que sucedió en esta ocasión, a la zona se desplazaron los expertos, liderados por Calabuig, quien explicó que fue imposible prender al nuevo vecino del barrio marinero. "El otro lo pudieron coger porque llegó a tierra y allí lo acorralaron los bañistas", apunta el también director del citado centro de recuperación antes de asegurar entre bromas que este segundo cisne negro "está muy espabilado".

Y es que aunque tres personas se metieron en el agua para intentar capturar al ave, la agilidad con la que se desenvolvía en el agua impidió que pudieran cogerla, "a pesar de que estuvieron muy cerca". Es por ello que, ante esta situación, intentaron conseguir medios acuáticos para que les ayudasen y facilitasen la peliaguda tarea, si bien estos no se pudieron desplazar hasta la playa de San Cristóbal porque eran necesarios en otras zonas, según arguyó el veterinario. "Así que esperamos poder capturarlo en los próximos días", apostilló.

En cualquier caso, al igual que su compañero, el segundo ejemplar que se ha dejado ver en libertad pasará a Tafira al Centro de Recuperación de Aves, donde ya les han encontrado un nuevo hogar. La Finca El Galeón del municipio de Santa Brígida será el lugar al que ambos serán trasladados próximamente.

Aunque ya se conoce su destino, todavía no se sabe nada sobre cuál es su origen. La hipótesis que los expertos barajan es que los animales se hayan escapado de la casa de algún particular que ha decidido no abrir la boca, a pesar de que la cría de este tipo de animales no es ilegal, ya que se pueden tener en granjas. "Lo único que tendría que presentar el dueño para llevárselos es una factura de la compra", aclaró. De esta manera queda descartada por completo que la fuga se haya producido de Palmitos Park o del parque urbano Juan Pablo II del barrio capitalino de Siete Palmas. "Porque con todo lo que se ha hablado de esto en los medios de comunicación, de ser de alguno de estos sitios ya se habrían puesto en contacto con nosotros para recuperarlos", asevera.